La morosidad en la banca roza máximos históricos con un 8,95% de los créditos
Los créditos dudosos aumentan a un ritmo anual del 32% y alcanzan los 155.841 millones
La persistencia de la crisis, la pérdida de negocio de las empresas, el paro y, sobre todo, la pesada herencia del ladrillo han vuelto a incrementar el volumen de créditos dudosos en los balances de los bancos y cajas españolas, que está a un paso de superar todos sus récords históricos. Según ha publicado esta mañana el Banco de España, el crédito impagado volvió a aumentar en mayo, tal y como lleva haciendo durante los últimos 10 meses, hasta el 8,95% del total, dos décimas más que en abril. Tras este repunte, la tasa se queda a un paso del máximo histórico que marcó en 1994, cuando llegó al 9,15%.
En dinero contante y sonante, sin embargo, hace mucho que se superaron todos los récords y con cada mes se marcan nuevos máximos. En concreto, el porcentaje del 8,95% equivale a 155.841 millones de euros de préstamos cuya recuperación es más que dudosa, lo que supone multiplicar por más de seis el volumen de dudosos de hace 18 años. Además, este aumento de los créditos morosos ha tenido lugar al mismo tiempo que se reducía el total de dinero que las familias y empresas tienen pendiente de devolver a la banca, que ha bajado en 10.300 millones en un mes hasta los 1,74 billones, lo que añade un factor más de preocupación al retrato que dibujan los datos del supervisor. En lo que va de año, mientras el crédito se ha reducido en 42.000 millones, sobre todo en el apartado de las hipotecas, la morosidad ha crecido en 16.000 millones, una difícil combinación.
El saldo del crédito pendiente de devoler baja en 40.000 millones desde principios de año
La morosidad marcó máximos en 1994 tras la quiebra de Banesto, que dejó un agujero de 3.660 millones de euros, lo que coincidió con el último periodo de recesión que ha atravesado la economía española hasta el pasado 2009. En aquellos años, el sector financiero venía arrastrando una larga crisis larvada por las dificultades para reestructurarse, lo que acabó estallando con la intervención de la entidad presidida por Mario Conde. Banesto acabó siendo absorbido por el Santander, que también se hizo con el Central y el Hispano.
Los expertos dan por hecho que la morosidad seguirá subiendo en los próximos meses a la espera de que se concluya el proceso de saneamiento del sistema, que también en esta ocasión se está arrastrando más tiempo de lo debido. Eso es, al menos, lo que opinan los inversores, que no aflojan la presión sobre España en los mercados por las dudas sobre la reestructuración y la implicación del Estado —y su deuda— en el proceso.
Para cerrar de una vez el capítulo, el Gobierno ha decidido pedir el rescate de sus socios del euro, que han puesto a disposición de España un crédito de hasta 100.000 millones para ello. A cambio, Bruselas someterá al sector a un duro ajuste de reducción de capacidad, aumentará los mínimos de capital al 9% para todos y sacará a las cajas de la entidades. También, impondrá condiciones de supervisión que dejan al Banco de España, que según su nuevo gobernador, Luis María Linde, falló en la crisis, a las órdenes del BCE.
La cifra definitiva de las necesidades de las entidades se sabrá en otoño, cuando concluyan las auditorias y pruebas de resistencia encargadas a auditoras externas, entre cuyos objetivos destaca, precisamente, el de hacer aflorar la eventual morosidad oculta en las cuentas de las entidades. Es decir, si tienen perfectamente identificados los activos inmobiliarios problemáticos y están correctamente provisionados.
En cualquier caso, los primeros 30.000 millones provenientes de los fondos de rescate necesarios y urgentes para reflotar a las nacionalizadas Bankia, Novagalicia y Catalunya Caixa llegarán ya este mismo mes de julio.
Los bancos y cajas de ahorros tenían a cierre del pasado año 304.000 millones de euros en crédito promotor y activos inmobiliarios adjudicados por el impago de deudas. De esa cifra, el Banco de España tenía clasificados como problemáticos unos 184.000 millones de euros, bien por ser créditos morosos, subestándar (en riesgo de impago) o inmuebles que se ha quedado la banca por impago de los créditos que dio para financiar su compra.
Los resultados de los exámenes independientes, si se confirma la sospecha de que las entidades han camuflado los créditos dañados, impulsarán al alza la tasa de morosidad. A más largo plazo, sin embargo, existe la incógnita de si la puesta en marcha de un banco malo permitirá aliviar esta carga. En esta entidad está previsto que se agrupen los activos tóxicos de las entidades que pidan ayudas con cargo al rescate, tal y como imponen las condiciones del plan de asistencia.
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