El ajuste sin fin del tigre celta
El presupuesto de Irlanda para 2012 profundiza en los recortes y las subidas de impuestos
Un año después del rescate financiero de Irlanda, los grandes números de la economía parecen reflejar una indudable recuperación: vuelta al crecimiento económico con un 1% en 2011, los primeros datos positivos desde 2007; un crecimiento de las exportaciones del 5,5% anual hasta junio y la balanza por cuenta corriente ha logrado pasar del déficit al superávit. Pero como reza el dicho, en economía el diablo está en la letra pequeña y la letra pequeña, en este caso, son los recortes y sacrificios que ha tenido que aceptar la sociedad irlandesa, que están lejos de llegar a su fin y que ni siquiera garantizan la salida de la crisis.
Los analistas reconocen los avances hechos por Irlanda en este tiempo. "Desde una posición de extrema debilidad a principios de año, Irlanda ha hecho progresos significativos con la reducción de su prima de riesgo específica en los últimos meses", asegura Kevin Daly, de Goldman Sachs. "Pero la economía irlandesa está lejos de haber llegado a un lugar seco y seguro", puntualiza.
La desaceleración de la zona euro, principal riesgo para el crecimiento
Los expertos no descartan que la banca necesite más inyección de capital
Su principal riesgo procede de la desaceleración de la zona euro y, en general, del crecimiento mundial, dada la fuerte dependencia del sector exterior de la economía celta. Pero también de la extrema debilidad de su demanda interna, que mantiene este año y el próximo su aportación negativa al PIB [ver gráfico adjunto].
Los presupuestos para 2012 que se han presentado esta semana no abordan ninguno de estos riesgos y se centran en el cumplimiento del programa impuesto por el rescate. "No importa qué pase en el conjunto de la eurozona, Irlanda necesita recuperar la sostenibilidad de las finanzas públicas", advirtió el ministro de Finanzas, Michael Noonan, en el Congreso. Se trata del primer presupuesto del nuevo Gobierno de coalición del Fine Gael y los laboristas que salió de las urnas en febrero pasado aunque dista poco de la política aplicada por el Ejecutivo anterior. Las cuentas para 2012 introducen recortes de gasto por 3.800 millones de euros -equivalente al 2,4% del PIB- y nuevas subidas de impuestos por 1.600 millones de euros. Pese a ello, el déficit todavía se situará en 2012 en el 8,6% del PIB.
Los sacrificios no se reparten por igual. El impuesto sobre sociedades se mantiene en el 12,5% frente al 30% que pagan, por ejemplo, en España las grandes empresas y el 25%, las pymes. También el sector turístico se beneficia de un IVA reducido del 9%, como parte de la Iniciativa para el Empleo puesta en marcha por el Ejecutivo.
Frente a ellos, y entre otras medidas, el IVA subirá a partir del 1 de enero dos puntos, hasta el 23%; se eliminarán otros 6.000 empleos públicos; habrá subidas en los impuestos sobre ganancias de capital; aumenta el impuesto sobre los vehículos a motor y los hogares tendrán que pagar un impuesto anual de 100 euros para financiar servicios públicos, el sexto nuevo tributo creado en los últimos tres años. El paro se mantiene en el 14,1% de la población activa.
"El éxito relativo del programa de rescate irlandés -hasta la fecha Irlanda ha cumplido todos los objetivos de su programa fiscal y de reformas estructurales y ha registrado tanto un crecimiento positivo del PIB como superávit en su balanza por cuenta corriente- está siendo usado por las autoridades europeas como una evidencia de que sus recetas de austeridad fiscal y reformas estructurales dan frutos solo si son implementadas diligentemente", aseguraba el economista jefe de Citigroup, Willem Buiter, en un reciente informe.
En reconocimiento de ese "éxito", las autoridades comunitarias aliviaron las condiciones del programa de ajuste para Irlanda, con una reducción de los intereses que debe pagar el país por el rescate. El ahorro de semejante medida equivale, según cálculos de Goldman Sachs, a entre el 0,6% y el 0,7% del PIB a partir de 2012. "Para distanciarse del resto de los países europeos intervenidos, pensamos que el Gobierno irlandés debería utilizar ese margen en acelerar la velocidad de su ajuste", insiste Kevin Daly.
Pero un mayor ajuste del cinturón presupuestario implicaría mayores retrocesos del consumo privado y del gasto de los hogares, lastrado por un elevado desempleo y una deuda que ronda el 130% del PIB. Es más, Caroline Newhouse, de BNP Paribas, advierte que "insistir en las actuales políticas de austeridad podría antes o después disparar la reacción de la gente" y señala, además, que "la caída de los precios del sector inmobiliario no muestra signos de mejora, lo que podría significar que los bancos necesitarán nuevas inyecciones de capital en el futuro". Si eso sucede, las finanzas irlandesas a duras penas podrían hacer frente a una nueva ronda de ayudas. Según los cálculos oficiales, la deuda pública alcanzará su máximo en 2013 al alcanzar el 118% del PIB. Aunque esas proyecciones no incluyen el alivio de la carga de intereses aprobado por Bruselas, incluyen una previsión de crecimiento mayor que la registrada en el presupuesto (1,3% en 2012).
La posibilidad de colapso, pues, persiste. "Las enormes vulnerabilidades de la economía irlandesa -el déficit y el desempleo siguen siendo muy altos, el crecimiento es muy dependiente de la demanda externa y la persistencia de los problemas de pasivo en el sistema financiero- así como la posible fatiga en las políticas de consolidación, quizá también como consecuencia de la inevitable quita griega, puede significar que los alivios que se le ofrezcan al plan de ajuste no sean suficientes", insiste Willem Buiter. "Es más, el riesgo de una reestructuración de la deuda soberana en Irlanda sigue siendo elevado".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.