Rajoy sigue teniendo crédito
La mayoría apoya todas las medidas de recorte aprobadas por el Gobierno, pero rechaza la subida de impuestos y la congelación del salario mínimo
Manos libres por su mayoría absoluta y licencia para recortar por resignación ciudadana. Mariano Rajoy mantiene su crédito, aunque renuncie a actuar como un líder visible para meterse en el papel de gestor implacable. El presidente del Gobierno no ha cumplido aún los cien días de gracia que se concede a todo gobernante, pero dada la situación de "excepción" por la crisis, ya ha tomado decisiones impopulares, que, por el momento, no le han pasado factura en la opinión pública.
Según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, la primera realizada después de la aprobación del primer plan de recorte del Gobierno, Rajoy no ha sufrido ningún desgaste por ello. Rema a favor de corriente, aunque todas sus decisiones vayan dirigidas a recortar el déficit y se adopten en un clima de pesimismo resignado por la crisis.
El PP sube en voto y sus votantes apoyan la subida del IRPF y del IBI
Es como si los españoles pensaran que se le ha dado la mayoría absoluta, precisamente, para que tome decisiones traumáticas. Todas sus medidas de recorte son apoyadas, aunque la mayoría rechaza dos de sus decisiones: la subida de impuestos y la congelación del Salario Mínimo Interprofesional. Son las dos que no estaban en su programa electoral, que no fueron mencionadas durante su campaña y que fueron en algún caso negadas expresamente en su discurso de investidura en el Pleno del Congreso.
Su gestión, hasta el momento, es aprobada por el 53% de los ciudadanos, frente al 35% que la desaprueba, lo que deja una nota media de 4,6. La referencia se encuentra en junio de 2008, cuando el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cumplía cien días de su segunda legislatura y su nota era de 4,8, es decir, muy parecida a la que tiene ahora Rajoy. Entonces apenas había empezado la crisis y Zapatero no había adoptado ninguna decisión traumática, mientras que el PP se debatía entre la continuidad de Rajoy o su sustitución.
Los datos son positivos para Rajoy, a pesar de que ha renunciado a hacer pedagogía pública de sus decisiones y ha mantenido silencio desde que tomó posesión de su cargo. En línea con lo que ha sido su trayectoria política, el presidente del Gobierno no asume riesgos; más que un líder es un dirigente político y un gestor y las posibilidades de que genere ilusión son tan escasas como las de sufrir desgaste por sobreexposición pública.
Desde su parapeto de La Moncloa, Rajoy puede ver cómo después de haber tomado algunas decisiones impopulares y no anunciadas, el PP tendría ahora el 46,4% de los votos, es decir, 1,5 puntos más que el resultado del 20-N. Y el PSOE perdería aún 1,9 puntos con respecto a su peor resultado, el de las últimas generales. Es decir, la teoría de Giulio Andreotti que sostenía que la oposición desgasta más que el poder ha alcanzado su máximo exponente en apenas un mes de legislatura. Bien es cierto, que el PSOE baja de su suelo electoral mientras está sumido en pleno debate sobre su futuro y su liderazgo, enfrentado públicamente en declaraciones y en manifiestos de quienes apoyan a cada uno de los candidatos.
La explicación de la falta de desgaste del PP puede estar en el hecho de que a los ciudadanos no les ha cogido por sorpresa, que estaba amortizado que adoptaría medidas de recorte nada más llegar, incluso aunque las haya ocultado en las semanas previas a las elecciones, especialmente las que se refieren a la subida de impuestos. El 86% de los ciudadanos asegura que esperaba esas medidas y el 61% que se han adoptado en el momento oportuno. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la subida del IRPF ha sido aprobada y aireada, pero los ciudadanos aún no han percibido en sus nóminas y bolsillos la subida de impuestos. Por eso, el 50% asegura que no se siente perjudicado por las medidas. Otra cosa distinta son los efectos que puedan tener para solucionar la crisis económica, porque el Gobierno del PP y Rajoy no han conseguido mitigar el pesimismo ciudadano y hay división de opiniones sobre si serán positivas o negativas frente a la crisis. El 44% dice que van en la dirección correcta, pero el 38% asegura que van en la dirección equivocada y, por tanto, pueden agravar la crisis.
De todas las medidas aprobadas por el Gobierno, lógicamente, la más apoyada es la que tiene que ver con las subvenciones a los partidos, los sindicatos y la patronal. Esta medida no afecta a los ciudadanos y solo a la clase política, mal valorada según todas las encuestas y, por eso, el 89% apoya que se les recorten las subvenciones. El 66% es partidario de la recuperación de la desgravación por vivienda; el 64% de la revalorización en un 1% de las pensiones; el 62% de la reducción de los presupuestos y el 50% de la congelación del salario de los funcionarios.
La subida de los impuestos, es decir, el IRPF y el IBI, la rechaza el 61% y la congelación del Salario Mínino el 71%. Los votantes del PP son comprensivos porque apoyan la primera, aunque rechazan la segunda.
Gallardón, el más conocido
Hace bien poco el Gobierno de Zapatero quiso limitar las descargas con la llamada Ley Sinde y se enfrentó a una enorme protesta en la red. Ahora, el Ejecutivo de Rajoy ha hecho exactamente lo mismo y ha encontrado una resistencia tendente a cero. Es solo un ejemplo de cómo el nuevo Gobierno parte de una posición óptima: el 51% asegura que tiene una impresión positiva de él, frente al 35% que asegura que es negativa. La puntuación media del Ejecutivo es de 5,8, incluso después de haberse visto sus primeros pasos, un punto por encima de la que tenía el Gobierno de Zapatero en junio de 2008.
En el recién estrenado Gabinete, el más conocido y valorado es el titular de justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Incluso los votantes socialistas le dan un aprobado. La segunda es la todopoderosa vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, la mujer que en España ha tenido más poder obtenido de forma democrática, porque ha acumulado más competencias que Teresa Fernández de la Vega. Luis de Guindos, el ministro que ha de encabezar la lucha contra la crisis, solo es conocido por cuatro de cada diez españoles y el menos conocido es el titular de Defensa, Pedro Morenés.
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