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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Sonia Pierre, la defensora dominicana de los haitianos

Activista, luchó por los derechos de los que, como ella, descendían del país más pobre de América Latina

Solange le llamaron sus padres, de origen haitiano, pero su país, República Dominicana, terminó por llamarla Sonia. Solange -o Sonia- Pierre luchó toda su vida por los derechos de los dominicanos que, como ella, son descendientes del país más dolorosamente pobre de América. Toda su vida es un lugar común, pero su caso es de los pocos que permite la expresión: era una niña de 13 años cuando lideró la primera manifestación y sufrió el primer arresto. La amenazaron con "mandarla de vuelta a Haití". "Yo lloraba porque no conocía nadie ahí", relataba. Lloró pero no se rindió. Fue activista hasta su muerte, el pasado 4 de diciembre en Villa Altagracia, su pueblo natal, víctima de un ataque al corazón. Tenía 48 años.

Con 13 años lideró su primera manifestación, en la que fue arrestada

Pierre solía contar que en la República Dominicana decirle a un negro que tiene alma de blanco es un cumplido. Cuando recibió el premio Robert F. Kennedy por su labor humanitaria en 2006 recordó que los hijos de haitianos sufren discriminación "desde que nacen". Sus padres llegaron a Villa Altagracia en los años cincuenta para trabajar en plantaciones, como otros tantos miles durante la dictadura de Rafael Trujillo. Se crió junto con 11 hermanos en una barraca con suelo de tierra. En estos guetos, conocidos como bateyes, se concentra buena parte de los descendientes de haitianos (las cifras rondan entre 500.000 y un millón) que viven en la República Dominicana, que otorga la nacionalidad a todo aquel que nazca en su territorio excepto a los hijos de los que van "en tránsito". En otras palabras: inmigrante ilegal.

Sus reiteradas denuncias le ganaron premios en el extranjero -además del Robert F. Kennedy, recibió el de Amnistía Internacional en 2004- y muchos problemas. Desde hace dos siglos, las relaciones entre los dos países que comparten la isla de La Española (un territorio un poco más grande que Aragón) son un asunto, cuando menos, complicado. Haití invadió la República Dominicana después de su independencia de España en el siglo XIX. Trujillo, un siglo después, ordenó la ejecución de unos 37.000 haitianos. En los últimos años, la pobreza y violencia de Haití, sumada al crecimiento económico de la República Dominicana (la segunda economía del Caribe), aumentaron la tensión racial. Pero muchos culpaban directamente a Pierre. Un hombre le propinó un puñetazo en plena calle antes de decirle: "Sé quién eres".

Y aquí un caso que muestra quién era ella. La organización que fundó, el Movimiento de Mujeres Dominico-haitianas (Mudha), llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el caso de dos niños, hijos de inmigrantes haitianos, que no recibieron su certificado de nacimiento. La CIDH ordenó a Santo Domingo reconocerles como ciudadanos y un pago de 8.000 dólares en daños a cada niño. El Supremo dominicano, no obstante, falló que los trabajadores haitianos eran considerados "en tránsito". Mucho tiene que ver el color de piel. "En la televisión, las modelos siempre son blancas y las sirvientas siempre son negras", describió Pierre en una entrevista con The New York Times en 2007. Sus críticos le achacaban que su activismo aumentaba, no sanaba, las divisiones. Pierre recordaba que, pese a su origen y su color de piel, ella también era dominicana y su lucha no nacía de las críticas de una extranjera. "Yo no critico a mi país, critico a su Gobierno y tengo derecho. Es mi Gobierno". Su féretro lo cubrió una bandera dominicana.

La activista dominicana Sonia Pierre, en una imagen de 2006.
La activista dominicana Sonia Pierre, en una imagen de 2006.RAMÓN ESPINOSA (AP)

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