Britney diseña su nueva madurez
La cantante cumple 30 años anunciando que se casa. Un tercer intento de obtener la estabilidad que no tuvo como ídolo adolescente, ni como icono pop. Así es como Spears trata de sentar la cabeza
Britney Spears se ha prometido con un señor como hace tiempo que ya no mandan los cánones. Le saca 10 años, viste de oficinista y combina sus entradas con gafas de montura de metal. Si esto le pega poco a la que en su adolescencia fuera la estrella más sexual del pop, hay que entender que cuando se conocieron, en diciembre de 2006, Trawick no era exactamente así: estaba gordo, vestía mal y, como empleado de la todopoderosa agencia William Morris, se contaba, según muchos, entre los hombres más aburridos de Los Ángeles. Y por algún motivo era extrañamente adecuado para una mujer que estaba a punto de pasar el peor año de su vida: la justicia le arrebataría la custodia de sus dos hijos y ella reaccionaría rapándose la cabeza, atacando con un paraguas un coche lleno de paparazzi en una estampa que dio la vuelta al mundo y dando la actuación más vergonzosa de su vida ante una audiencia televisiva de siete millones de personas.
El sello propuso lanzarla como una superheroína en el 'clip' de 'Baby one more time'. Ella prefirió vestir de colegiala católica
A menos que su padre ceda su Poder legal sobre Britney, tendrá que ser él quien dé el "sí quiero"en la ceremonia
Así que cuando Trawick y Britney empezaron a trabajar juntos, se dedicaron a poner orden mutuo en sus vidas. Jason se encargó de gestionar cada uno de sus movimientos a través del padre de Britney, que había obtenido su tutela legal, y a relanzarla a través de discos infalibles, Circus, en 2008, y Femme fatale, en 2009. A cambio, ella le prestó su gimnasio, su peluquera y su asesor de imagen. Ambas transformaciones terminaron por entrecruzarse, y en marzo de 2009 empezaron a salir. Es la pareja más longeva que haya tenido Britney desde la adolescencia. También la más respetable. La primera que, al ser su agente, tiene la obligación contractual de velar por su bienestar. La única que la ha visto y cuidado en su peor momento. El anuncio de su matrimonio coincide con el 30 cumpleaños, el pasado día 2, de Britney. Casi se diría que está dejando entrever el happy ending de su perenne batalla contra la inestabilidad. ¿Será también el fin de su historia como personaje público? ¿Qué más puede aportar? En realidad, lleva toda su vida intentando responder a esa pregunta; buscando primero y demostrando después quién hay detrás de las modas. Según las pistas que nos ha dado a lo largo de los años, la personalidad pública de Britney Spears se puede reducir a tres grandes ejes que se eclipsan mutuamente por turnos: su talento, su sexualidad y la ternura que irradia.
Del primero daría buena cuenta de pequeña, en su casa de Kentwood, un pueblo eminentemente protestante de Luisiana de 2.200 habitantes. "Todos la conocíamos por ser la chica bendecida con un don", recuerda Hazel Morris, comisaria de la sección de Britney Spears del Museo de Kentwood. "No sabíamos que iba a llegar tan lejos, pero sí que era especial. Su madre siempre la llevaba de un concurso a otro ganando premios...". Así fue como acabó en manos de una poderosa agente neoyorquina, Nancy Carson. "Era extraordinaria", recuerda hoy Carson. "Muy tímida, muy educada, muy sureña, siempre con 'Sí, señora Nancy', 'Disculpe, señora Nancy'. Muy entregada. La verdadera prueba de su magia es su versatilidad: cuando la conocí tenía voz de intérprete, no de cantante. Podía gritar sin desafinar. Cuando tenía 11 años, le conseguí un papel en un musical de off-Broadway y bordó hasta las canciones principales". Ese musical fue, junto con algunos anuncios, lo que le abrió las puertas del Mickey Mouse club, un programa diario de variedades de la factoría Disney en el que actuó junto con otros tres chavales que querían probar suerte en esto del artisteo: Justin Timberlake, Christina Aguilera y Ryan Gosling (el protagonista de Los idus de marzo, nominado al Oscar en 2006).
El programa duró los dos años que tardaría su público en crecer y decantarse por el fenómeno de grupos adolescentes de mediados de los noventa: las Spice Girls primero, los Backstreet Boys después y, finalmente, 'N Sync, con Timberlake. Un tecnócrata cultural llamado Larry Rudolph, responsable de estos dos últimos grupos, fichó a Britney y la mandó a Suecia a probar suerte grabando un disco con el compositor y productor Max Martin que había escrito una canción llamada Baby, one more time. Un disco solitario como validación definitiva de su talento.
Se rumorea que en esa época perdió la virginidad con Reg Jones, su novio y compañero en el colegio católico de Kentwood. Es imposible saberlo a ciencia cierta. El supuesto incidente coincide con el momento en el que su sexualidad pasó a ser un asunto de primer orden. El prestigioso director de videoclips Nigel Dicks quería filmar Baby, one more time como si fuera una película de superhéroes. Fue la propia Britney la que propuso vestirse de colegiala católica con pompones y provocar a la nación. El single se publicó el 23 de octubre de 1998 y América contempló el vídeo estupefacta: la dulce niña Disney, autoproclamada lolita oficial de un país sumido en la autoindulgencia característica de los noventa. Rudolph estimó que, dado que Britney tenía 16 años, convendría que combinara la provocación con la apología de la virginidad. De repente, su sexualidad era tan importante como su talento. Eso todavía no ha cambiado.
De hecho, cuanto más provocaba, más repercusión mediática recibía. Nunca conoció mayor éxito comercial que con su primer disco (en 2000 se vendieron 10 millones de copias de él; hoy lleva 26), por mucho que en los tres años siguientes publicara tres más; pero en 2002, Forbes la declaró la celebrity más poderosa del mundo. A sus 21 años, todavía arañando los sobrantes de su imagen de colegiala, empezó a exigir que la vistieran con ropa más ceñida y provocativa. En 2008, la revista Rolling Stone citó a un amigo anónimo que recordaba que "ella misma propició la moda de que las niñas de América vistieran con minifaldas y tops, pero sus mánagers no querían asustar a sus fans y siempre estaban pidiéndole que se pusiera un sujetador, que ese pintalabios era demasiado oscuro. Hasta le elegían los pantis".
El 3 de enero de 2004, Britney se casó. Los hechos en sí no están claros (se sabe que estaba en Las Vegas de fiesta con unos amigos de Kentwood, pero no por qué le dio por formalizar su relación de tres días con un antiguo compañero de colegio; al día siguiente, bajo la tormenta de titulares, sus abogados pidieron la anulación del matrimonio, que duró el récord de 55 horas), pero no lo que significaban: Britney quería un hombre en su vida. El afecto, la vida personal que hasta ahora había desatendido todo este tiempo, empezaba a reclamar atención. No tardó mucho en darle salida. En febrero de 2005 se casó con uno de los bailarines de su gira, un rapero de bares provincianos a tiempo parcial llamado Kevin Federline que despertaba en ella todos sus instintos white trash.
No se sabe si fue una buena decisión. Es cierto que Federline le dio a Britney dos hijos casi consecutivos, pero luego la olvidó mientras tiraba de la cuenta corriente conjunta para hacer su debut musical, que sería tildado del peor de la historia. Insatisfecha, Britney le pidió el divorcio en noviembre de 2006 vía mensaje de texto. Coincide que en esa época se dejaba aconsejar por su nueva secretaria personal, Kalie Machado, que hoy recuerda por teléfono: "Britney estaba pasando una mala racha con la ruptura, así que la llevé a hacer lo que hace todo el mundo en esas situaciones: salir de fiesta. Estaba confusa y tenía mucha presión". Lo malo es que esa presión no era algo de lo que evadirse: era 2007 y estaba en plena lucha por la custodia de sus hijos. Fue una mala idea dejarse fotografiar de fiesta junto a Paris Hilton y Lindsay Lohan, las juerguistas más infames de Los Ángeles. Perdió la custodia. Menos afecto en su haber.
También perdió algo más. La familia decidió que eso de ahogar penas en el alcohol y, de vez en cuando, en drogas tenía que acabar e intentó internarla en un centro de rehabilitación. Ella se fugaría de él un día después; pasó tres horas dando vueltas a la casa de Federline para que le diera a sus hijos y luego, furiosa, condujo durante 48 horas seguidas. Solo aparcó cuando estuvo frente a una peluquería de San Bernardino dirigida por Esther Cognozzi. "Entró con una cara rara; no digo que estuviera drogada ni nada, pero sí estaba rara", cuenta hoy. "Dijo que su madre iba a estar furiosa con ella, empezó a llorar y me pidió que le rapara la cabeza. No sabía que hacer. Intenté consolarla diciéndole que tenía una cabeza muy bonita. Entonces me arrebató la maquinilla y empezó a raparse ella sola. Todavía guardo ese pelo".
Esta secuencia de acontecimientos se repitió varias veces en un macabro bucle de creciente absurdez: su familia la metía en una clínica de rehabilitación, ella se fugaba y atacaba el coche de los paparazzi; la volvían a ingresar y al poco estaba secuestrando a sus hijos y encerrándose medio desnuda en un baño; la MTV le exigía sobriedad para abrir su popular entrega de premios musicales y ella aparecía de resaca para ejecutar una actuación históricamente lamentable. Esta era Britney sin afecto.
Entonces llegó Trawick. Lo había contratado su padre, tras obtener por la fuerza permiso legal para controlar sus movimientos y su fortuna (le asignó a Britney una paga de 1.000 dólares semanales y se reservó para sí mismo una de 4.000). Controló su vida personal (a qué hora se levantaba, con quién salía, qué comía) y Trawick la profesional, empezando por un pequeño papel en la sitcom Cómo conocí a vuestra madre (fue, eso sí, el capítulo más visto de la serie). Poco a poco, Britney se fue reconstruyendo, sacando discos sin provocar titulares, actuando como una profesional. La custodia sigue hoy. A menos que su padre la ceda, será él, y no la novia, quien tenga que dar el "sí quiero" durante la boda.
¿Es, pues, el final de la historia? "Britney sigue siendo una it girl. Ya no vende tanto porque ya no está tan de moda, y porque la industria va en declive, pero mientras pueda grabar y cantar, seguirá viva. Seguramente algunos niños la vean como una reliquia que de vez en cuando saca una canción buena, pero eso le pasa a todas las divas retro", opina Matthew Rettenmund, editor de la revista Popstar. "Sigue siendo un icono. No un icono intelectual como Madonna o Lady Gaga, sino uno que siempre ha pasado olímpicamente de los problemas actuales. Por eso se convirtió en un hazmerreír. Pero, precisamente al poner el listón tan bajo, se hizo indestructible".
Abajo, con 26, se encara, rapada al cero, a un paparazzi durante su divorcio.WALT DISNEY CO. / RADAL
SUS HOMBRES Y SUS MUJERES
» Lynne Spears La madre, que, dicen, pudo haber sido, y no fue, actriz por su físico, quedó prendada del talento de su hija. Si bien nunca dejó Kentwood, era la primera en llamar a Britney para darle consejos personales y la última a la que esta escuchaba.
» Felicia Culotta. Amiga de Lynne y oriunda de Kentwood, fue la carabina de Britney en Nueva York desde los 17 años hasta bien cuajada su carrera. Actuó de amiga, madre y asesora profesional. La acompañaba a regañadientes en las juergas y la protegió durante su etapa de mayor entrega profesional.
» Kalie Machado. Más que sustituta de Culotta, fue contratada, entre 2006 y 2007, como testigo de la sobriedad de Britney de cara a los tribunales que debían darle la custodia de sus hijos. La introdujo en la vida nocturna de Los Ángeles. Fue despedida por Lynne. Vendió todos sus secretos a los tabloides.
» Alli Sims. Otra amiga personal de Lynne originaria de Kentwood. Ocupó el rol maternal de Culotta en 2007, pero fue demasiado indulgente con ella y sus caprichos autodestructivos. Los mánagers la despidieron cuando vieron cuánto trabajaba Britney sin ella
» Reg Jones El novio casero de Britney, un compañero de instituto que acometió con ella una relación típicamente sureña: un cortejo con permiso de su madre; un año, 1997, incondicionalmente a su lado y otro pegado al teléfono mientras ella preparaba su disco. La dejó tras una de sus primeras actuaciones como solista.
» Justin Timberlake Su relación, entre 1999 y 2001, coincide con sus épocas de mayor entrega a su carrera. Tontearon en el set del 'Mickey Mouse club' de niños; él la recomendó al productor Larry Rudolph y la apoyó durante la fama repentina. Falló lo personal: él puso su fidelidad en duda y terminó la relación.
» Kevin Federline Entre 2005 y 2007, este bailarín y rapero ejerció de novio perfecto de la mujer despechada. Conocido de Timberlake, compartía con Britney los orígenes humildes. Se casaron en chándal en 2006. Le dio dos hijos.
» Adnan Ghalib. Durante su debacle, entre 2007 y 2009, Britney desarrolló una relación amor-odio con los 'paparazzi', su única conexión con el mundo exterior. Con uno de ellos llegó a estar durante un año.
Babelia
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