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Buenos Aires, una ciudad marcada por el miedo

El 88,1% de los porteños cree que tiene una alta probabilidad de ser víctima de un delito

La inseguridad, la pobreza y el paro están cambiando la cara de Buenos Aires. El agravamiento de estos males tras la devaluación del peso en diciembre pasado y el enorme aumento de la delincuencia han hecho de la capital argentina un lugar donde el miedo está metido en la piel de sus habitantes. Quien conozca Buenos Aires pero no la haya visitado el último año se encontrará hoy con una ciudad muy cambiada.

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La sensación de vivir en un lugar inseguro se respira hoy más que nunca en las calles. Los controles policiales a los conductores son moneda corriente a cualquier hora del día. Los restaurantes, bares y cafeterías, hartos de los asaltos, cuentan con guardias de seguridad privados para disuadir a los delincuentes. Los accesos a la capital están plagados de policías armados hasta los dientes. Los secuestros rápidos, llamados express, en los que se retiene a la víctima hasta que los familiares pagan el rescate, están a la orden día.

Así, el 88,1% de los vecinos de la ciudad de Buenos Aires cree que tiene una alta probabilidad de ser víctima de un delito, según una encuesta del Ministerio de Justicia difundida la semana pasada. Y no es en vano. Porque en 2001, casi el 40% de los habitantes de la ciudad fue objeto de un asalto. Además, 36 policías de la capital fueron asesinados en lo que va de año.

El miedo es tal que muchos habitantes de la ciudad han abandonado el país hasta que la situación mejore. Uruguay y Estados Unidos son los destinos más solicitados. Otros, algunos de los que han optado por quedarse, han decidido protegerse por su cuenta: el 11,4% de los habitantes de la ciudad, casi 300.000 personas, tienen un arma en sus casas.

"Es increíble cómo cambió todo este año", dice Milagros Raffo, de 23 años, que vive en el centro de la ciudad. "La gente tiene miedo y ha cambiado sus hábitos por eso. Después de las once de la noche no ves a nadie caminando por la calle, cosa que el año pasado no sucedía. Además, la pobreza que se ve ahora en la ciudad es enorme. Al principio salías a la calle y veías muchas personas mendigando; pero después te dabas cuenta que cada día había más y más, e incluso gente bien vestida."

Un 52,8% de pobres

En la Capital y el Gran Buenos Aires un 52,8% de los habitantes es pobre, es decir, una de cada dos personas. Además, hay 1,5 millón de personas que viven, en promedio, con un peso por día (0,30 euros). Las cifras se reflejan en los ejércitos de cirujas o cartoneros, calculados en 100.000 personas, que invaden las calles de la ciudad por las noches para revolver las bolsas de basura en busca de cartones para vender.

En la provincia de Buenos Aires, el panorama de la inseguridad es aterrador. Cinco personas son asesinadas por día. La delincuencia juvenil ha crecido un 142% en apenas cuatro años y cada dos días detienen a un menor acusado de homicidio. En lo que va de año, 27 policías fueron asesinados en territorio provincial. El propio gobernador de la provincia admitió semanas atrás que la policía de su distrito está desbordada por los hechos.

Así es como la proliferación de guardias de seguridad privados en la provincia de Buenos Aires es enorme. De hecho, en la provincia hay más agentes de este tipo que policías. Son 70.000 vigilantes privados que conforman un virtual ejército paralelo. Pero lo que preocupa a las autoridades es que casi la mitad de ellos están fuera de la ley y no tienen control.

Además, la confianza de la gente en la policía es cada vez menor. El 46,6% de los ciudadanos opina que la policía de la ciudad de Buenos Aires no hace un buen trabajo. El deterioro en la credibilidad en las fuerzas de seguridad se basa en los escándalos de corrupción en los que con frecuencia se ve implicada y en los muchos casos descubiertos de bandas de delincuentes formadas por policías en actividad.

Lo cierto es que el miedo ha cambiado los hábitos de la gente en estos primeros siete meses del año. Juan Vidal Olmos, de 29 años, cuenta su experiencia. "He dejado de ir a determinados barrios por miedo. Me cuido mucho por la noche cuando estoy parado con el coche en un semáforo en rojo por temor a un secuestro o a un robo. También me da miedo circular por calles oscuras y no me gusta nada ir a la provincia de Buenos Aires por la noche".

"En Buenos Aires han desaparecido las reglas mínimas de convivencia"

Ignacio Labaqui, analista político e investigador de política latinoamericana de la Universidad Católica Argentina, compara la situación con otras grandes urbes suramericanos. "Buenos Aires se esta pareciendo en estos últimos meses cada vez más a algunas ciudades latinoamericanas, como Bogotá, Río de Janeiro o San Pablo, donde la inseguridad y la violencia son cosas de todos los días. En Buenos Aires han desaparecido las reglas mínimas de convivencia. El Estado esta desbordado por los crímenes y no cumple con su obligación de proteger al ciudadano. Además, la seguridad se ha transformado en un bien privado, ya que sólo la obtiene quien tiene dinero para poder pagarse vigilancia privada".

Para Labaqui, si la crisis se extiende en el tiempo, Buenos Aires podría convertirse en una ciudad tan peligrosa como Bogotá. La misma opinión tiene Juan Francisco Meza, el zar antisecuestros de Colombia, quien advirtió semanas atrás que la Argentina es hoy caldo de cultivo idóneo para que se desarrolle la industria del secuestro al mejor estilo colombiano. Labaqui concluye con un pronóstico que da miedo: "Si la situación de violencia e inseguridad en Buenos Aires se mantiene, la aparición de ejércitos privados o escuadrones de la muerte en el futuro cercano no debería sorprender a nadie".

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