Todo al 70%

Voy a ir al grano, que tengo prisa: paso cien pueblos de lo de Kiko y Jessica, ya está bien de que dos niñatos tengan a un país en vilo con que si lo cogen o lo dejan. Hasta que no me envíen una fotocopia compulsada de la reserva del convite de boda con señal del 10% incluida, yo ya no me creo nada, que para algo soy tomista. De las de Tommy Hilfiger no, tú siempre poniendo etiquetas, de las de Santo Tomás de Aquino. Ya sé que en Internet hay chollos todo el año, pero yo, si no lo veo y lo sobo a base de bien, no doy crédito. Así que, en cuanto despache estas líneas, me lanzo a las rebajas analógicas, que este año están que lo tiran. Eso si queda algo, porque esta semana el famoseo las ha arrasado.

El local y el foráneo. Ahí tienes a Eva Longoria haciéndose un lote de lencería en un Calzedonia de un centro comercial mientras se da el ídem con su novio, Eduardo Cruz, con su cuñada Mónica de testigo. "Vacaciones navideñas en Madrid por amor", titula ¡Hola!, como si se estuviera inmolando con tal de estar con su chico. Ella, que podría estar de shopping por Manhattan, esquiando en Aspen o relajándose en las Maldivas, se rebaja a tomarse las uvas con su pareja del mismo Alcobendas, dime tú si eso no es un sacrificio. Pero no hay mal que por bien no venga. La latina ha descubierto Zara y ha flipado tanto que lo ha subido a Twitter. Que es su tienda preferida, dice. Y la nuestra, no te digo. Ahora, con el debido respeto, te comento una cosa, Eva: maqueada para la alfombra roja estás divina, pero con esos leggins de espuma, ese suéter de angora y ese gorrito rasta que te gastas para ir de compras te quedas en nada. Monísima de cara, eso sí, no como Pippa, yo no sé qué le ven a la hermanísima. Otra que va de Zara de pies a cabeza, según el informe de Semana.

Ahora vienen las de fuera a darnos lecciones de zarismo. A mí, que soy miembro fundadora de la secta. El abriguito de cuello chimenea que lleva la Middleton lo tengo yo hace siglos y no me sacan en ningún sitio, que por no tener, no tengo ni foto en esta columna. Ahí quien ha estado listo es Luis Pliego, el director de Lecturas. El tipo firma un editorial en cada número y, por si quedan dudas de su autoría, lo rubrica con un retrato suyo vestido de lo que mande esa semana en el orden del día. En la última sale empaquetado con un trench -vulgo gabardina-, una corbata nudo Windsor y un racimo de bolsas de firma en cada brazo que ríete tú de Sarah Jessica. Y su poquito de licuado Photoshop marcándole tipín contra el fondo, que para eso es el baranda, tú sí que sabes, colega.

Hasta Letizia se ha escapado a Mango con los guardaespaldas a la chepa a pillar mercancía en oferta. Será todo lo princesa que quieras, pero nadie sabe lo que vale un euro mejor que ella, para eso le encargó TVE en su día instruirnos en la materia. Y me abro, que no llego. Tengo que pulirme los cheques-regalo de Inditex que me han traído los Reyes, no sea que no pueda casarse Marta Ortega con Sergio Álvarez en febrero. Creo que don Amancio ha comprado Torre Picasso. No me extraña: he fichado un plumas así de gordo en Bershka y cuando he ido a pagarlo me dice la chica que ya es de primavera y tiene otro precio. Aquí quien no corre, vuela.