Silicon Valley es cosa de hombres
Las compañías líderes en innovación creadoras de los dispositivos digitales por cuyos circuitos parece fluir el futuro de la especie humana se han quedado desfasadas en términos de paridad frente a una sociedad moderna que reclama más igualdad de oportunidades que aparatos.
El nombramiento en julio de Marissa Mayer, ex de Google, como consejera delegada de Yahoo, un trabajo que hasta 2009 ejerció otra mujer, Carol Bartz, supuso casi una excepción en un entorno con mucha testosterona.
Si bien el acceso de mujeres a puestos ejecutivos es deficiente en Estados Unidos en términos generales -solo un 14,1 por ciento de las personas que componen las cúpulas de las empresas del país son féminas según el Catalyst Census 2011- en el caso del valle del silicio ese porcentaje es inferior a 10 puntos.
En sectores como el de materiales semiconductores la cosa ronda el 5,2 por ciento, el índice más bajo por sectores en California, según el estudio de 2011 sobre mujeres líderes en el mundo de los negocios elaborado por la Universidad de California Davis.
De las 113 empresas tecnológicas que fueron analizadas en ese estudio y están establecidas en el condado de Santa Clara, donde se ubica Silicon Valley, 42 carecían de mujeres entre sus puestos de máxima responsabilidad; tal es el caso de Apple.
"A este paso nos llevará 100 años conseguir paridad en el sector, aunque se están haciendo progresos", comentó a Efe en Los Ángeles Marilyn Nagel, consejera delegada de la organización sin ánimo de lucro para mujeres ejecutivas Watermark.
Bien es cierto que tradicionalmente los trabajos tecnológicos han atraído más a los hombres, según constata Nagel para quien ese factor no debería servir para justificar la desigualdad.
"Los hombres que dirigen las empresas son responsables de la lentitud con que las mujeres acceden a los consejos de administración. Tienen que ampliar sus horizontes, abrir el espectro al género y mirar también en otros sectores" en busca de contrastadas gestoras, explicó Nagel, que no pide carta blanca por razón de género.
"La cualificación es lo primero. Es corto de vista pensar que solo por ser mujer alguien te va a contratar", afirmó Nagel.
Marissa Mayer es uno de esos casos exóticos de mujer poderosa en Silicon Valley, como también lo es Meg Whitman, consejera delegada en Hewlett-Packard (HP) y exjefa de eBay, así como Shellye Archambeau, consejera delegada en MetricStream.
En esa lista, de la que se cayeron en los últimos años Carly Fiorina (ex HP) y Carol Bratz (ex Yahoo), y en junio Stephanie DiMarco, expresidenta de Advent Software (que aún retiene un asiento en el consejo), habría que incluir a Sheryl Sandberg, jefa de operaciones de Facebook.
Curiosamente, sucede que algunas directivas no quieren oír hablar de su condición de mujer por ser algo que las diferencia en un mundo de hombres con el que se identifican y es también el suyo. La propia Mayer, aún cuando trabajaba en Google, declaró que no era "una mujer en Google, era un 'geek' (persona fascinada con la tecnología) en Google".
Más aún, ocurre en ocasiones que las mujeres se ven como rivales en vez de como aliadas dentro de las empresas del valle del silicio.
"Las hay que tienen la impresión de que solo hay un sitio en la mesa del consejo de administración para una mujer. Entonces se convierte en un juego de suma cero. Si yo lo tengo, tú no. Es una competencia entre ellas", dijo Nagel que destacó que, no obstante, hay muchas ejecutivas que sí se esfuerzan en promover la paridad.
La presidenta de la Junta de Directores de Intel, Jane Shaw, es una de esas valedoras de la mujer en Silicon Valley, aunque el caso más significativo es el de Anne Mulcahy, exconsejera delegada de Xerox que preparó a su sucesora Ursula Burns, en el cargo desde 2009.
Solo un "pero": las oficinas centrales de Xerox están en Connecticut, al norte de Nueva York y a casi 5.000 kilómetros del masculino Silicon Valley.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.