Restauraciones polémicas
La reciente noticia de la restauración de La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, de Leonardo da Vinci, con dimisión de dos (de los 20) especialistas del Comité Científico del Louvre incluida, ha traído a algunos a la memoria el caso de la restauración del Caballero de la mano en el pecho, de El Greco, realizada en el año 1996 en los talleres del Museo del Prado.
Los casos revisten notables diferencias, siendo la mayor que en el caso del Caballero no se constituyó ningún comité de especialistas que decidiera los pasos a seguir -aun tratándose de una de las obras más importantes de la colección del museo-, sino que fue la intuición y experiencia de un único restaurador, Rafael Alonso, la que introdujo los notabilísimos cambios en su apariencia: la supresión del fondo oscuro por otro gris, y el parcial borrado y velado de la firma del pintor cretense que se encontraba sobre dicho fondo oscuro.
Que la firma fuera falsa y tuviera faltas de ortografía, como mantenía el restaurador para justificar su supresión, ya fue negado por Inmaculada Pérez, especialista del CSIC, y por Carmen Garrido, jefa del Gabinete Técnico del Museo del Prado.
Que el fondo oscuro fuera un repinte al óleo realizado en una restauración de 1858 queda también en entredicho al conocerse ahora que esta fue realizada por Vicente Poleró, restaurador célebre por sus modernos métodos de intervención reversible.
Mientras no se realicen desde el museo los pertinentes estudios acerca de lo que se hizo (y lo que se perdió) en aquella restauración y se den a conocer a la opinión pública -tal como sugirió Manuel Alcaraz en sede parlamentaria-, una y otra vez el caso del Caballero volverá a nuestras memorias.
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