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CONFERENCIA DE LA OMC

La duda sobre una nueva ronda comercio planea sobre la reunión de Doha

Los temas más espinosos son la agricultura y la flexibilización de las patentes de medicamentos

Con la duda de si se iniciará una nueva ronda de liberalización comercial como desean, sobre todo, los países desarrollados, el emir de Qatar, jeque Hamed ben Jalifa al Zani, ha inaugurado hoy la IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Doha, capital de este país islámico del Golfo Pérsico.

La conferencia, que se ha abierto al anochecer del viernes, el día sagrado de los musulmanes, y durará hasta el próximo martes, está presidida por el ministro qatarí de Economía y Comercio, Yusef Husein Kamal, acompañado por el director general de la OMC, Mike Moore.

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En el acto protocolario de inauguración, además del jeque Hamad, Kamal y Moore, han intervenido Rubens Ricupero, secretario de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas para Comercio y Desarrollo), en nombre del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y Stuart Harbinson, presidente del Consejo General de la OMC.

Las delegaciones oficiales de los 142 países miembros de la OMC, la mayoría de ellas encabezadas por sus ministros de Economía, Finanzas o Comercio, y en algunos casos de Exteriores, han acreditado para la reunión a 2.641 representantes.

Además, hay delegados de 388 organizaciones no gubernamentales (ONG), de las que una tercera parte representan a agrupaciones críticas con la OMC o alternativas, y el resto son grupos empresariales o de presión, así como 808 periodistas de todo el mundo, con los que se completan los cerca de 5.000 asistentes a la conferencia.

La adhesión de China

En la jornada de mañana se producirá la adhesión a la OMC de la República Popular China, un país que supone un mercado de más de 1.300 millones de personas. Un día después ingresará Taiwán, al que para evitar conflictos con Pekín se le denomina en los documentos oficiales "Territorio Aduanero Distinto".

En esta conferencia, que se celebra dos años después de la fracasada de Seattle (EE UU), la Secretaría de la OMC, con Moore a la cabeza, está decidida a impulsar un nuevo ciclo de negociaciones para derribar las barreras comerciales que persisten, por entender que contribuirá al desarrollo económico mundial en un momento de crisis, en el que pueden darse tentaciones proteccionistas.

Muchos países en desarrollo, sobre todo asiáticos, como India, prácticamente todos los africanos y algunos latinoamericanos son reacios a adquirir nuevos compromisos que pueden resultar onerosos para sus economías, cuando todavía no se han cumplido en su totalidad los acuerdos de la anterior ronda de Uruguay.

Los temas más espinosos son la agricultura, en la que los grandes productores y países del Tercer Mundo exigen el desmantelamiento de los sistemas de subvenciones, frente a la posición de europeos y japoneses; y la flexibilización de las patentes de medicamentos, reclamada por Brasil, India y muchas otras naciones en desarrollo, asunto al que se oponen, sobre todo, EE UU y Suiza.

Las críticas de las ONG

De las organizaciones no gubernamentales críticas con la actuación de la OMC, desde el punto de vista ecologista Greenpeace intentará convencer a los representantes oficiales de la necesidad de aplicar lo que denominan "principio de precaución", consistente en "prevenir los daños al medio ambiente antes de que se produzcan", según su director político, Remi Parmentier.

Intermón Oxfam, desde la perspectiva humanitaria, también acude a la Conferencia con una postura "crítica con las normas inaceptables que la OMC ha impuesto a los países menos desarrollados", ha indicado su portavoz, Gonzalo Fanjul.

"El borrador de declaración final propuesto para esta reunión ha provocado una protesta formal de los países menos adelantados del Sur, porque los ricos del Norte han ignorado sus propuestas", ha recalcado Fanjul.

Así, en la conferencia reina un cierto optimismo respecto a la posibilidad de acordar en Doha el inicio de una nueva ronda de liberalización comercial. Pero el propio Moore reconoció ayer que "quedan problemas por resolver" para poder hacerlo.

El Emir de Qatar, durante la ceremonia de apertura de la conferencia de la OMC en el Hotel Sheraton de Doha.
El Emir de Qatar, durante la ceremonia de apertura de la conferencia de la OMC en el Hotel Sheraton de Doha.AP

Preparados para la evacuación

Desde los violentos sucesos protagonizados por los grupos antiglobalización en la reunión de la OMC en Seattle (EE UU), hace dos años, los gobiernos del mundo se lo piensan dos veces antes de organizar un evento mundial, un temor al que se suma la psicosis terrorista tras el 11 de septiembre.

El régimen Qatar, una monarquía absoluta inmersa en un proceso constituyente para convertirse en parlamentaria, aceptó el desafío de albergar la reunión y los miembros de la OMC dieron su aprobación para disgusto de las ONG, que la acusaron de esconderse para evitar las protestas de la sociedad civil.

Dos meses después de los ataques terroristas contra EE UU, las hipótesis sobre posibles atentados en un Estado musulmán con un gran número de inmigrantes afganos y paquistaníes y próximo al país de los talibanes, hicieron dudar hasta el último momento sobre si se aplazaría la conferencia o se cambiaría la sede por Singapur.

En este ambiente, las medidas de seguridad se han extremado hasta el punto de que se ha cercado la parte de la capital donde están los hoteles y lugares de reunión de los delegados, quienes han quedado prácticamente aislados de la población local.

La delegación estadounidense, encabezada por el representante de Comercio Exterior, Robert Zoellick, ha tomado sus propias medidas de seguridad en todos sus actos e incluso en las conferencias de prensa los periodistas son minuciosamente registrados antes de entrar en las salas donde se celebran.

Además, 2.100 marines se encuentran frente a la costa de Doha a bordo de un portahelicópteros, otros dos buques de guerra y el apoyo de varias lanchas rápidas, preparados para una posible evacuación de su delegación.

Por el momento, la calam reina en Doha y tan sólo unos 50 representantes de ONG, entre los que se encuentra el sindicalista francés José Bové, se manifestaban hoy frente a la sala donde se producía la apertura oficial de la cuarta conferencia ministerial de la OMC.

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