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Crecimiento a través de la competitividad

La crisis de la deuda se ha convertido en la mayor crisis de confianza de la historia de la Unión Europea. Los ciudadanos y los inversores se preguntan si Europa está haciendo lo suficiente para evitar que la crisis continúe endureciéndose; si se conseguirá encarrilar con la rapidez necesaria a la UE hacia una unión de estabilidad; si precisamente los alemanes no estamos exigiendo demasiado a nuestros socios planteando unas severas condiciones para una mayor disciplina presupuestaria y si con este enfoque no estamos dejando de lado la cuestión del crecimiento y la competitividad en Europa.

Está claro que Europa padece una mentalidad de endeudamiento que ha ido apoderándose de ella a lo largo de décadas. Durante este tiempo algunos países también han perdido mucha competitividad. La combinación de ambos elementos tiene efecto de freno y dificulta la superación de la crisis.

Si este año marcamos las pautas necesarias, conseguiremos salir de la crisis y reforzar la UE

Ahora vamos por buen camino para afrontar decididamente las causas de la crisis y recuperar de esta manera la confianza de la ciudadanía y de los mercados. Nuestros esfuerzos conjuntos para consolidar de nuevo las bases financieras y económicas de Europa empiezan a dar sus primeros frutos. El pacto fiscal que se está negociando intensamente estos días fijará normas vinculantes para reforzar de forma duradera la disciplina presupuestaria. Las reformas estructurales introducidas por Grecia y otros países, también por España, por ejemplo, merecen respeto y tienen que aplicarse de manera consecuente.

La consolidación de los presupuestos es imprescindible, pero es solo la mitad del camino. Todos los esfuerzos realizados en este sentido podrían resultar infructuosos si nuestras economías no regresan a la senda de un crecimiento duradero. Por eso, nuestra estrategia no puede ceñirse solo a la austeridad, sino que debe abarcar simultáneamente impulsos inteligentes para un crecimiento favorable y duradero. Y en este sentido, la clave está en la mejora de la competitividad. Debemos concentrarnos en su fortalecimiento, en lugar de aplicar medidas coyunturales cuyos efectos se esfuman al instante.

España y Alemania pueden cooperar de forma estrecha en este campo. Por eso, el tema de crecimiento y empleo va a jugar un papel importante en mi encuentro con el nuevo ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, a principios de febrero en Berlín.

Los mecanismos económicos son evidentes: sin crecimiento son inminentes la recesión, el aumento del desempleo, el recrudecimiento de la crisis de la deuda y, a largo plazo, la automarginación de Europa. Pero existen también motivos políti

-cos por los que necesitamos un mayor crecimiento en Europa. Una economía sólida que brinde oportunidades vitales a todos los ciudadanos es la base de la cohesión social y de la aceptación en la sociedad de las reformas necesarias.

Por eso, el objetivo este año es, además de continuar con la necesaria consolidación, impulsar también una agenda ambiciosa dirigida a aumentar el crecimiento y la competitividad. Europa debe librarse por fin de sus ataduras autoimpuestas y aprovechar el gran potencial que se presenta en las siguientes tres áreas:

Mercado interior. Ya en los años ochenta y noventa se logró un enorme impulso a través de la consecución de las "cuatro libertades". En la actualidad, la ampliación del mercado interior hacia nuevos campos ofrece una vez más un gran abanico de posibilidades, especialmente para la economía digital y el comercio por Internet, para el sector energético, en el que la mayor competitividad se verá plasmada en unos precios más bajos y un abastecimiento más seguro, y también para el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas mediante la reducción de la burocracia y la mejora del acceso a capital de riesgo. La Comisión Europea ha presentado numerosas propuestas para la ampliación del mercado interior que deben aplicarse ahora a marchas forzadas. En general, debería existir un test de crecimiento para escoger los proyectos prioritarios y un procedimiento acelerado para su tramitación parlamentaria.

Presupuestos de futuro. "Más competitividad", este debería ser el lema de las negociaciones sobre los futuros presupuestos de la UE. Tenemos que invertir allí donde mejor podamos fomentar un crecimiento duradero. Por eso, debe revisarse de forma crítica la política estructural de la UE. Se debería crear un fondo de crecimiento europeo que pueda canalizar de modo sistemático los remanentes de los fondos estructurales para impulsar el crecimiento en países problemáticos. Es sumamente decisivo un enfoque sistemático de los presupuestos en educación, investigación e innovación.

Libre comercio. En 2015, el 90% del crecimiento económico mundial se producirá fuera de Europa, sobre todo en Asia y en los países de América del Norte y del Sur. Los europeos debemos esforzarnos aún más para ampliar nuestro porcentaje de crecimiento. La importancia del libre comercio seguirá aumentando y, por consiguiente, la UE debe poner todo su empeño en firmar más acuerdos de libre comercio con los antiguos y los nuevos centros de fuerza mundiales. Esto vale tanto para los Estados Unidos de América como para las negociaciones con Japón. Asimismo, es necesario cerrar pronto las negociaciones con India, los Estados del Golfo y Brasil.

Sin embargo, son los Estados miembros quienes deben crear por sí mismos las principales condiciones de crecimiento, mediante reformas ambiciosas del mercado laboral, de los sistemas de pensiones o en torno a las infraestructuras. Y no solo los Estados especialmente afectados por la crisis de la deuda. Las reformas siempre son más eficaces, y menos dolorosas, si no se espera a aplicarlas durante la crisis sino antes de que esta se produzca. Nadie lo sabe mejor que las personas que tienen que cargar hoy sobre sus espaldas el peso de las profundas reformas aplicadas por necesidad en medio de la crisis.

Sin embargo, esto también significa que todos tenemos que hacer nuestros deberes. Tampoco Alemania, a pesar de su buena situación actual, podrá librarse de aplicar un programa de reformas continuado para reforzar el crecimiento y la competitividad. Al mismo tiempo, los alemanes, junto con otros socios en una situación comparativamente buena, debemos hacer todo lo posible para apoyar a nuestros vecinos en apuros en su difícil camino.

En el debate actual se esgrime a veces el argumento de que la consolidación y el crecimiento no van de la mano. No lo comparto. Las dos cosas son posibles, tal como han demostrado de modo convincente no solo Alemania, sino también muchos de nuestros vecinos septentrionales y orientales. Si este año marcamos las pautas necesarias conseguiremos encontrar una vía duradera para salir de la crisis, y de este modo sentaremos también las bases para una Europa integrada políticamente que ante los retos globales habla con una sola voz.

Guido Westerwelle es ministro de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania.

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