Diamantes de cuello largo
Un solo huevo suyo equivale a 25 de gallina, mientras que su piel cada vez es más demandada para la producción de carteras, bolsos, cinturones o sofás. Los avestruces conquistan los mercados europeos y asiáticos y se convierten, igual que los cocodrilos, en los animales más codiciados en el sector de la peletería de lujo.
No les ponen nombre como si fueran mascotas, sin embargo, los cuatro hermanos Sánchez conocen muy bien a sus más de 200 avestruces. "Mire a ése, le tengo controlado. Es el chulo del corral y siempre está molestando a los demás. Les persigue y les pica", señala Raúl. Ese ejemplar conflictivo mide más de dos metros y tiene unos 15 meses. Los estropicios acometidos con su largo pico pueden salir muy caros a los titulares de esta granja de Navalcarnero, a 30 kilómetros de Madrid. "La piel de cada uno ha de estar perfecta si se quiere vender". Y los sesenta animales que corretean en ese recinto como una avanzadilla de curiosos de cuello largo están justo a punto de terminar su estancia en la granja. Pronto se convertirán en codiciados complementos de marroquinería. Carteras, cinturones, sofás, objetos cada vez más demandados, junto a los complementos de cocodrilo, en el sector de la peletería de lujo.
Cada pieza tiene un valor inicial de 60 euros. Tras el curtido, el precio se dispara
Hace una década, los ganaderos empezaron a llamarles "pájaros de los huevos de oro". No sin razón, si se considera que cada uno pesa más de dos kilos y equivale a dos docenas de huevos de gallina. De todas formas, precisamente el miedo a las enfermedades, causado por los casos de vacas locas y por los brotes de gripe aviar, ha rebajado el mercado de la carne de avestruz y al mismo tiempo ha afianzado la utilización de este animal en el sector de la peletería.
Raúl Sánchez lo cuenta con un ejemplo: "Abrimos la granja hace nueve años con algunos animales jóvenes, con la intención de engordarlos y venderlos. En cuatro años conseguimos criar a un centenar de ejemplares. Sin embargo, la idea no funcionó, así que decidimos vender sus pieles y su carne". Y es que, en realidad, a finales de los noventa una pareja de avestruces podía llegar a costar más de 12.000 euros, mientras que ahora el precio ha bajado notablemente, hasta rondar los 900 euros por animal. "Antes eran demasiado caros y ahora, demasiado baratos". Para que el negocio salga rentable, hay que comercializar esas pieles, "una de las más versátiles del mercado", afirman los expertos.
Tras el paso de los animales por el matadero de Toledo, los hermanos Sánchez someten las pieles al proceso de salazón. "Una semana es más que suficiente", explica Raúl antes de abrir la puerta del depósito y dejar salir el olor acre de la sal. "Después, vendemos la piel de cada ejemplar a otras empresas, que se dedican a curtirla. Cada pieza sale de la granja con un valor inicial de unos 60 euros", explica. Después del proceso de curtido, su precio se dispara. Es entonces cuando el avestruz se convierte de verdad en el pájaro de los huevos de oro del sector peletero.
Lo sabe muy bien Cándido Carrillo, titular de la firma Alani Exotics, que produce y comercializa, a través de su página web (www.alani-exotics.com), decenas de complementos de marroquinería de avestruz. "Con la piel de un ejemplar podemos producir algunos objetos exclusivos", dice. ¿Los precios? Van desde los 50 euros de un cinturón o 150 de una cartera hasta 575 euros de un bolso para mujer o los casi 700 de un maletín. "Se trata de un mercado de lujo muy limitado, pero también bastante estable", asegura Carrillo. Y es que, además de la suavidad y elegancia del cuero, la piel de avestruz puede durar décadas con algunos cuidados mínimos. Su resistencia al uso se debe en particular a los aceites naturales que produce, que, por ejemplo, evitan que se endurezca o cuartee. En concreto, los expertos suelen medir su calidad en función de la definición de los folículos distribuidos por su superficie. Unos puntitos que, sobre todo cuando dibujan formas simétricas, hacen las delicias de decenas de compradores europeos y asiáticos. Y es que la piel de avestruz tiene sus mercados más fieles en Japón y en Italia, donde llega a ser utilizada también para tapizar sofás o incluso los interiores de algunos coches de lujo, por ejemplo los Maserati Quattroporte.
En España, además de la granja Avestruces Sánchez, los mayores productores son el Centro Sayagués del Avestruz, en Zamora, o Avestruces Aragón, en Paracuellos de Jiloca (Zaragoza). De todas formas, los ganaderos españoles no son suficientes para satisfacer la demanda de compradores y comerciales. Por eso, Carrillo tiene que importar. "Sobre todo de Brasil, Suráfrica o Israel", apunta. "Porque, a pesar de ser reducido, el nicho de mercado está muy bien definido. Hay, incluso, muchos moteros que para dar un toque de elegancia a sus Harley-Davidson encargan piel de avestruz para forrar el asiento", asegura. Pero, ¿qué ocurre con las famosas plumas? También se aprovechan. No hace falta ser una estrella de cabaré para lucirlas como adorno. Porque se venden en decenas de páginas web por cinco euros.
Al principio fue el cocodrilo
Una leyenda difundida en Namibia lo narra así: “El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de ella”. Tanto tuvo que presumir el animal que ya hace décadas se convirtió en una de las joyas del sector peletero. La piel del cocodrilo del Nilo, que en Europa se cría sólo en la granja Kariba de Jerez de la Frontera (www.cocodrilosjerez. com), es la más cotizada en el mercado italiano, francés, japonés, estadounidense y, desde hace unos años, ha conquistado a los compradores chinos.
Los ejemplares se suelen clasificar en función de la anchura de la barriga. La llamada medida baby se sitúa entre 22 y 34 centímetros. La estándar, que es también la medida más comercial, oscila entre 35 y 50 y es la más común en los cocodrilos jóvenes de 1,5 metros de largo. La piel del animal recién sacrificado suele costar unos tres euros por centímetro cuadrado, mientras que, una vez curtida, la pieza puede llegar incluso a 15 o 18 euros por centímetro.
Sin embargo, es en los escaparates donde el cocodrilo del Nilo se convierte en el verdadero rey de la peletería. Una cartera trabajada por un artesano puede costar unos 150 euros. Un modelo parecido salido de los talleres de una marca como Loewe, en cambio, en los escaparates de una capital europea puede subir hasta 580 euros. Los bolsos y los complementos de marroquinería de algunas firmas exclusivas francesas o italianas, como Chanel o Prada, pueden llegar a costar varios miles de euros, así como las piezas fabricadas por encargo.
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