BFF

En nuestra sociedad actual, culta y avanzada, aun estamos atrasados en el desarrollo de valores tan simples como la igualdad de derechos de las personas por razón de sexos, edad o raza. Defendemos la no discriminación, e incluso se nos habla en los centros de culto de la igualdad y la dignidad de todas las personas. Pero en realidad lo que vivimos en el trato diario, desde los anuncios comerciales que vemos, hasta la vida en la calle, o en en los mercados de la compra, es un ejemplo tras otro de discriminación hacia el débil. Derechos, normas y leyes tenemos muchos. Pero siempre dictados desde el soslayo de la impotencia de la debilidad. Por eso los niños y las mujeres se llevan la palma en cuanto a abusos y discriminación. Una tendencia que nos viene de la vida en las cavernas, desde muy antiguo, que perdura aun hoy. Nuestra sociedad crece, pero de forma descompensada y deforme, dejando atrás como se hizo siempre, a los débiles y los enfermos. Por puro espíritu de supervivencia. Solo que ahora ya no estamos viviendo en las cavernas, y los depredadores no nos acechan detrás de un árbol. Ahora los depredadores nos acechan desde detrás de una mesa de despacho, y a veces van vestidos de forma impoluta y a la última moda. Poro los débiles siguen siendo las mismas personas, un gasto inútil, un retraso, una carga, un impedimento que dejar atrás en el camino. Desde la impunidad de seguir pareciendo que lo hacemos bien, pero mirando para otro lado cuando se trata de ponernos en la piel de los niños, las mujeres, o los ancianos. Con nuestras leyes y todo.