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La T-2 de Valencia depende de Fomento

La línea T-2 de Metrovalencia, cuyas obras están paradas hace meses por falta de presupuesto, es una piedra en el zapato de Isabel Bonig, consejera de Infraestructuras. Y bastante molesta. Esta línea, que debe conectar el casco histórico de Valencia con el barrio de Natzaret, es una de las más costosas por la cantidad de túneles que incorpora, y debía de haberse inaugurado en 2010.

Ayer, Bonig reconoció que la situación es la que es y condicionó la reanudación de las obras en esta línea a la firma de un contrato programa con el Ministerio de Fomento, que dirige Ana Pastor. Una ministra que ha hecho de la austeridad el lema de su departamento.

Si no se recibe esta ayuda, añadió la consejera, la finalización y puesta en marcha de la T-2 se dilatará en el tiempo: "Dependemos de la disponibilidad presupuestaria", dijo Bonig en un momento en que el Gobierno valenciano tiene previsto recortar las cuentas públicas en 1.000 millones de euros para reducir el déficit.

La consejera hizo estas declaraciones en el acto de entrega por parte de AENOR de un certificado de calidad a la Línea 1 de Metrovalencia, la más antigua de la red y donde en 2006 murieron 41 personas en uno de los accidentes más graves de Europa en este medio de transporte.

Bonig explicó que todavía quedan importantes obras de infraestructura en la T-2 "y muchísima más inversión". Infraestructuras no descarta ninguna fórmula para garantizar la financiación del proyecto, tampoco la colaboración público-privada. "No se descarta nada y se estudiarán todas las posibilidades", comentó.

De la obra está acabado o en una fase avanzada la estación de metro del Mercado Central, así como el grueso de los tramos entre Natzaret y la calle Alicante, donde la línea será de tranvía. En el resto del trazado, los trabajos se han paralizado.

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Según la consejera de Infraestructuras, en la reunión que espera mantener con Fomento se tratarán "todos los temas, como el corredor mediterráneo, y se establecerán prioridades" porque la Generalitat es consciente de las dificultades económicas actuales. El Consell previó un modelo de gestión mixto para la T-2, pero el parón de las obras ha dado al traste con los planes.

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