Una ITV para las subvenciones

Cuidar el medio ambiente desde la empresa, invertir en innovación para tener una economía más fuerte y competitiva... El modo de hacer empresa del siglo XXI tiene poco que ver con el del pasado. Pero el cambio significa inversión, y una ayuda del Estado que impulse esos cambios nunca vendrá mal. Ya sea para solicitar una subvención pública o para acceder a una desgravación fiscal, la compañía tiene que argumentar y justificar su petición con un estudio técnico, y ahí es donde entra Euro-Funding Advisory Group, una firma fundada y dirigida por Víctor Tarruella de Oriol que, además de ser la primera asesoría española especializada en gestión integral de ayudas públicas para financiación de proyectos I+D+i "tanto en el ámbito español como europeo", ha sabido crecer en paralelo a las necesidades de sus clientes.

Lo que quiere decir que "hemos acabado por gestionar la solicitud de ayudas dirigida a la empresa protectora del medio ambiente y la eficiencia energética, prestar asesoría en valoración catastral para optimizar las tributaciones y proporcionar asesoría integral en la financiación pública de proyectos dirigidos a pymes".

Hoy a nadie se le ocurre preguntar si una empresa ha de invertir en eficiencia energética, innovación o respeto al medio ambiente. Sin embargo, cuando Euro-Funding arrancó, las cosas eran muy distintas. "El primer año lo dedicamos a explicar lo que hacíamos. En realidad, tuvimos que crear una necesidad que no existía", apunta Tarruella. Claro que entonces la compañía contó con una ayuda inestimable: justo en 1995 entró en vigor la ley que permitía a las empresas deducirse impuestos por inversiones en I+D+i, "un argumento facilitó mucho nuestro trabajo. Aun así, pese a que los primeros clientes los firmamos a los pocos meses de comenzar a trabajar, tuvimos que sembrar durante dos años hasta que el proyecto estuvo consolidado".

Actualmente Euro-Funding Advisory Group es capaz de poner a disposición del mercado 600 consultores e ingenieros multidisciplinares altamente especializados, con 10.000 proyectos desarrollados en 15 años y más de 4.500 millones de euros obtenidos en ayudas y subvenciones, además de 16 consorcios europeos gestionados.

En su cálido despacho, Víctor Tarruella se refiere a sus clientes como elementos capitales en el crecimiento de la firma. "Tenemos con ellos una relación de confianza muy estrecha, hasta el punto de que, habiendo trabajado con la práctica totalidad de los 600 grupos industriales españoles, hemos tenido muy pocas bajas en nuestra cartera de clientes". Las relaciones cultivadas han permitido a la compañía acompañarlas al mercado exterior, donde tiene "oficinas propias o acuerdos firmados con líderes del sector en cada país". Está en capitales como París, Londres, Bruselas, Lisboa, Berlín, Varsovia, Casablanca, Nueva York, Houston, Montreal, Roma y Dublín.

El consejero delegado de la empresa sorprende a cualquier observador por su accesibilidad. Según Tarruella, "tener un buen ambiente de trabajo es lo que me hace levantarme cada mañana de la cama. He vivido la competitividad en la empresa, el pisar al otro para ascender. Ese modo de trabajar nunca tendrá cabida aquí, de hecho hemos prescindido de personas con muy buen perfil que provocaban mal rollo". Si la gente siente la empresa como propia, el trabajo final tendrá mejor calidad, lo que aumentará el número de clientes. "Así crearemos nuevas unidades de negocio con nuevos gerentes que ocuparán, sin necesidad de sustituir a nadie, un nuevo puesto de responsabilidad", indica.

En esta ecuación, la conciliación es un elemento esencial, "un concepto tan desvirtuado que se confunde con trabajar poco, cuando no tiene nada que ver. Conciliar es trabajar lo que se tiene que trabajar, y cuando no hace falta estar, no se está". ¿Consecuencia de esta política? Un crecimiento sostenido de un dígito durante la crisis. "Antes de la crisis eran dos y volverá a ser así cuando las cosas mejoren", prevé Tarruella.