Fuego contra hielo
Nadal, apasionado en su victoria sobre Berdych, se cita en las semifinales con Federer, que esconde sus emociones en la pista
Entre los zumbidos de las libélulas y los saltos de las cucarachas, dos pistoleros en la tropical noche de Melbourne. Rafael Nadal tumba por 6-7, 7-6, 6-4 y 6-3 al checo Tomas Berdych en un duelo vibrante que le cita en una de las semifinales del Abierto de Australia de tenis con el suizo Roger Federer.
Ya se cumple la medianoche y el combate sigue vivo. Ruge Nadal mientras dispara un golpe ganador tras otro (57, una barbaridad). Gruñe Berdych, firme desde el fondo y patoso en la media pista, mientras hace de cada pelota un puñetazo (66, un tiroteo). Los dos compiten a pecho descubierto. Vociferan. Saltan empujados por sus entrañas. Nadal y Berdych enseñan los dientes y por las negras fauces les sale el alma. Vence el español y en las formas ya marca distancias: donde él es pasión pura, Federer, que no le gana en un torneo del Grand Slam desde 2007 (7-2 para el mallorquín), es pasión controlada. Son fuego y hielo.
Bronca del español al juez: "No estás de espectador. Sabes que esa bola ha sido mala"
"Técnicamente, uno de sus mejores partidos", resalta Toni del triunfo de su pupilo
"No me planteo ni jugar con una máscara ni mi expresividad. Hago lo que me sale en el momento", cuenta luego el número dos mundial, que empezó "demasiado nervioso" y acabó "brillantemente". "Este partido estaba para gestos, para animarse", prosigue; "siempre he sido así. Cada uno tiene su carácter y su forma de hacer".
En el delicado ecosistema en el que conviven los tres mejores -el suizo, el español y el serbio Novak Djokovic-, cada uno tiene su papel. Nadal bebe en su corazón. Es una llama sobre la pista, donde se le ve como es, sin maquillajes, incluso enfrentándose al juez de silla ("tú aquí no estás de espectador y sabes que esa bola ha sido mala", le dijo al de ayer por escudarse en el Ojo de Halcón en vez de decidir sobre un punto). Djokovic, que hoy (9.30, Canal+), se enfrenta a David Ferrer en los cuartos de final, vive un lento proceso de maduración. Federer, un caballero, reserva sus gritos para los puntos decisivos ("¡vamos!", grita ayer tres veces en todo su partido), transformado en un tenista gélido, hecho puro autocontrol, cuando antes fue un niño que lloraba a cada derrota, un adolescente gritón y un tenista con fama de protestón con lengua caliente.
Los datos no engañan. A Nadal le han multado una vez en su carrera, por recibir consejos de su banquillo en Wimbledon 2010 (2.000 dólares, algo más de 1.500 euros), nada que tenga que ver con el comportamiento. A Djokovic le han caído 3.000 por diversos incidentes con raquetas rotas y pelotas maltratadas. A Federer, 1.500 por "una obscenidad audible".
"Es normal frustrarse de vez en cuando", reflexiona Federer, excelente ante el argentino Juan Martín del Potro (6-4, 6-3 y 6-2). "Algunos lo muestran rompiendo una raqueta. Hay momentos en los que querrías hacer algo. Quizás no algo tan extremo como Marcos [el chipriota Baghdatis rompió cuatro durante su eliminación del torneo], o como McEnroe en el pasado..., pero definitivamente sientes ganas de hacer alguna locura", sigue tras su partido 1.000 y su set 2.000; "la gente no se acuerda del Federer de hace 10 o 12 años. Solo recuerdan el de los últimos ocho, que nunca tiró una raqueta [en realidad, destrozó una en Miami 2009]. Sé cómo estar tranquilo. Cómo lograr que mi actuación no se rompa. Funciona".
El ejemplo de Federer ha cundido efecto. "He trabajado mucho en mi estabilidad emocional", explica Djokovic, que perdió su último duelo contra Ferrer; "en no tener subidas y bajadas de temperamento". "Hay que cuidar los más mínimos detalles: cómo organizas tu vida, cómo logras estar emocionalmente equilibrado", añade.
En Melbourne, Nadal contra Federer, fuego contra hielo. La oportunidad de que el español descubra hasta dónde llega su nueva propuesta de un tenis más agresivo.
Para empezar, una opinión de su crítico más duro. "Ante Berdych", aseguró Toni Nadal, su tío y entrenador, "Rafael aguantó muy bien de cabeza. Técnicamente, uno de los mejores partidos que le he visto".
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