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CONSUMO | CiberP@ís

Europa investiga si Apple creó un cartel de libros digitales

La empresa tiene una demanda en EE UU por pactar precios con las editoriales

La Comisión Europea investiga si Apple y cinco editoriales han pactado precios de los libros electrónicos. En esta ocasión, no ha sido Europa quien primero se ha mostrado susceptible por apaños comerciales. Desde agosto, los tribunales norteamericanos tienen una demanda colectiva por lo mismo.

Las editoriales son la francesa Hachette Livre, las estadounidenses Harper Collins y Simon & Schuster, la británica Penguin y la alemana Verlagsgruppe Georg von Holzbrinck (propietaria, entre otras, de MacMillan), según indica la Comisión. Y la otra parte, Apple, y la aparición de su tableta iPad.

Bruselas investigará si esos grupos editoriales y Apple han incurrido en "acuerdos ilegales" o prácticas que puedan haber restringido la competencia en la Unión Europea.

La llegada del iPad acarreó una subida del precio de los libros en Amazon

En agosto se presentó una demanda colectiva contra el fabricante californiano y las cinco grandes editoriales en Estados Unidos. Los demandantes les acusaban de "conspirar" para fijar al alza los precios de los libros electrónicos, con el objetivo de forzar a Amazon a abandonar su política de descuentos. La denuncia se centró en un modelo de negocio donde es el editor, y no la tienda, quien establece el precio de venta al público.

La guerra de los libros electrónicos se remonta a 2010, cuando Apple lanzó el iPad que, entre otros servicios, ofrecía el de la lectura de libros, un campo en el que nunca se había introducido. En su presentación en enero de 2010, Steve Jobs anunció en San Francisco el acuerdo con estas cinco grandes editoriales, las primeras en ofrecer sus libros en su tienda iBook Store.

Amazon, líder mundial en la venta de libros electrónicos, por cantidad de descargas y de títulos, tenía montado su negocio alrededor de la comercialización de novedades a 9,99 dólares (unos 7,4 euros, una de sus señas de identidad). Los editores, en cambio, querían mantener una estructura de precios similar a la de los libros en papel, es decir, sacar las novedades alrededor de los 14,99 dólares (11 euros) para ir rebajándolos a medida que salían las ediciones posteriores. Las draconianas negociaciones llevaron a Amazon a castigar a MacMillan, retirando todos sus libros, digitales y físicos, de su librería. La editorial publicó un anuncio en prensa acusándola de conducta desleal.

En este enrarecido ambiente entró Apple en acción. La empresa tenía que quitarle mercado a Kindle, el ciberlector de Amazon, que se interponía en el lanzamiento del iPad, que incorporaba por primera vez en los aparatos de Apple un lector de libros electrónicos. Para conseguir el favor de las editoriales, Apple aceptó que cada editor fijara el precio de sus libros, que es lo que Estados Unidos y la Unión Europea investigan.

La consecuencia de todo ello es que los libros en la tienda de Amazon ya no cuestan un máximo de 9,99 dólares, sino que los hay más caros (no es el caso español, donde rige el principio legal del precio fijo de los libros). En cualquier caso, Apple no ha hecho más que devolver la pelota a Amazon. Solo es una cuestión de llegar primero o a remolque.

Cuando Apple lanzó su tienda musical iTunes, en abril de 2003, el precio estándar por canción era de 99 centavos de dólar. En esa ocasión, el año 2007, quien llegaba tarde era Amazon, y para intentar competir en música, la vendía a precios más altos, pero sin protección anticopia, que al final Apple eliminó.

Las trayectorias de los dos gigantes del comercio online son tan paralelas como divergentes. Si Apple pierde -o apenas gana con la venta de música-, Amazon sí saca beneficios con la descarga de libros y otros contenidos. El gran negocio de Apple no es, pues, la venta de contenidos sino la venta de sus iPod, iPhone o iPad, que le dejan un buen margen de beneficio. Amazon, en cambio, pierde dinero cada vez que vende una tableta Kindle Fire. Sus ganancias son por la descarga de contenidos.

No será la última vez en que estos gigantes sean objeto de una investigación oficial por sus prácticas comerciales.

Un lector de un libro digital en el metro de Nueva York.
Un lector de un libro digital en el metro de Nueva York.REUTERS

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