Carlos González Rivero, adalid de la industria vinícola

Carlos González Rivero, expresidente de la emblemática bodega González Byass entre 1980 y 1992 y, en definitiva, figura clave de la industria vinatera del siglo XX, falleció ayer a los 90 años en su domicilio de Jerez (Cádiz).

González Rivero siempre se volcó en la empresa familiar, a la que dedicó más de 60 años, desde que en 1955 fue nombrado consejero delegado de la firma. Durante todo ese tiempo, dirigió el negocio, incluyendo la época dorada de la denominación de origen jerezana, la más antigua del país.

Nacido en la localidad gaditana en 1920, cuando González Rivero se incorporó a la empresa, el sherry ya era reconocido y alabado en todo el mundo, incluyendo escritores, directores de cine y demás eruditos internacionales. Era una época, la de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, en la que la industria vinatera empleaba a miles de personas en Jerez; la ciudad vivía alrededor del negocio vitivinícola. En ese tiempo, Carlos González capitaneaba el departamento financiero, administrativo y comercial de la empresa junto a su primo hermano Mauricio González Gordon, otro referente de la bodega.

González, hijo único que no deja descendencia, desde hacía 20 años vivía junto a su mujer entre su ciudad natal y Reino Unido, principal destino de los vinos de Jerez hasta hace solo unos años.

Más allá de la relevancia que tuvo en la industria vitivinícola, que lo ha llegado a calificar como "adalid de Jerez y del jerez", fue un personaje muy influyente en la localidad gaditana, donde desarrolló una importante labor social, siempre discreto, siempre en segundo plano. Era un hombre de acción, al que nunca le gustaba aparecer delante de los focos.

Su entorno personal y profesional lo recordaba ayer como una persona enormemente afable, un hombre sólido, estricto, muy disciplinado y especialmente generoso.