El regate de Coutinho
Necesitado de minutos, el habilidoso mediapunta sale unos meses del Inter para jugar cedido en el Espanyol
La noticia ya era pública y Philippe Coutinho (Río de Janeiro, Brasil; 1992) se despidió del grupo en el vestuario de Appiano Gentile, la ciudad deportiva del Inter. Sneijder y Lucio, que le protegían por ser el pequeño, se le acercaron. "¡Qué suerte, te vas a Barcelona!", le dijo uno. "¿Por qué no nos llevas contigo?", le preguntó el otro en broma.
La marcha de Philippinho, o Cou, como le conocen, al Espanyol es un billete de ida y vuelta. Una cesión perseguida por el futbolista, sin la confianza de Claudio Ranieri y con la necesidad imperiosa de jugar. "Es el presente del Espanyol y el futuro del Inter", aclara Marco Branca, director deportivo neroazzurro. Por eso el club blanquiazul no ha podido negociar una opción de compra. "Pero tanto Weiss [cedido por el Manchester City] como él expresan que somos un buen lugar para curtir jóvenes", conviene el director deportivo, Ramon Planes, que desde hace mucho tenía a Coutinho en la agenda.
"Es un superdotado con los pies", dice Branca, director deportivo interista
En 2008 se celebró el MIC (Copa Internacional del Mediterráneo) y Brasil sub 16 acudió con dos futbolistas que rompían el molde de cualquier zaga. Coutinho asistía y Neymar definía, campeones a la postre del torneo. "Desde entonces ya estaba en nuestra libreta en rojo", dice Planes. Por eso, cuando escuchó que el Inter quería cederlo, llamó a Piero Auxilio, su secretario técnico. "El problema es que le querían muchos clubes", cuenta Planes. "Cinco o seis de Italia, un par más de España y el São Paulo y el Corinthians de Brasil", enumera Branca; "pero la propuesta de juego de Pochettino y su filosofía con los jóvenes acabó por convencerle". Eso y varias charlas del técnico y de Planes con el jugador y con su familia, piedra angular en la vida de Coutinho. "Es muy joven, pero nada fogoso porque amaba pasar el tiempo con su familia", intercede Branca. Siempre fue así.
Cuando apenas alzaba medio metro, para Coutinho no había nada mejor que ir al São Januario, el estadio del Vasco da Gama, la pasión de su padre, José Carlos. Como mucho, solo lo igualaba jugar en la cancha de cemento del Sargentos do Exercito do Rocha, club en el que empezó a los cinco años. Duró poco, el tiempo que tardó un abuelo de un compañero en decirle a José Carlos y Esmeraldina, su madre, que debía probar en un equipo grande. Le llevaron, claro, al Vasco. Veinticuatro horas más tarde ya era un gigante da colina, por más que solo pudiera jugar los partidos amistosos porque no le podían hacer la ficha hasta acabar el curso. "Era muy tímido, pero se le conoció pronto por su regate y velocidad", recuerda Gilberto Guará, su extécnico.
Un regate que deslumbró y que no ha perdido. Cuando contaba 15 años, el Madrid llamó a su padre y le ofreció un trabajo para traerse al jugador, operación abortada porque el Vasco puso una denuncia a la FIFA por hacer una oferta ilegal, toda vez que los traspasos internacionales no se pueden hacer hasta los 18 años siempre y cuando exista un contrato de por medio. Se lo llevó el Inter al año siguiente por tres millones.
"Le sobra técnica", explica el exjugador Luis Suárez, imagen y parte del área técnica del Inter. "Técnicamente superdotado, usa las dos piernas y tiene un regate sensacional", apostilla Branca. "Un 10 con el balón en los pies", se suma Planes. Pero solo Benítez le dio carrete en el Inter -no así Leonardo, Gasperini ni Ranieri-, cuando era demasiado joven para poner el ingenio del equipo. "Acusó un poco el físico porque no le sobra y porque le pusieron en la banda izquierda cuando es un mediapunta", explica Suárez.
Con Ibrahimovic y Kaká como ídolos, Coutinho vive en un hotel de Barcelona junto a su hermano mayor, Cristiano, a la espera de que lleguen los padres y Leandro, el otro hermano.
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