Estreno andaluz del poder del PP
Santamaría arropa a Arenas en la toma de posesión de la delegada del Gobierno
La toma de posesión de la nueva delegada del Gobierno, Carmen Crespo, se convirtió ayer en la fiesta andaluza del cambio en España. La primera celebración de tinte oficial de la familia popular y agregados desde la victoria de Mariano Rajoy el 20 de noviembre. El primer relevo. La primera demostración de poder. Lo más granado del PP andaluz hizo una aparición sincronizada en la Torre Sur de la Plaza de España en torno a la vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría, que ya había estado por la mañana en Madrid en otro acto del cuenta gotas de reemplazos que vive estos días las Administración estatal.
Pero en Andalucía las permutas institucionales, aún más si se tiñen de azul, cobran un cariz muy especial. Metidos ya de lleno en la precampaña de las elecciones autonómicas de marzo, cada gesto que emana del Gobierno tiene su significado en el terreno partidario, todo se convierte en un símbolo. Y la presencia de la número dos de Rajoy es una deferencia que no solo habla de la importancia que ha otorgado su partido a la conquista de la última comunidad no foral en manos del PSOE -como diría José Antonio Griñán, para distinguir a Andalucía del País Vasco-, también refleja el predicamento que tiene Javier Arenas y su condición de muñidor de los entresijos de la jerarquía andaluza de los populares.
Carmen Crespo ofrece colaboración a la Junta y huir de batallas estériles
Aunque su intervención no tuvo cabida en la ceremonia gubernativa, al terminar el líder del PP andaluz se dirigió a los periodistas para descifrar el código electoral de lo que acababa de ocurrir, por si alguien estaba distraído. "Rajoy tiene muy presente a Andalucía, ahí está la composición del Gobierno [tres ministros de procedencia andaluza] y hoy está aquí la vicepresidenta. Para Rajoy el futuro y el empleo de Andalucía es una gran prioridad, ya ha dicho muchas veces que Andalucía puede ser un motor de crecimiento y de riqueza económica para España", explicó. Soraya Sáenz de Santamaría se movió en un terreno más de etiqueta (el cargo obliga) y glosó el papel crucial que van a tener en adelante los delegados del Gobierno como "puntal" y "nexo de unión" entre los ciudadanos y la autoridad. Insistió en los tiempos difíciles que se avecinan, que se combatirán con los principios de austeridad, eficacia y eficiencia, y aprovechó para recordar que se van a descongelar las pensiones porque "no es justo hacer cargar sobre los más débiles los efectos de la crisis".
La protagonista, Carmen Crespo, que ha dejado la alcaldía de Adra (Almería) después de nueve años para ocupar su nuevo cargo, prometió atender a todos sin mirar la ideología y mostró su disposición colaborar con la Junta -"con el actual Gobierno y con el que salga tras las elecciones", aclaró- y renunciar a las confrontaciones estériles.
La comitiva, cuyo epicentro era Sáenz de Santamaría, tuvo problemas para avanzar por el limitado aforo del pabellón donde está la Delegación del Gobierno, bloqueada por un torrente de cámaras y el enjambre humana que le seguía, una mezcla de alcaldes, cargos orgánicos del PP, autoridades de salida (el ya exdelegado Luis García Garrido), amigos invitados e invitados que aspiraban a ser amigos.
Griñán casi no tuvo papel, desbancado en el turno de palabra por Soraya Saénz de Santamaría, que no venía como vicepresidenta -en ese caso, según el protocolo, el presidente de la Junta está por encima-, sino en representación del mismísimo Rajoy (traía una carta de delegación de asistencia). Así que el socialista estuvo allí como un convidado de piedra, una lustrosa pieza del decorado del estreno andaluz del poder del PP.
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