El tiempo de los valientes
Las oportunidades y los problemas están fuera de las organizaciones; las capacidades para diagnosticarlos, gestionarlos y evaluarlos están dentro. El reto del PSOE es alinear un nuevo diagnóstico con la elección de las personas capaces de liderarlo. Debemos emprender el camino de la reconstrucción.
No es momento de buscar culpables. Reconocernos como responsables, y no como víctimas de los resultados electorales, es el mejor camino para superar la situación. Nuestro país, nuestra democracia, necesitan un PSOE fuerte. No podemos permitirnos ni un minuto de desfallecimiento o de repliegue. Somos la voz, la legítima voz, de muchas personas y no admitiremos que nos arrinconen o nos silencien.
Un grupo de alcaldes de éxito se propone ofrecer su experiencia para superar la situación
Se ha dicho que el PP ha mostrado su techo, puede que sea así; pero el PSOE, por seguir con la metáfora, habría roto su suelo. Lo más novedoso, y lo más preocupante, es que personas que nos habían votado de forma estable transitan no hacia la abstención, como había sido tradicional, sino hacia otros partidos. El fenómeno no es nuevo y es posible interpretarlo a la luz de las experiencias de otros partidos que han superado situaciones semejantes.
Todas las experiencias tuvieron un patrón: analizaron las insatisfacciones generales con el sistema, las de nuestros votantes y -muy particularmente- las de nuestros antiguos votantes. Existe, también, un patrón para el fracaso: entrar a baremar el grado de culpabilidades de cada cual renunciando a investigar las razones de nuestra falta de apoyos. Si carecemos de esa respuesta, tanto dará que elijamos a los que se proclaman inocentes, los problemas seguirán intactos.
El caso del Partido Demócrata fue un referente. Se enfrentaban a una realidad desconcertante: grupos de votantes demócratas, que seguían autodefiniéndose como tales, votaban de forma persistente a los republicanos, les llamaron los "demócratas de Reagan". Eran demócratas; pero no de aquellos demócratas. Un consultor político, Greenberg, y un grupo de reflexión del Partido Demócrata, los Nuevos Demócratas, resultaron cruciales para reconocer que el mundo, el país y su propio electorado habían cambiado mucho más rápido que ellos. Habían perdido en 49 de los 50 estados y se enfrentaban a un escenario estremecedor. Si no eran capaces de reformular sus valores convirtiéndolos, otra vez, en la mejor forma de ordenar la convivencia, corrían un riesgo cercano a la desaparición. Aquella era también una época de crisis económica, los recursos eran escasos y ante los recortes del gasto propugnaron, con éxito, la "reinvención del gobierno".
Ellos, como haría años más tarde el SPD, centraron sus esfuerzos en retomar el contacto con la sociedad, en investigar cuáles eran los nuevos valores -particularmente entre sus públicos no tradicionales-, en recuperar sus valores de forma que fueran asumidos por más personas. Dejaron de ser el partido de la simple redistribución para ser el partido del crecimiento y la oportunidad para todos. Reconectaron al partido con los valores de la sociedad americana enfatizando la responsabilidad individual o la seguridad ciudadana. No cejaron en su defensa de los derechos sociales, pero hablaron también de obligaciones, recordando que los derechos no son gratuitos y que todos estaban obligados -en tanto que miembros de su comunidad- a servir a su país. Fueron conscientes, y aún perduran sus aportaciones en este campo, de la necesidad de modernizar las administraciones públicas para que "funcionen mejor y cuesten menos", de forma que, valorando los procedimientos no vivan de espaldas a los resultados. Finalmente, tradujeron todo esto a comunicación: hablaron de oportunidad, responsabilidad y comunidad. Tres ideas que permeabilizarían todo su discurso.
Ellos, como el SPD, se reinventaron: reivindicaron su pasado y enriquecieron su posicionamiento. El SPD era considerado como el partido de los viejos y los pobres, algo de lo que también se acusó al PSOE en 1993. El SPD, desde la lealtad a sus valores tradicionales, logró ser más cosas: el partido de la innovación y el crecimiento económico. Supo que lo era cuando las encuestas reconocieron que ellos representaban, mejor que la CDU, esos valores.
No se trata de copiar a nadie, sino de seguir el método. Hay elementos estables: centrarse en lo que pasa fuera y poner la organización al servicio de ese diagnóstico eligiendo a personas con trayectorias personales, profesionales y políticas relevantes; finalmente, hay que ser capaces de comunicarlo.
Este es el trabajo que nos espera y, a su servicio, un grupo de alcaldes de éxito, un conjunto de personas que ha demostrado ser capaz de renovar el liderazgo social en sus comunidades, se propone ofrecer su experiencia para superar la situación actual.
Vamos a realizar propuestas para renovar nuestro diagnóstico, enriquecer nuestro posicionamiento, innovar nuestra organización y salir a ganar. España nos necesita.
Antonio Gutiérrez Limones es portavoz adjunto del PSOE en el Senado y alcalde de Alcalá de Guadaíra.
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