La despedida a Díaz Pardo reúne al Gobierno y a la cultura
"Su muerte parece una coincidencia fatal en la descomposición del país", dice Beiras
"Si Galicia fuese varón, la expresión del rostro de Díaz Pardo podría coincidir plenamente con la de Galicia", comparó ayer Feijóo en el Museo do Pobo. Pareció un discurso sin preparar ante la capilla ardiente de Isaac Díaz Pardo, instalada en el museo cuyo Padroado presidió y abierta a la sociedad civil durante algo más de cuatro horas. Para el presidente de la Xunta, "su único compromiso, por encima de todos los posicionamientos, fue Galicia".
Se hizo evidente la separación entre el Gobierno y la institución cultural, así como la escasa preparación del acto cívico, durante un ceremonial que incluyó un pequeño homenaje de la Asociación de Escritores en Lingua Galega. Xavier Queipo, Teresa Moure o Marilar Aleixandre leyeron poemas de Xohana Torres, Luís Seoane y Lorenzo Varela, entre ellos Compañeiros da miña xeración mortos ou asesiñados. Cuando llegó Feijóo, poco antes del mediodía, acompañado de la ministra de Fomento, Ana Pastor -que dio el pésame a la familia en nombre del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy- alguien retiró del ataúd de Isaac Díaz Pardo el pendón de Santiago, que permaneció toda la mañana a los pies del fundador de Sargadelos, cubierto por una bandera autonómica y el escudo de Galicia en el fronstipicio.
Fandiño: "Por encima de todo, su vida al servicio de la dignidad y la ética humanas"
Para algunos de los presentes, como el académico y catedrático de Literatura Xesús Alonso Montero, entre tanto cáliz se echó en falta un guiño a la memoria de la Segunda República. "La única persona que está a la altura de la memoria de Isaac Díaz Pardo en este momento debe de ser el militante comunista Xosé Abades", declaró, "porque lleva su bandera en la bufanda".
Ramón Villares, Xosé Luís Axeitos, Xosé Ramón Fandiño y Víctor Freixanes, entre otros, acabaron de trasladar el féretro desde el Museo do Pobo hasta el coche de la funeraria que lo condujo al cementerio santiagués de Boisaca, mientras la gaiteira Susana Seivane interpretaba, conteniendo las emociones, la Marcha do Antigo Reino de Galicia. "Ahora sí que soy el último", convino el presidente de la Fundación Castelao, Avelino Pousa Antelo, que militaba en las Mocedades Galeguistas cuando estalló la guerra."Cuando tengamos dudas sobre qué hacer en el futuro por esta patria de Galicia, seguro que Díaz Pardo nos vale de referente", afirmó también el presidente de la Xunta sobre el legado del empresario y artista. "Si bien no tuve ocasión de conocerlo en profundidad personalmente, las únicas tres cartas que conservo sobre la mesa de mi despacho son suyas".
Una herencia, la de Díaz Pardo, en tensión, sólo por atenerse al ritual de salida del último intelectual que podía unir en su biografía izquierda republicana, galleguismo y antifranquismo. Como sintetizó el historiador Xusto Beramendi, "una de las personas que más hizo por recuperar la memoria del exilio y la del interior". Como anécdota, el encuentro entre Feijóo y Avelino Pousa Antelo, ahora sí, a sus 97 años, último galleguista histórico. "Quién cuidará de mí ahora", lamentó el amigo de Díaz Pardo. "Su mujer", trató de consolarle el presidente. Pousa Antelo tuvo que recordar entonces a su compañera, fallecida hace dos décadas. Cuestionado sobre la figura del homenajeado, el alcalde santiagués, Gerardo Conde Roa, glosó también desde la lejanía una carrera, la de Díaz Pardo, "difícil de resumir". "Tiene una vida muy diversa desde el punto de vista artístico y cultural, pero fue Galicia lo que tuvo en el pensamiento".
Al Museo do Pobo se acercó durante toda la mañana una nutrida representación de la cultura y el poder. También una muestra de la sociedad civil que contribuyó a abarrotar la capilla ardiente por la mañana y por la tarde, antes del traslado de los restos al cementerio de Boisaca. Ex presidentes como Gerardo Fernández Albor o Fernando González Laxe -Touriño había estado la víspera en el velatorio- además de miembros del actual Ejecutivo como los conselleiros de Presidencia, Alfonso Rueda, o Educación, Jesús Vázquez, y su responsable cultural, Anxo Lorenzo. En Bonaval se refirió a ellos el exlíder del BNG Xosé Manuel Beiras, para quien el simbolismo de la muerte del fundador de Sargadelos constituye un epitafio actual. "Parece una coincidencia fatal en el proceso de descomposición política de este país. Muere Isaac cuando a los nazinecios que agreden al idioma se les confía la cultura de Galicia". Hubo una nutrida representación socialista con su lider, Pachi Vázquez, a la cabeza y varios diputados autonómicos. La nacionalista fue también numerosa, con algunas bajas para pensar. Fundadores de la Unión do Povo Galego como Bautista Álvarez; Martiño Noriega, alcalde nacionalista de Teo y médico personal del artista y editor; el portavoz parlamentario del BNG, Carlos Aymerich o históricos como Camilo Nogueira se acercaron a rendir condolencias.
Xosé Ramón Fandiño, que trabajó con Díaz Pardo en el Instituto Galego da Información, disuelto en junio de 2011, es una de las personas, junto a colaboradores como María José Chao o Alfonso Mato, que habrán de restituir la memoria personal de Díaz Pardo desde el recuerdo compartido. Antes del viaje a Boisaca, lo que quiso poner Fandiño "por encima de todo" fueron los 91 años de Díaz Pardo "al servicio de la dignidad y la ética humanas". "Que a terra che sexa leve, Isaac, e 'Sempre en Galiza'.
Preguntado por los periodistas, uno de los tres hijos del fallecido, Camilo Díaz, relativizó la muerte física: "Isaac no muere ni morirá. Le devolvió a Galicia la dignidad que no tenía. Quiso que los gallegos pudiesen conocer su historia de todas las maneras, aunque sea por los cacharriños". La familia no quiso influir en las últimas decisiones, según aclaró. "Queríamos que fuese la sociedad gallega quien tomase esa decisión. Si deciden llevarlo al Panteón de Galegos Ilustres, no vamos a oponernos".
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