_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Democracia Feijoniana 2.0

Era previsible. La triunfal instauración del marianismo en Moncloa fuerza a una inevitable actualización de la inteligencia que ha hecho funcionar la restauración popular en el Fogar de Breogán. Ya está aquí la Democracia Feijoniana 2.0. No es un drama. Decía Buda que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. La actualización traerá problemas. Pero también creará oportunidades.

Madrid bien vale una consellería. La llamada para regir altas instancias de Estado provoca un saludable cambio en un gobierno que ha demostrado una encomiable capacidad para deshacer, pero ofrece resultados más magros en lo creativo. Si Feijóo tiene que mover el banquillo y puede hacerlo sin que parezca una rectificación, debería aprovechar la oportunidad para sustituir a tanto conselleiro fajador por gestores con ideas, ambición y visión innovadora. La Democracia Feijoniana está actualizando también su discurso sobre la culpabilidad por los problemas. Mientras gobernaba aquí, pero estaba en la oposición en Madrid, el Gobierno central era el culpable de todo. Un mejillón se ponía enfermo en la ría de Muros-Noia y, de una manera o de otra, acaba siendo cosa de Zapatero. Ahora que ya manda en todas partes y no queda otra Administración a quien responsabilizar, la culpa parece que empieza a recaer en la gente.

Ahora que el PP manda en todas partes, la culpa empieza a recaer en la gente

La sanidad se colapsa porque la gente abusa. El paro no baja porque la gente no quiere trabajar y prefiere quedarse en casa cobrando. La educación no tiene calidad porque la gente pasa de los hijos y los maestros, que también son gente, no quieren impartir más horas. La dependencia resulta insostenible porque hay mucha gente que se apunta al fraude. Los funcionarios se han convertido en un problema porque son gente que tiene muchos privilegios y poco trabajo. No sé si se han fijado, pero la actualización afecta también al software mediático que la acompaña. De Zapatero decían que recortaba derechos sociales. De Feijóo y Rajoy proclaman ahora que recortan privilegios. Algo de verdad habrá en todo ello. Pero señalar culpables no resuelve los problemas

También en cuanto atañe a la responsabilidad de encontrar soluciones, la Democracia Feijoniana parece estar revisando su discurso. En su formato más clásico, el Gobierno proponía varias alternativas y la gente decidía libremente. Era una toma de decisiones a la carta. Así se ahorraban los costes por decidir, que resulta la parte más costosa de gobernar y la que da más lata, especialmente para los asuntos más complejos. El ejemplo más acabado de la versión clásica fue la magistral gestión del polémico asunto de la enseñanza en gallego. Después de armar el lío y evocar a Luther King clamando por los derechos civiles lingüísticos, se apela a la cordialidad, se convoca una consulta parental y que decidan luego los funcionarios.

En la nueva versión 2.0, la sociedad civil propone y el Ejecutivo avala. Al Gobierno ya no se le puede ir con problemas. Eso es muy del siglo XX. En la nueva era, al Gobierno se le va con soluciones, o no se le va. Acabamos de presenciar un primer formato de esta filosofía actualizada respecto al dilema de las aeropuertos y las rutas aéreas. La propuesta de la Democracia Feijoniana 2.0 es cristalina: que lo arregle el sector y además que lo haga con valentía. Si operadores aéreos y turísticos le traen una solución firme, el Ejecutivo la apoyará. Es la política "arrégleselo usted mismo, que yo se lo certifico".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La versión actualizada parece también que va a ofrecer nuevas prestaciones que la volverán mucho más flexible al entorno. Antes los retrasos en el AVE o las deudas tributarias eran un problema de voluntad política. No había. Ahora son un problema de dinero, tampoco hay. La rigidez ante Madrid se actualiza para adaptarse a un nuevo esquema de lealtad institucional que algunos celebramos y echábamos de menos. En tiempos de tribulación, los Gobiernos deben entenderse.

No se sabe cómo termina un proceso de actualización hasta que acaba. Puede suceder de todo. Desde un bloqueo del equipo, a generar problemas de compatibilidad con el programa antiguo o concluir la instalación con éxito y que Feijóo acabe siendo el presidente inspirador que Galicia necesita en estos días oscuros. Depende de él.

@antonlosada

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_