El 'Harry Potter' que agitó la City
Matthew Robson, de 15 años, revolucionó este verano el corazón financiero de Londres con un informe sobre medios de comunicación
Todo empezó con un paseo y un orín de Rudy. Rudy es el perro de la familia Robson, el artífice en la sombra de esta rocambolesca historia protagonizada por un chaval con aspecto de Harry Potter, un adolescente de quince años que no es mago, pero que consiguió revolucionar la City londinense este verano con sus irreverentes reflexiones sobre periódicos, radios, marketing viral y teléfonos móviles.
Los adolescentes pasan de Twitter, prefieren Facebook. No hay quien se lea un periódico con esas largas columnas de texto. La consola es mi teléfono. El móvil sólo lo uso para enviar mensajes. Me gusta el marketing viral [técnica de propagación publicitaria por internet]. No quiero nada que lleve cables. Estas fueron algunas de las opiniones que vertió, negro sobre blanco, en un informe para Morgan Stanley. Informe que llegó a manos del Financial Times, que lo colocó en su portada. Docenas de gestores y directivos de la City se pusieron en contacto con el banco de inversiones para saber más sobre ese estudio y sobre su autor. El autor estaba en prácticas y tenía quince años.
El paseo y el orín, sí. Así arranca esta historia, en el formidable parque de Greenwich, al sureste de Londres. Allí salió a pasear Sheila, la madre de Matthew, con Rudy, el perro de la familia. Allí fue donde Sheila se encontró con Sian, la mujer del alto ejecutivo de Morgan Stanley. Allí fue donde Sheila le comentó que a su hijo Matthew le habían pedido en el cole que buscara una empresa para unas prácticas de dos semanas. Así se inicia la carambola.
Matthew se pone por primera vez en su vida traje y corbata, y se presenta en las gigantescas oficinas centrales del banco de inversiones, finales del mes de junio.Era la primera vez que se vestía así. "Me sentí bastante adulto con ese traje negro", confiesa, tímido, en la recepción de unos apartamentos de Palma de Mallorca. La familia Robson adora venir de vacaciones a España. Matthew ya ha acudido siete veranos: a Mallorca, a Tenerife, a Gran Canaria. Y este año, después de tanto revuelo, no podía ser menos, aunque los apartamentos se encuentren a apenas medio kilómetro de donde se produjo este verano el atentado terrorista de ETA, en Palmanova, al suroeste de la isla.
Le piden un informe. De cómo ven los adolescentes los medios. Un informe de los que sirven para asesorar a inversores. Matthew habla con unos diez amigos y, con absoluto desparpajo, se pone a escribir. El trabajo, tan natural como exento de rigor científico, gusta tanto a Edward Hill-Wood, analista de medios de la firma estadounidense, que lo hace llegar al Financial Times. Una vez el diario económico lo publica en portada, los teléfonos de Morgan Stanley empiezan a rugir; el informe del chaval recibe seis veces más retroalimentación que cualquier otro sesudo estudio elaborado durante meses por los expertos de la firma.
Matthew tiene mirada de chico listo. Es alto, delgado y un tanto desgarbado. Le encanta la ciencia, sobre todo la química. Es gran fan de la banda estadounidense The Killers. Y es muy tímido, "mucho menos que antes", dice. "Lo que más me sorprendió fue cuando me llamó mi primo desde Bélgica y mi tío de Australia", cuenta. "En ese momento me di cuenta de que el fenómeno era global. Es un poco chocante ver tu nombre por todas partes", relata con el móvil entre las manos.
No es que el contenido de su trabajo fuera ultranovedoso. Pero resultaba revelador. La franqueza con la que estaba escrito conquistó a los ejecutivos de la City: "No conozco ningún adolescente que lea con regularidad periódicos", escribió, "la mayoría no tiene tiempo ni se complica la vida con páginas y páginas de texto cuando pueden ver las noticias resumidas en internet o en la televisión". ¿Más reflexiones?: la mayoría de los adolescentes nunca se ha comprado un cedé; al cine se va a ver qué hay, sin saber de antemano qué película se quiere ver; nadie se compra ya tonos o imágenes para el móvil por la mala prensa que tienen y porque se pueden bajar gratis de Internet;la mayoría no escucha música en la radio, y dejarle que elija él la música cuando hay sitios de radio a la carta en los que la música la eliges tú. Reflexiones discutibles - "los juegos de pecé tienen poco o ningún hueco en el mercado adolescente"- , otras sobradamente conocidas, pero, en cualquier caso, mensajes directos y claros.
"Es un chico que piensa antes de actuar, es sensato", dice, orgulloso, Bill, el padre de la criatura, con su sombrero Panamá y su cerveza en la mano, en la terraza de los apartamentos mallorquines. Bill Robson, de 70 años, se ha pasado media vida viajando por el mundo como alto ejecutivo de British Petroleum. Dice que no sabe demasiado de algunas de las cosas de las que habla el informe de su hijo -del que le separan 55 años-, pero que le gustó en cuanto lo leyó. "Me pareció serio y muy bien escrito".
Matthew cuenta que, de mayor, le gustaría trabajar en un banco de inversiones. En un periódico, desde luego, parece poco probable que acabe trabajando. Y eso que, paradojas de la vida, fue precisamente la portada de un tradicional periódico en papel la que catapultó su historia a lo largo y ancho del mundo.
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