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El impacto sobre el crecimiento

En general, la evidencia empírica muestra que los ajustes fiscales tienden a reducir la tasa de crecimiento haciendo que, a corto-medio plazo, la deuda en porcentaje del PIB tienda a aumentar, dando la impresión de ser contraproducentes. Sin embargo, a medio-largo plazo suelen reducir el peso de la deuda en porcentaje el PIB.

De no ser así, sería lógico aumentar la deuda en porcentaje del PIB para aumentar la tasa de crecimiento a corto plazo, lo que tiene poco sentido. En resumen, asumiendo que el ajuste fiscal y su impacto sobre el PIB son permanentes, la deuda en porcentaje del PIB deberá reducirse a largo plazo.

Sin embargo, es, además, necesario que los inversores comprendan este contrario doble efecto temporal y no reaccionen a corto aumentando las primas de riesgo y retrasando su efecto positivo a largo plazo. Para evitarlo, es necesario que, simultáneamente al ajuste fiscal, se inicien fuertes reformas estructurales que incrementen el crecimiento potencial a medio y a largo plazo. En estos casos, la reforma estructural más importante es la del propio sector público, para conseguir hacerlo más pequeño y más eficiente suministrando servicios equivalentes con menos recursos.

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Por otro lado, va a ser casi imposible cumplir los objetivos de déficit en el conjunto de la zona euro del 4,4% y del 3% del PIB en 2012 y 2013, al haber estado basados en unas expectativas de crecimiento superiores al 2% en ambos años, cuando será ligeramente negativo en 2012 y quizá muy ligeramente positivo en 2013. La solución lógica es que dichos déficits sean medidos en términos estructurales (ajustados por el ciclo) o que sus objetivos se retrasen uno o dos años, ya que, de cumplirse a rajatabla, con crecimiento nulo o negativo, la recesión será insostenible socialmente.

Generalmente, los efectos de los ajustes fiscales varían dependiendo de varios factores: las condiciones macroeconómicas iniciales; la composición del ajuste; la reacción de la política monetaria; el tamaño del país y su nivel de apertura exterior, y la calidad de sus reglas fiscales, según se deduce de la amplia evidencia empírica de anteriores ajustes fiscales, analizada tanto por la literatura académica como recientemente por el FMI, que ha realizado un estudio sobre 173 ajustes fiscales en países desarrollados entre 1978 y 2009. Ambos sacan las siguientes conclusiones:

Primera. La probabilidad de realizar un ajuste fiscal público en un país aumenta conforme mayor es su nivel de desequilibrio fiscal, menor es su tasa de crecimiento y mayor es el tipo de interés que paga por sus bonos a largo plazo.

Segunda. El tamaño del ajuste fiscal depende básicamente del tipo de interés que paga por su deuda a largo plazo. Su duración y éxito dependen de que se haya introducido una regla fiscal estructural en su Constitución (u otra ley similar) y de que el ajuste se haya hecho sobre el gasto público y no con subidas de impuestos.

Tercera. Los ajustes fiscales siempre reducen el crecimiento a corto o medio plazo. Según el FMI, en promedio, por cada ajuste fiscal de un 1% del PIB, el PIB se reduce 0,6% dos años después. Si dicho ajuste se realiza exclusivamente reduciendo el gasto público corriente, su impacto negativo sobre el crecimiento se puede reducir hasta a la mitad, el 0,3% dos años después, siendo superior al 0,3% si solo se ajusta el gasto de inversión. Si, por el contrario, se lleva a cabo solo aumentando los impuestos, la caída del crecimiento puede llegar hasta el 1,4% dos años después, si se aumentan exclusivamente los impuestos indirectos, y algo menor si se aumentan solo los directos.

Cuarta. La respuesta compensatoria de la política monetaria al ajuste fiscal es fundamental para reducir su impacto negativo sobre el crecimiento. Si el ajuste fiscal solo afecta a los gastos, el banco central suele reaccionar bajando sus tipos de interés, reduciendo así su impacto sobre el crecimiento, porque los recortes de gastos son más persistentes, duraderos y de mayor credibilidad que las subidas de impuestos.

Si, por el contrario, se hace solo subiendo los impuestos indirectos que aumentan la inflación al consumo, el Banco Central reaccionará subiendo los tipos por temor a efectos de segunda ronda sobre los salarios, y caerá el crecimiento en mayor proporción. En países donde los tipos de interés de intervención son cero, como EE UU o Reino Unido, no es posible tal reducción, pero sí es posible todavía en la zona euro. Pero los bancos centrales también pueden usar medidas no convencionales (relajamiento cuantitativo) equivalentes a una bajada de tipos. Por el contrario, con tipos cercanos a cero es muy probable que los bancos centrales los suban ante un ajuste basado en un incremento de los impuestos indirectos.

Quinta. El éxito del ajuste fiscal depende del tamaño del país, de su apertura exterior y de su tipo de cambio. Los ajustes fiscales suelen ser tener un mayor impacto negativo sobre el crecimiento en países grandes y poco abiertos al exterior, como EE UU o la zona euro (si algún día llegase a ser una federación de Estados).

Asimismo, dichos ajustes suelen ser más perjudiciales para el crecimiento en países con tipos de cambio fijos, como es el caso de los 17 Estados miembros de la zona euro, al no poseer un tipo de cambio nominal que depreciar para exportar al resto del área (adonde dirigen la mayor parte de sus exportaciones), ni tampoco poseer un Banco Central que tenga la tasa de crecimiento como objetivo de su política monetaria. El FMI calcula que el impacto de un ajuste fiscal sobre el crecimiento puede llegar a ser tres veces superior en países con tipos de cambio fijos.

Por el contrario, su impacto negativo sobre el crecimiento es mucho menor en un país mediano o pequeño y con tipos de cambio flexibles, como Reino Unido, Suecia o Dinamarca, ya que la depreciación de sus tipos de cambio les permite aumentar su amplia capacidad exportadora y reducir sus elevadas importaciones, compensando así la mayor parte de su efecto negativo.

Sexta. El impacto del ajuste fiscal será menos negativo sobre el crecimiento si el país está creciendo por debajo de su potencial que si está creciendo por encima de su potencial y si sus tipos de interés de partida son elevados y su Banco Central puede todavía reducirlos.

Séptima. El tamaño, rapidez y duración del ajuste fiscal también influyen a la hora de obtener un superávit presupuestario primario, es decir, sin tener en cuenta el coste del servicio de deuda. Los ajustes fiscales tienden a ser menos efectivos para alcanzar un superávit primario conforme aumentan su tamaño y se alargan temporalmente, pero también tienden a ser menos efectivos cuando son excesivamente rápidos. Es decir, su efectividad temporal muestra una forma convexa.

La duración máxima del ajuste depende de las características de cada país, ya que sus ciudadanos tienden a aguantarlo menos tiempo en países con tipos de cambio fijos y más tiempo en países con baja inflación.

Finalmente, en algunos Estados miembros de la zona euro (ahora llamados "periféricos"), sus ajustes fiscales van a tener que ser necesariamente más sostenidos, a pesar de ser más negativos sobre su crecimiento, por combinar los peores factores iniciales posibles: desequilibrios fiscales elevados, altas primas de riesgo, tipos de cambio fijos, Banco Central exclusivamente centrado en la inflación y sin una unión fiscal que les pueda ayudar comprándoles su deuda temporalmente.

Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).

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