Un intelectual vasco
He recibido la noticia de la muerte de José Luis Álvarez Enparantza, Txillardegi (topónimo vasco que utilizó como seudónimo y por el que era conocido en el mundo del euskera), mientras examinaba a mis alumnos de euskera de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto. Una primera, casi instintiva reacción, ha sido la de pensar que si hoy estábamos allí, en una universidad vasca examinando en euskera, era gracias, entre otros, también a José Luis Álvarez Enparantza, Txillardegi.
En efecto, para las generaciones que nacimos en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, Txillardegi fue uno de los principales maestros en algo que era nuevo para quienes nos movíamos en ambientes urbanos, pero procedíamos de familias que utilizaban, en mayor o menor grado el euskera.
No fue fácil su relación con Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca. Académico correspondiente desde hacía muchísimos años, sus innegables méritos no fueron suficientes, a juicio de los académicos que en su día participaron en aquellas votaciones, para que fuese nombrado académico de número ante la sorpresa de quienes admiramos siempre su obra. Mucho más tarde prefirió no aceptar el cargo de académico de honor que con todo merecimiento le ofreció Euskaltzaindia estos últimos años.
Su bibliografía fue recogida y publicada por Euskaltzaindia en el libro homenaje que le dedicó en 2005, bajo la dirección del ya fallecido académico don Henrike Knörr y doña Pilartxo Etxebarria, en coedición con la Universidad del País Vasco. Por otra parte, en el número monográfico de la revista Euskera del año 2007 se recogió la jornada monográfica que la comisión de literatura de Euskaltzaindia dedicó a su primera novela, Leturiaren egunkari eskutua. He ahí dos eslabones de la larga cadena que unió a Txillardegi con Euskaltzaindia.
Además de todo lo anterior, Txillardegi fue un político comprometido con sus ideas. En su militancia en diversas formaciones de izquierda abertzale exteriorizó de forma continua su preocupación por el país, su ser y su lengua, preocupación que se extendió a todos los ámbitos en los que se manifiesta la cultura vasca.
Somos muchos los que aprendimos de su ejemplo, de sus obras, de su trabajo, que la lengua vasca tenía un futuro, en aquellos años difíciles de transición de lo tradicional a lo nuevo, de consolidación de un modelo unificado de la lengua y, sobre todo, en su empleo diario.
Dos datos significativos que denotan la personalidad y la labor de Txillardegi. El primero, su admiración por Antonio Zavala, el recopilador de la literatura popular vasca en la colección Auspoa. El segundo, la constatación que él hacía sobre su obra de la gran diferencia entre el avance fundamental en materia de corpus de la lengua vasca estos últimos años y su déficit en la transmisión familiar y social.
En suma, un intelectual vasco que supo trabajar, fiel a sus convicciones, en pro de la lengua y del País Vasco y transmitir dicha labor a las siguientes generaciones por medio de su indiscutible magisterio.
Andres Urrutia es presidente de Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca.
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