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Reportaje:

La lucha de Rosario y Cayetano

Un libro describe la vida de los presos políticos durante la represión franquista

Ginés Donaire

A Cayetano Rodríguez y su esposa, Rosario Ramírez, dos luchadores antifranquistas, no solo los encarcelaron, sino que los aislaron y les obligaron a comunicarse a través de dos ventanas enrejadas en la vetusta prisión de Jaén. Fueron condenados a más de cinco años de prisión por asociación ilícita y propaganda ilegal. El 2 de diciembre de 1970 habían sido detenidos por la Brigada Político Social de Jaén tras encontrar numeroso material propagandístico en su domicilio, punto de encuentro clandestino de las reuniones del Partido Comunista.

Los testimonios de Cayetano y Rosario sirven de homenaje a tantos otros presos que sufrieron la represión franquista hasta casi el final de la dictadura. Un homenaje que se plasma en el libro La prima Rosario y Cayetano: luchadores por la libertad en una provincia idílica, editado por la Fundación de Estudios Sindicales y Archivo Histórico de CC OO de Andalucía y del que son autores los investigadores Alfonso Martínez Foronda y Miguel Conejero Rodríguez.

Cerca de 6.000 reclusos llenaron la cárcel de Jaén entre 1940 y 1941

Cuando Rosario Ramírez ingresó en la antigua cárcel de Jaén era muy conocida por funcionarios e internos. Desde hacía tiempo frecuentaba el centro para llevar comida a los presos políticos, y tal fue la frecuencia con la que acudía que los presos llegaron a bautizarla de modo cariñoso como la prima Rosario. En realidad, esta luchadora fue el primer enlace de la resistencia antifranquista con los presos políticos. El azar había dispuesto que la mujer del histórico militante comunista Pere Ardiaca Martín -encarcelado en Jaén en 1967- tuviera su mismo apellido, por lo que un día Rosario se plantó en la prisión haciéndose pasar por la prima de la mujer de Ardiaca.

Cayetano y Rosario se conocieron en la estación ferroviaria de Espeluy (Jaén) y, después de casarse, emigraron al norte de España y más tarde a Francia, donde forjaron su conciencia revolucionaria. En 1965 volvieron a su tierra natal y empezaron sus coqueteos con el movimiento comunista en la clandestinidad. Tal fue su implicación que en 1967 se crea el comité provincial del PCE y Rosario y Cayetano son designados responsables de Agitación y Propaganda.

La represión del régimen franquista no cesó tras el final de la Guerra Civil. Se calcula que entre 1940 y 1941 casi 6.000 reclusos llenaron la cárcel de Jaén y los conventos de Santa Clara y Santa Úrsula, y en los primeros años de esa década fueron ejecutadas 1.280 personas. Rosario y Cayetano tuvieron más suerte, aunque pasaron varios años privados de libertad acusados de realizar propaganda en contra del Proceso de Burgos y de pertenencia al PCE. Cayetano contrajo incluso una enfermedad pulmonar en la prisión sin que pudiera recibir la visita de su esposa.

Fue el 25 de noviembre de 1974 cuando este matrimonio jiennense fue juzgado junto a otra treintena de presos políticos. Mientras esperan la sentencia a Rosario la ingresan en la cárcel de mujeres de Yeserías y a Cayetano en la de Carabanchel, donde coincide con otros presos políticos conocidos como Marcelino Camacho o los andaluces Eduardo Saborido o Fernando Soto. Ya en el periodo democrático, Rosario se convirtió en la primera mujer concejal del Ayuntamiento de Jaén, junto con Pilar Palazón. Rosario y Cayetano murieron en 2009, ella en enero y él en noviembre.

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