"No podemos contratar a todos los investigadores, no hay recursos"
El fin de año en la Universidade de Santiago tuvo un desenlace amargo para 17 investigadores Parga Pondal, a los que por primera vez la institución que preside Juan Casares Long (A Coruña, 1950) decidió no consolidar en su totalidad al final del lustro que dura el programa, como venía haciendo en anteriores promociones. Casares Long aprobó estabilizar solo cinco plazas entre las 32 personas contratadas al amparo de una línea de ayudas que pretende apoyar la carrera de investigadores de alto nivel. Esta decisión se tambalea ahora porque el Consello de Goberno de la semana pasada anuló la reunión que en noviembre aprobó el recorte.
Pregunta. ¿Qué cambia en la situación de los investigadores?
"Tenemos que volver a la cultura del esfuerzo, que se estaba perdiendo"
"El alumno que pueda debería contribuir con una matrícula más alta"
Respuesta. La situación cambia de forma significativa porque ahora tendremos que establecer un nuevo procedimiento para determinar el número de personas que se van a incorporar.
P. ¿Implicará un replanteamiento en el número de plazas que se consolidarán?
R. Todavía no puedo decirlo porque dijimos que lo íbamos a establecer en un estudio de la plantilla teórica, en el que estamos trabajando desde diciembre. Es algo que nunca se hizo en la Universidade de Santiago. Durante años no tuvimos unas restricciones presupuestarias como las de ahora. En otras ocasiones, cualquier persona que viese este programa diría: y el rector, ¿por qué no hizo como en años anteriores, todos para dentro? Claro, para mí sería mucho más fácil, pero ahora no tenemos la capacidad presupuestaria para hacer frente a nuevas incorporaciones y en el futuro más próximo no parece que vayamos a volver a esa situación.
P. ¿Prescindir de estos investigadores no supondrá una merma en la apuesta investigadora de la Universidade?
R. La Universidade de Santiago puede presumir de ser investigadora. Tenemos unas restricciones presupuestarias y una falta de recursos específica de nuestra universidad, porque tenemos que pagar devoluciones de préstamos. La deuda bruta era el año pasado de 71,5 millones. Devolvimos 6,5 millones más los impuestos correspondientes y ahora mismo está en torno a los 65 millones de euros. Esto restringe mucho nuestras posibilidades. Tenemos que abrir las puertas todos los días, tenemos compromisos con respecto al alumnado, y con los objetivos de investigación a los que tenemos que hacer frente, y eso es lo que produce las tensiones y dificultades.
P. Pero al menos durante los tres primeros años las plazas de los Parga Pondal no tendrían consecuencias para las cuentas de la USC, sino para la Xunta
R. Es cierto que eso existe, pero ahora llegan los que acabaron en 2009 y de repente tenemos que incorporarlos al presupuesto, y el año que viene a los que se fijaron en 2010... Los dineros son los que son. Lo que no puedo decir es que voy a hacerme cargo de una nómina y dentro de dos años tener que echar a la gente a la calle, tengo que ser prudente porque en esta casa estamos cubriendo los salarios de 3.500 personas. Tengo que ser muy cuidadoso al garantizar que los que están cobren todos los meses. Hasta hace poco, podían pasar todos los que estaban. Ahora mismo, ya no podemos coger a toda la gente. No hay recursos previstos para hacerlo. Hace unos años, cuando el dinero parecía que... a lo mejor lo había, pero a lo mejor parecía que lo había y siempre había el recurso de acudir a la administración autonómica y decir: me quedé sin dinero, tienes que abrirme un crédito por una cantidad, porque como al año siguiente iba a crecer el presupuesto... no había problema. Ahora ya no hay dinero encima de la mesa.
P. ¿Quiere decir que si la Universidad incorporase a estos investigadores se encontraría en una situación difícil?
R. Claro. No ahora mismo, pero sí dentro de un tiempo. Insisto en que yo no quiero perder ritmo, los mejores deben entrar. Ahora hay que hacer una evaluación externa y decidir dónde cortamos, porque no hay recursos para todos. Y ese es el ejercicio que vamos a hacer. Pensamos tener los datos preparados a finales de este mes.
P. ¿Teme que estas limitaciones hagan menos atractivas la investigación en Santiago?
R. La situación de la Universidad de Santiago no es singular dentro del mapa de universidades. Las universidades de Vigo y A Coruña siempre hicieron una selección de los que entendían que eran los mejores: un año entraba el 25%, otro el 40%... Lo que estoy planteando por verdadera necesidad es algo que los demás llevan tiempo haciendo.
P. Reconoce entonces fallos de planificación.
R. Yo no hablo del pasado. Permítame que no hable del pasado. Dicen que agua pasada no mueve molino.
P. Pero está diciendo que entró demasiada gente.
R. Se hacía así. Dejémoslo ahí.
P. ¿Qué pueden esperar las próximas promociones de investigadores?
R. Tenemos que garantizar unos mínimos y priorizar entre los mejores. Este es el ejercicio que estamos haciendo. Tenemos un modelo de universidad donde el compromiso de investigación está por encima de todo, pero tenemos que dimensionarlo a la situación actual. Quedó demostrado con el proyecto Campus Vida. Yo no tengo capacidad de pedir un préstamo. Ni tampoco quiero, porque dentro dos, y dentro de tres, y dentro de diez años, voy a estar pagando devoluciones de capital de la Universidad, yo y el que venga detrás.
P. ¿Las últimas dimisiones tuvieron algo que ver con la gestión económica?
R. El Valedor pidió ser revelado del puesto. Probablemente estuvo relacionado con las tensiones derivadas de las dificultades actuales. Probablemente sí, no voy a decir que no.
P. El presidente de la Xunta planteó hace semanas un debate sobre la subida de las tasas de matrícula. ¿Está de acuerdo?
R. Es una cuestión que se soslaya desde hace mucho tiempo es el tema de la financiación. Es histórico que las universidades españolas tienen menos recursos en proporción a las universidades con las que nos gusta compararnos.
P. Entonces no cierra la puerta a este debate.
R. No, no, es imprescindible. El que pueda debería contribuir con mucho más de lo que contribuye. El fondo de maniobra propio de la Universidad de Harvard es de 18.000 millones de dolares, además de la financiación pública. Todo eso nos lleva a plantear que si no recibimos dinero privado, aquel que pueda debería pagar más y aquel que no pueda debería tener más becas. Pero los que queden por encima de un determinado nivel deberían pagar más a la Universidad, porque es dinero público que se está poniendo para formar personas privadas. Que las capacidades económicas no sean limitantes de ningún modo, y que las bolsas estén también sujetas al rendimiento académico. Tenemos que volver al espíritu de esfuerzo, que fue algo que en estos años se fue perdiendo.
P. El claustro obligó a prorrogar los presupuestos de 2011. Ya han anunciado que este año ingresarán seis millones menos. ¿Harán recortes?
R. Estamos trabajando para ahorrar energía y vamos a estudiar el cierre de determinados centros por las tardes... Tenemos que recortar en gastos corrientes y en actividades que no sean esenciales.
P. ¿Por ejemplo?
R. Buscar fondos fuera en lugar de usar los propios para hacer actividades que no sean directamente asociadas a la formación. En el sector privado, claro. Si no, no son viables. Hemos reducido nuestras contribuciones, mantenemos algunas porque son simbólicas, como al Museo do Pobo Galego, que es una cantidad mínima, de mil y pocos euros...
P. El rector de A Coruña ha criticado el modelo de financiamiento. ¿Qué opina usted?
R. No hablemos del pasado.
P. Es el presente.
R. No se me puede hacer responsable de una deuda que no produje. El año pasado reducimos en casi 8 millones la deuda de la universidad por primera vez en muchos años. No se me puede castigar dos veces.
P. ¿Teme por la universidad pública?
R. La situación actual es un peligro para la sociedad tal y como la entendemos, pero la sociedad no va a ser igual que lo que fue hace cinco o diez años. Es muy difícil imaginar cómo van a ser las cosas. Pero pienso que la universidad tuvo peores perspectivas a corto plazo varias veces.
P. Mañana declarará como imputado por el contrato, presuntamente irregular, de una trabajadora de la Fundación Deportiva de la Universidade. Usted insiste en que no tenía responsabilidades, pero ya era rector.
R. Creo que es tremendamente injusto. No estaba aún en el patronato de la Fundación, no se correspondió al tiempo de mis responsabilidades. Son otros los que tienen la palabra. Se me hizo mucho daño y pienso que es un error monumental.
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