El limbo de los estudios gallegos
El departamento de Política Lingüística recorta los fondos para una red con escasa coordinación - 37 centros se arreglarán con 24,5% menos que este año
La Xunta financió este año tres obras relacionadas con Lois Pereiro: una traducción al castellano, otra al inglés y una novela gráfica. La versión anglófona de Jonathan Dunne, dicen en la Consellaría de Cultura, se distribuye a través da la web de la editorial Small Stations, dos distribuidoras británicas -Bertram Books y Gardners Books- y varias librerías virtuales, entre ellas la poderosa Amazon. También se envía a la red de bibliotecas de Galicia, a las ferias internacionales en las que participa el departamento y a los colegios e institutos que la solicitan. En los tres centros de estudios gallegos que la Secretaría Xeral de Política Lingüística mantiene en el Reino Unido, asociados a las universidades de Oxford, Bangor y Birmingham, no la han recibido todavía. Ni la recibirán.
"Lo que falta es voluntad política y coordinación", afirma Laura Sáez
"La continuidad no está garantizada por las instituciones", dice Londsdale
"De Lois Pereiro solo nos enviaron unos carteles que no sabemos ni dónde colocar", explica Laura Sáez, lectora de gallego en el Queen's College de Oxford. "El año pasado hicimos una relación de materiales que necesitábamos para la docencia, unas 50 referencias, y recibimos precisamente lo único que no habíamos pedido: capítulos del programa Ben falado de TVG que ya están en Internet". Por parte del secretario general de Política Lingüística no hay respuesta: en los últimos diez días no ha tenido tiempo, dicen en Educación, de conceder una entrevista a este diario.
La anécdota de Lois Pereiro ilustra el limbo en el que opera la red de centros de estudios gallegos y sus lectorados. "Es cierto que somos mileuristas, pero ese no es el problema", argumenta Sáez. "Lo que falta es voluntad política y coordinación. Trabajamos de forma aislada, y así todo resulta siete veces más complicado. Si el departamento del que depende el lectorado de turno quiere publicitarlo, lo hace. Y si no lo hace, nadie en Política Lingüística se lo va a reprochar".
Ahora mismo, la web de la Consellaría de Educación da fe de la existencia de 37 centros de este tipo en Alemania, Argentina, Brasil, Chile, Croacia, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Irlanda, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rusia y varias ciudades españolas. El proyecto de Presupuestos para 2012 renueva esta "apuesta" por la proyección exterior. "Se beneficiarán", dice textualmente, "32 centros", y reserva para ello 166.000 euros. En 2010 eran 210.000 euros.
Según la Coordinadora de Traballadores/as de Normalización da Lingua, el presupuesto total destinado a estos departamentos y sus lectorados será de 545.000 euros en 2012, un 24,5% menos que este año. Los fondos para el funcionamiento de cada centro también han pasado de 6.000 a 4.000 euros de un curso a otro. El de la Universidad de Bangor, en Gales, dedica la mitad de sus recursos a la publicación de una revista académica, Galicia 21, así que solo tiene 2.000 euros para el resto de sus actividades, entre ellas el programa -ahora bianual- de escritores residentes.
"En Galicia, a las lectoras de gallego se les supone una función casi diplomática", explica Helena Miguélez-Carballeira, directora del centro de Bangor. "Eso varía mucho entre una universidad y otra. Para nosotros, además de la labor docente, la prioridad es la investigación. Incluso el programa de escritoras residentes tiene un rendimiento académico verificable. En cuatro años de vida, nunca hemos celebrado el Día das Letras. Otros centros funcionan más como punto de encuentro".
Miguélez-Carballeira es ahora mismo la única directora de un centro de este tipo en el Reino Unido que se dedica a los estudios gallegos, puesto que Derek Flitter y John Rutherford ya no están al frente de los de Birmingham y Oxford. La profesora Laura Londsdale acaba de relevar a Rutherford. Es profesora de español y "todavía" no habla gallego. "La continuidad depende de la voluntad de los individuos", dice, "pero no está garantizada por las instituciones. La Xunta no permite que los lectores sean a la vez directores, así que es necesario que un profesor de Queen's se haga siempre cargo. El nuestro, gracias a Rutherford, está muy consolidado".
Londsdale y Miguélez-Carballeira coinciden en una cosa: la cuerda que sostiene a los centros solo se puede romper por el extremo de Galicia. La fórmula es beneficiosa para las universidades de acogida. Diversifican su oferta académica con un coste muy escaso y ganan visibilidad. "Si hay voluntad por parte de la Xunta, si los lectores y los directores se entienden y si se establece un horizonte de objetivos", concluye Laura Sáez, "cualquier centro puede funcionar".
Puestos limitados a tres años
Solo se puede ser lector de gallego durante tres años. Una vez que el contrato expira, no se puede renovar. O inicias una carrera académica en el centro al que te ha destinado Política Lingüística o la experiencia se habrá convertido por decreto en un hiato de tu vida profesional. Ánxeles Torres, Antía Pereira y Laura Sáez, las tres lectoras hoy en el Reino Unido, podrían suscribir el diagnóstico: así no hay manera de poner en valor el trabajo. Siempre se empieza de cero. "Cuando están maduras después de tres años, se tienen que marchar. Es un poco traumático", explica Helena Miguélez-Carballeira, directora del centro de Bangor.
Cada centro tiene sus prioridades y decide en qué gasta sus 4.000 euros anuales. Unos ponen más énfasis en la investigación y otros en la divulgación del idioma y la cultura gallegas. El activismo es vocacional, no depende de Política Lingüística. En cualquier caso, están solos. "Las lectoras del Reino Unido intentamos coordinarnos para ahorrar y compartir recursos", matiza Sáez.
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