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Pugnas en el pósito de Baiona dejan vía libre a los furtivos

Los ilegales esquilman el percebe gracias a la falta de vigilancia

Desde julio del año pasado, los furtivos tienen barra libre para esquilmar el percebe del banco marisquero de Baiona. La zona se quedó sin control debido a un conflicto entre la Cofradía A Anunciada y la directiva de la Agrupación de Percebeiros por dilucidar cuál de las dos entidades controlaba la vigilancia. El enfrentamiento entre ellos es total y no se vislumbra solución alguna. Solo coinciden en el diagnóstico general -deterioro del recurso y empobrecimiento de los mariscadores- y en acusar a la Consellería do Mar de mirar para otro lado. El departamento de Rosa Quintana alega que se trata de un problema interno y que lo único que puede hacer es mediar entre las partes, hasta la fecha sin éxito, y habilitar una partida para cubrir el 50% del coste de los vigilantes.

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El caso parece sacado de un libro de primero de economía: los furtivos inundan el mercado con percebe más barato y ante el exceso de oferta los precios en lonja se desploman. Al tiempo, la sobreexplotación no permite al crustáceo la regeneración adecuada, así que la merma de la calidad también incide en subastas más pobres. Como los percebeiros ganan menos tienen que extraer más cantidad de recurso, tanto por vía legal -agotando el cupo de los cinco kilos por día, algo que antes no era necesario para completar un buen sueldo- como ilegal, lo que se conoce como furtivismo interno y que supone la parte del león del fenómeno.

Así, por cauces legales un mariscador ingresa ahora entre 600 y algo más de 1.000 euros brutos al mes, a lo que hay que restar los pagos a la Seguridad Social y los gastos en material y en combustible. Cuando el banco estaba vigilado, lo mínimo que se ganaban eran sobre 1.500 euros, los percebeiros de a pie. Los que faenan desde embarcaciones podían superar los 3.000 euros. Y eso trabajando menos días. Según los datos de la cofradía, en 2010 pasaron por la lonja casi 33 toneladas de percebe, por las que se pagaron 1,1 millones de euros. El año pasado, pese a que la primera mitad del año transcurrió con normalidad, se subastaron tres toneladas más que generaron unos 100.000 euros menos. En Baiona el número de percebeiros fluctúa entre los 120 y los 140, según la época del año.

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La pugna entre cofradía y agrupación tiene mucho de lucha por el poder y de rencillas personales, y ha estado salpicada de numerosos episodios rocambolescos, como la detención ante la prensa del patrón mayor por un supuesto delito de duplicación de documentación que el juez no estimó o la huelga de hambre de este durante 13 días. El enfrentamiento comenzó hace tres años, cuando Fernando Leyenda y Susana González optaron en las elecciones del pósito al puesto de patrón mayor. Venció el primero, y su competidora mantuvo el cargo en el que estaba, presidenta de la Agrupación de Percebeiros. González acusa a Leyenda de ser "el mayor furtivo de Baiona" -la consellería rechaza hacer público si alguna vez fue sancionado por este motivo-, y en eso se basa para negarle la gestión de la vigilancia. Dice que hasta su llegada todos los patrones mayores aceptaron ceder las competencias a la agrupación, y que se limitaban a avalar con su firma, la única válida legalmente, sus decisiones.

Por su parte, el dirigente del pósito, que cuenta con el apoyo de la Federación Provincial de Cofradías, asegura que hace ocho meses que ha dejado de ir al percebe, para esquivar este tipo de suspicacias. Reprocha a González el enquistamiento de la situación para beneficio propio, en vista de las siguientes elecciones en la cofradía. "Cuanto peor le vaya al pósito, mejor para ella", expone. También le achaca una supuesta cercanía al departamento autonómico, que, no obstante, se esfuerza en mantener la equidistancia y rechaza intervenir. Así pues, la única solución posible sería que en los siguientes comicios internos cambiase la dirección en alguna de las dos entidades. Pero ni siquiera hay fecha marcada, ya que Mar ha decidido unificar el calendario electoral de todas las cofradías gallegas. Mientras tanto, el percebe de Baiona sigue a merced de los furtivos.

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