Diseñar para las personas, no para el mercado
Carles Riart, último premio Nacional, crea una marca de venta solo en la Red
Hay quien no tiene que levantar la voz ni alardear para ejercer de imán sobre los que le rodean. Así es Carles Riart, premio Nacional de Diseño 2011, un profesional que no trabaja para el mercado, sino para la gente. "Mi lema ha sido siempre que, si algo funciona para uno, también puede servir para otro", afirma.
Una exposición en la galería Il·lacions de Barcelona, que cumple su primer año en febrero, y el reciente galardón sirven a Riart de llamamiento y punto de inflexión, de inicio de una nueva etapa. En ella combinará la proximidad e intimidad que siempre mantuvo con sus clientes, con la eficacia y potencialidades de las nuevas tecnologías. La nueva marca Carles Riart Barcelona (www.riartbcn.com) no tendrá un showroom u otro espacio público, sino un catálogo virtual en Internet, desde el cual ofrecerá sus sencillos y refinados diseños. "Seguiremos trabajando por encargo, pero ya no a medida, porque cada uno de estos muebles tiene sus características y entidad, y están pensados para mantener una armonía entre las dimensiones de sus elementos", explica Riart. Si ha titulado su muestra Otredad, es precisamente para indicar que se trata de diseños de otro tiempo, ni pasado ni futuro, "simplemente otro".
"No me interesan las modas; mis piezas están hechas para durar"
"No me interesan los gadgets, ni las tendencias vinculadas a las modas del momento. Mis piezas están hechas con la idea de perdurar. Cuando trabajo no pienso en una tipología de mercado, sino en las personas que utilizarán las obras y en el espacio doméstico que las acogerá". Riart, que admite no tener preferencias por uno u otro material, se inició con la madera, luego descubrió los metales y finalmente fue introduciendo el cristal y diversos tejidos.
"Me encanta la tapicería, así como encontrar el material adecuado para cada objeto, capaz de transmitir calidez y sensualidad. Ahora estoy trabajando con pan de oro, porque, como ya habían descubierto en la Edad Media, atrapa la luz y la difunde a su alrededor con un brillo cálido", explica, al tiempo que señala dos de sus últimas creaciones. La cama Llit Pepita, de patas cortas y líneas limpias y rigurosas, concentra todo su poder en la cabecera recubierta de pan de oro, que con su brillo apagado multiplica visualmente las dimensiones del cuarto. En cambio, el Mirall Triptic, un espejo que recuerda la estructura de un icono ruso, resulta funcional cuando se abre, pero al quedar cerrado se convierte en una obra de arte, íntima y discreta.
Otra pieza reciente es la mesita Mallorca Street; tiene ruedas para desplazarla fácilmente y una luz de alabastro colocada entre las patas. "Siempre que compramos una mesita, luego tenemos que buscar una lámpara para colocar encima, de ahí la idea de crear una mesa con luz incorporada que no te moleste a la altura de los ojos, pero que difunda claridad alrededor".
Junto a las piezas nuevas, están las obras ya clásicas, como la Mesa Ciento, homenaje a la galería homónima y a su propietaria, Marisa Díez de la Fuente, o la mecedora creada en 1979 para el 50º aniversario de la Silla Barcelona, de Mies van der Rohe. Entre los muebles, apoyadas en la moqueta blanca del suelo, destacan unas deliciosas acuarelas, que a veces recuerdan miniaturas japonesas, y otras, escenas de un circo hacia 1930. Riart las hace como pasatiempo para regalar a sus clientes y también para relajarse. "Me encantan, pero no soy un artista", asegura. Sin embargo, tanto sus pinturas como sus muebles transmiten aquella misma fuerza poética que le hizo concebir la idea de encender el pebetero de los Juegos de Barcelona con una flecha: un gesto limpio y puro. Como el resto de su trabajo.
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