El 'risotto' invadelas salas de cine
¿Es usted de esas personas que cuando van a ver una película no soportan tener gente cerca comiendo palomitas u otras chucherías? Pues prepárese, porque una nueva plaga bíblica amenaza en el horizonte: la alta cocina en los cines.
Sentando un peligroso precedente que puede crear tendencia, las salas Odeon del centro comercial Whiteleys en Londres van a empezar a ofrecer a sus clientes la posibilidad de cenar mientras ven la película. El público pulsará un botoncito en la silla para llamar al camarero, pedirá y será servido durante los anuncios y tráilers previos al filme. Después, mientras Leonardo DiCaprio, Scarlett Johansson o Tom Cruise deambulan por la pantalla, los espectadores degustarán un risotto de salmonetes, una hamburguesa royale, unos calamares fritos o un solomillo de ternera.
Hay chefs insacia-bles que se asoman en todos los órde-nes de nuestra vida
El cocinero que está detrás del polémico proyecto es Rowley Leigh, un chef bastante popular en el Reino Unido que además de regentar Le Café Anglais escribe en el Financial Times. Leigh ha explicado que los platos serán fáciles de tomar con las manos y no demasiado caros: por unos 40 euros tendrás "una buena comida, un vaso de vino o un gin-tonic y una película estupenda".
No es que yo me niegue en redondo a alguna clase de picoteo en esta clase de recintos. Considero que las palomitas y la coca-cola pueden formar parte de una experiencia cinematográfica plena, siempre que no molestes demasiado con el ruido. Incluso me divirtió ver una vez a una señora dando el yogur a sus hijos en una sala, con un par. Pero esto de meterte un risotto no lo veo claro. De la misma forma que me encanta la música, pero me irrita sobremanera oírla en los restaurantes, me asusta que las cenas invadan los cines.
Algunos superchefs se comportan como criaturas insaciables dispuestas a asomar la cabeza en todos y cada uno de los órdenes de nuestra existencia. No contentos con estar en la televisión, en los libros, en la radio, en la publicidad, en los supermercados y en los suplementos dominicales del universo entero, buscan nuevas vías de negocio en lugares que hasta ahora estaban vetados a la comida con mayúsculas. Vencidos y desarmados los cines, lo próximo serán los teatros, los auditorios o los polideportivos. A este paso, para no comer vamos a acabar refugiados en los retretes. Hasta que algún iluminado venga allí a servirnos sus creaciones. El risotto invade las salas de cine.
Uno de los cines que ofrecen servicio de restaurante en sala, el Gold Class, en Australia.
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