_
_
_
_
_
Necrológica:'IN MEMORIAM'
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Alfonso Nieto, bandera de los libres

Hace unas semanas, cuando ya sabía que estaba perdiendo su larga batalla contra el cáncer, Alfonso Nieto, fallecido anteayer, recibió un correo electrónico de São Paulo; un colega de Brasil le escribía: "Imagino que ahora le gustará recorrer con el pensamiento su vida y recordar con alegría que ha formado a muchas personas de tantos países...".

En realidad, ni siquiera al final de su vida Alfonso Nieto se entretuvo en contemplar con nostalgia el pasado; siempre miraba hacia delante, atento para detectar en qué nuevas aventuras podía embarcarse para lograr un impacto positivo en la sociedad. En mis últimas conversaciones con él en la clínica casi solo hablaba de proyectos: planes de la universidad en China, posibles actividades académicas en Nueva York...

Tras doctorarse con una tesis en Derecho Mercantil, su interés se centró muy pronto en el mundo de la empresa informativa. Tuvo una trayectoria académica pionera, fruto también de su singular intuición. Escribió sobre el desarrollo de la radio de frecuencia modulada, la prensa gratuita o las experiencias previas a Internet años antes de que esos nuevos modos de comunicar fueran una realidad consolidada. Recibió múltiples reconocimientos por su labor académica.

Fue uno de los impulsores de las facultades de Información en España, convencido de la importancia de una formación sólida de esos profesionales. Desde su cátedra enseñó a muchas generaciones de estudiantes el valor de la libertad de información y supo defenderla en situaciones complicadas. Como en el conocido poema de Chesterton, mantuvo erguida la cabeza como bandera de los libres.

En 1979 fue nombrado rector, cargo que desempeñó hasta 1991. La Universidad de Navarra dio pasos importantes durante esos 12 años, pero, por encima de esos logros, a Alfonso Nieto le importaba cada persona. Conocía nombres y circunstancias familiares de muchos alumnos, profesores, bibliotecarios, bedeles, secretarias, médicos y enfermeras de la universidad. Se acordaba de ellos porque les quería y esa amistad era correspondida: por su despacho de la biblioteca pasaban a menudo antiguos alumnos y empleados que se habían jubilado hacía tiempo, pero que buscaban un consejo, deseaban agradecer una ayuda recibida o a los que simplemente les hacía ilusión enseñarle fotografías de hijos o nietos.

Miembro del Opus Dei desde su juventud, se esforzó por vivir en coherencia con su fe, volcado en atenciones con sus alumnos, sus amigos y sus colegas de trabajo. Descanse en paz.

Ángel J. Gómez-Montoro es rector de la Universidad de Navarra.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_