El Sporting sigue igual

El primer domingo después de Manolo Preciado fue como tantos otros. Un Sporting voluntarioso, pero limitado y atenazado por la responsabilidad, dio otro paso atrás cuando se esperaba algún síntoma de cambio con la permuta en el banquillo, ocupado ahora por Iñaki Tejada. El equipo gijonés estuvo a punto de conseguir los tres puntos, que no es poco a la vista de la clasificación, pero un cabezazo de Lekic impidió echar mano de esos tópicos que hablan de las bondades del cambio de entrenador.

Sporting, Osasuna, El Molinón, frío y lluvia. Todos los ingredientes para un partido de esos con la etiqueta de norteños que aseguraban sudor, mucho contacto y alta tensión en las gradas. Pero ahora ni siquiera en el norte abunda el barro, los conjuntos están trufados de jugadores de todas las latitudes y los horarios televisivos no ayudan a animar el cotarro.

A diferencia de otros relevos en la dirección, que producen una comunión renovadora entre todos los estamentos de un club, el carisma de Preciado debilitó la respuesta de la gente. Había tantas ganas de arropar a un equipo en apuros como de homenajear al hombre que consiguió revivir al Sporting, como proclamaba una pancarta de la grada juvenil. El nuevo técnico tampoco apostó por una ruptura táctica ni de nombres y en el ambiente quedó la sensación de historia ya conocida.

El gol de Carmelo, después de media hora de juego sin sustancia, llegó al estilo del mejor Sporting de los últimos años. Arrancada de Barral rompiendo la organización osasunista, apertura a la izquierda, centro raso de Nacho Cases y remate en el área pequeña de Carmelo. El 1-0 era un tesoro, pero el Sporting se arrugó en el segundo tiempo.

Nino falló dos claras oportunidades ante Juan Pablo. Pero el portero ya no pudo hacer nada con un cabezazo picado de Lekic que se aceleró por la rapidez del césped.