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Un sistema virtual predice el efecto de la radioterapia y limita las sesiones

El programa anticipa el 90% de lo que va a encontrar el médico en el quirófano - En cánceres de mama basta una única radiación en lugar de cinco semanas

Tiene un rimbombante nombre: planificador de radioterapia intraoperatoria. Y es el primer programa del mundo, según sus creadores, que permite obtener un modelo virtual de un paciente con cáncer y predecir el efecto de la radioterapia localizada que se le va a aplicar de una manera intraoperatoria (se mete un emisor de radiación a la vez que se opera). El sistema lo ha desarrollado un equipo liderado el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ya ha sido patentado y ha recibido el visto bueno para su publicación en la principal revista del sector, la International Journal Radiation Oncology Biology Physics. El ingeniero que firma el artículo, Javier Pascau, recalca que, además, ya tiene la autorización de la Agencia Española del Medicamento y los Productos Sanitarios, y que pronto se espera la de su homóloga estadounidense, la FDA.

Los cirujanos planifican el trabajo con una copia exacta del paciente
El sistema indica qué órganos sanos hay que proteger de las emisiones

El sistema, que ya se ha probado en 70 personas con cáncer de distinto tipo (mama, recto), permite "anticipar el 90% de las decisiones" que el oncólogo se va a encontrar cuando opera a un paciente con un cáncer, dijo ayer el jefe de Oncología del hospital, Felipe Calvo. Ello aumenta la efectividad de los tratamientos, ya que permite aplicar la radiación máxima de una manera dirigida.

En uno de los casos estudiados, como el del cáncer de mama -que fue el utilizado como ejemplo en la demostración hecha a periodistas- "una mujer debe luego acudir al hospital durante cinco semanas a radioterapia; con este sistema, se da el tratamiento a la vez que se opera, y la mujer ya se va a casa", dijo José Antonio Santos, del servicio de Oncología Radioterápica del hospital, y que ha sido quien ha supervisado el desarrollo clínico del planificador.

Ello se debe a muchas características. Para empezar, se trata de un trabajo personalizado: antes de intervenir, se hace un TAC del paciente. No se trata de un modelo anatómico estándar, sino que los médicos disponen exactamente del cuerpo sobre el que se va a trabajar. Queda el 10% de incertidumbre, que se debe a las variaciones biológicas -"la medicina no es una ciencia exacta como la física", dijo Calvo- y a la pericia de los equipos. Esto ya es de por sí un avance, ya que actualmente "todo se improvisa".

Sobre esta especie de maniquí tridimensional -lo que permite que el cirujano sepa qué hay detrás, algo que no es lo habitual-, se localiza el tumor. Luego viene la parte más novedosa: el sistema permite simular el efecto de la radiación sobre la zona una vez se ha operado, y se sabe dónde va a llegar y con qué intensidad.

El programa tiene un módulo que permite distinguir y colorear los distintos órganos o partes del cuerpo (por ejemplo, las costillas, los pulmones o el corazón). Además, como en otros simuladores médicos, estos pueden visualizarse o no. Como el programa anticipa hasta dónde llegaría la radiación, se pueden tomar medidas preventivas, como interponer pequeñas láminas de plomo que intercepten la radiación y protejan los órganos sanos.

En la presentación del invento, en la que participó el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty -quien no aceptó preguntas-, Calvo tuvo varios mensajes para "los escépticos". Se refería el médico a quienes todavía creen que la radioterapia intraoperatoria -la tecnología que consiste en radiar la zona de donde se ha extirpado un tumor desde dentro para intentar dejarlo lo más limpio posible de células cancerígenas- al ser algo relativamente nuevo todavía encuentra resistencias entre la comunidad médica. "Lo llaman el síndrome NIH". Las siglas se asocian en el mundo sanitario a los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, el equivalente al Ministerio de Sanidad), pero en este chiste para iniciados corresponden a Not Invented Here (No se ha inventado aquí), una manera de mostrar el rechazo que las novedades causan en algunos sectores. Pero Calvo está seguro de que los avances bien hechos se imponen. "No ponen en duda la calidad del trabajo, lo que cuestionan es si merece la pena", dice. Y él está seguro de que así es. "Si la radiación sirve, la intraoperatoria, igual; si además permite proteger los tejidos, mucho mejor. Además, no compite con la cirugía ni con la quimioterapia", explicó.

Por último, el sistema tiene otra ventaja: todo queda documentado. "Y eso puede servir para ver en un futuro si el tumor se reproduce por qué lo hace, o si se dañan tejidos ver la razón", afirmó el médico.

La técnica puede utilizarse en prácticamente cualquier tumor sólido y localizado que se pueda operar, indica Calvo, por lo que los posibles beneficiarios son cientos de miles solo en España.

El desarrollo del sistema, aunque lo ha liderado el Gregorio Marañón, ha contado con la colaboración de otros centros, universidades y empresas, entre las que GMV ha sido clave para el desarrollo tecnológico.

José Antonio Santos, jefe del servicio de Oncología Radioterápica del hospital Gregorio Marañón.
José Antonio Santos, jefe del servicio de Oncología Radioterápica del hospital Gregorio Marañón.

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