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El lujo salvará Europa

Los productos de alta gama esquivan la crisis y son ya el 2,6% del PIB de la Unión

Una dependienta muestra un bolso a una clienta en una tienda de Chanel en Shanghái.
Una dependienta muestra un bolso a una clienta en una tienda de Chanel en Shanghái. Carlos Barria (Reuters)

“El lujo no es lo contrario de la pobreza, sino de la vulgaridad”. Antonio Tajani, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Industria y Empresa, escogió esta semana esas palabras de Coco Chanel, gran dama de la moda francesa, para presentar en Bruselas El valor de las industrias culturales y creativas para la economía europea, un informe encargado por la Alianza Europea de Industrias Culturales y Creativas (ECCIA, en sus siglas en inglés) para subrayar el valor de un sector para el que no hay crisis, que evoluciona con tasas de crecimiento chinas (por encima del 10% en el pasado reciente y del 7% al 9% en los años venideros) y que tiene unas cifras de negocio deslumbrantes: con solo un millón de trabajadores directos (más otro medio millón de indirectos), aporta el 2,6% del PIB de la UE.

Industrias culturales y creativas es un eufemismo que enmascara otra realidad. El desavisado podría pensar en cine, editoriales, videojuegos o semejantes, pero en realidad la ECCIA y su informe giran en torno al lujo, al lujo con mayúsculas. La alianza acoge al Gotha de la alta gama europea en cinco asociaciones correspondientes a los cinco mayores países de la Unión (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido) y en la propia presentación de su estudio se debatió sobre la pertinencia o no de insistir en la palabra lujo o buscar alternativas con menos connotaciones, como excelencia.

“El lujo pertenece al patrimonio cultural europeo”, dice Tajani. “El lujo no es solo dinero. Es calidad. Es una tarjeta de visita para Europa en el mundo, que abre la puesta a otras industrias”. Carlos Falcó, marqués de Griñón y presidente del Círculo Fortuny, el capítulo español de la ECCIA, reconoce que la palabra tiene un significado distinto en distintas partes del mundo: “Los mediterráneos nos oponemos a ella, pero los franceses y los ingleses la usan sin rubor. En el mundo asiático es señal de éxito”. Y tanto. Las ventas en China representan el 10% del mercado global del lujo y se estima que en 2020 podrían llegar al 44%. Más de la mitad de los productos de lujo adquiridos por los chinos en 2010 lo fueron fuera de su país. En París hacen cola para entrar en algunas tiendas de lujo. “Nosotros promovemos la calidad, la elegancia, el refinamiento”, precisa Elisabeth Ponsolle de Portes, presidenta del Comité Colbert, el socio francés de la ECCIA. “La calidad es una característica europea, el futuro del sector”.

Las cifras del informe preparado por Frontier Economics son elocuentes sobre el carácter de Europa como superpotencia incuestionable en el universo de la alta gama. Las marcas europeas suponen no menos del 70% del mercado mundial del lujo, con una producción en 2010 de 440.000 millones de euros. El 60% del negocio va a la exportación, lo que supone que el 10% de las exportaciones europeas son productos de lujo. Salvo una pequeña caída en 2009, el sector ha crecido en los últimos años por encima del 10%, y las previsiones son que lo siga haciendo a una tasa del 7%-9%. De confirmarse la tendencia, podría llegar a rondar el billón de euros y dar empleo a unos dos millones de personas en 2020.

El sector va a crecer a un ritmo

Aura, artesanado y creatividad, inversión en propiedad industrial e intelectual, distribución selectiva y desarrollo de nuevos mercados son los cinco pilares que definen el sector del lujo, cada uno con su aportación propia al modelo. Algunos pueden ser defendidos por las propias firmas de privilegio, como el aura que envuelve al lujo, un valor fundamental para diferenciarlo del mercado de masas. Pero otros, como la defensa de la propiedad intelectual frente a la piratería desbocada o contra el proteccionismo, requieren de estrategias y políticas impulsadas desde la Comisión Europea, a la que todo el mundo acude inquiriendo “qué hay de lo mío”, hasta el mundo del lujo, tenido por inmune a ese prosaísmo. “No pedimos privilegios, sino que no se dañe el modelo”, replica Armando Branchini, presidente de la ECCIA. “Damos empleo a un millón trabajadores directamente y a otro medio millón de forma indirecta. ¿Es mejor el paro? Sería estúpido”.

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