Magia contra el dolor

No está cuantificado clínicamente en ninguna estadística, pero médicos y psicólogos están absolutamente convencidos de que una buena dosis de sonrisas e ilusión es el mejor estímulo para un enfermo. Máxime cuando los pacientes son niños ávidos de Reyes y de jarana navideña.El hospital público Arquitecto Marcide de Ferrol se ha apuntado a esta receta y cada semana lleva un poco de esta medicina inmaterial a la planta de pediatría del centro para que los menores encajen sus dolencias con el mejor ánimo posible.

Con o sin Navidad, un grupo de jubilados, los payasos de la Fundación Paideia y voluntarios de la Cruz Roja tocan casi a diario las puertas de todos los niños ingresados para distraerlos durante un rato del dolor y la pesadez de estar encamados, inmóviles o aislados por una infección. A la solidaridad hospitalaria se han sumado esta semana un grupo de adolescentes de Narón, que se plantaron en la sala de juegos del complejo sanitario vestidos con los colores de las fichas del parchís, con las caras pintadas y varios cuentos bajo el brazo para hacer una lectura teatralizada de Los músicos de Bremen.

Los chavales se autorretratan en el hospital para evitar traumas

"De pequeño rompí la mandíbula y sé lo que es", explica uno de los 'magos'

Los seis chavales -Sofía, Dani, Alba, Noa, Thalía y el mago Fiz, de 15 y 16 años- estudian 4º de la ESO en el IES Terra de Trasancos y forman parte del coro de lectores del instituto junto a otros treinta alumnos con los que cantan y organizan actividades lúdicas y educativas para poner su granito de arena mitigando el dolor con trucos de magia y risas. La visita al Marcide, escoltados por tres maestras -Carmen, Graciela y Conchi-, ha sido su primera excursión "solidaria" lejos del instituto y seis pequeños pacientes, el público que acudió en pijama a su debut.

Rubén, Roi, Noa, Emilio, Jonathan y Lyedson llegaron al hospital por distintas razones, desde una apendicitis aguda que curará pronto, a piedras en las vías biliares o una diabetes brutal que exige un trasplante multiorgánico (hígado, corazón y riñones). Algunos están amarrados al catéter o en silla de ruedas pero ninguno se queja e incluso bromean sobre sus dolencias. "¿Alguien sabe lo que es síndrome de Kawasaki?", les pregunta Pilar Porta, su profesora del hospital. "Pues una moto", replican chistosos.

Con una soltura increíble para su corta edad, el mago Fiz se planta ante el auditorio y consigue que el siete de picas salte de la baraja a su bolsillo sin que se note. "Con ocho años me partí la mandíbula y estuve mucho tiempo en el hospital. Sé lo que es estar aquí encerrado", dice Fiz Patín, y asegura que repetirá su truco "cien veces" si hace falta para entretenerlos.

Emilio, uno de los pacientes, le da "mil millones de puntos" al mago y agradece el espectáculo. "Estaríamos muy aburridos en nuestras habitaciones sin ellos", explica. Los seis alumnos les devuelven el aplauso por su "valentía con todo lo que tienen" y prometen volver pronto.

La tutora del Marcide se ha colocado un gorro rojo y lleva una huevera rosa por bolso. De esa guisa, presume de ser el espíritu de la Navidad "en crisis" y les presenta a Rick, la mascota-lechuza que reparte a cada niño hospitalizado un regalo. Un Lego para el más pequeño, libros para los medianos y MP4 para los mayores. No les pregunta si han sido buenos pero quiere saber si han tomado todas las pastillas antes de darles el paquete.

En la pared de la sala de juegos, los niños han colgado sus dibujos. "Les pedimos que se retraten tal y como se ven en el hospital", cuenta Pilar, "es parte de la terapia para ayudarles a normalizar el trance y que no se convierta en trauma". Se pintan en muletas, con sangre y agujas clavadas, pero predomina el optimismo.

Pilar Porta, personal educativo de la Xunta, lleva seis años a cargo de aula del Marcide. Su trabajo de refuerzo escolar tiene más de psicopedagógico que de lectivo. De 9 a 13.30 horas, de lunes a viernes, recorre todas las habitaciones y contacta con el colegio cuando el niño lleva más de una semana ingresado sin clases para tratar de que no se rezague en las materias básicas. "Evidentemente, es muy difícil porque aquí tienen bastante con las curas y tratamientos", admite.

Por iniciativa propia, un grupo de jubilados se ha apuntado a la animación hospitalaria con el progama Avó, cóntame e cantame que me encanta. Cada mes, pasan por el Marcide para enseñarles a los pequeños canciones y juegos, improvisar obras de teatro o el arte de fabricar "títeres sanadores" que reproducen a los médicos y enfermeros del hospital con las mascarillas verdes de quirófano, guantes de látex y rollos de papel higiénico. Cada lunes, son los payasos del Doctor Sonrisas los que desfilan por la tercera planta del Marcide y los jueves y sábados, es el turno de Cruz Roja. "Trataremos, en la medida de lo posible, que todos puedan estar en casa en Nochebuena", les prometen los médicos.