Modesta pero eficaz
Un nombre casi mítico, el de Ruggero Raimondi, dirige la escena y es maestro de interpretación en esta nueva producción del Palau de les Arts. Raimondi se convirtió en una estrella del cine -de la ópera ya lo era- al protagonizar el Don Giovanni de Joseph Losey (1979). Y en Valencia ha movido los hilos para que los jóvenes miembros del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo se presentaran ante el público con toda la dignidad requerida por Las bodas de Fígaro.
La escena fue de lo más escueto: los tiempos no están para bromas y, por otra parte, la conjunción de la música de Mozart con el libreto de Lorenzo da Ponte resulta completamente autosuficiente: está todo más que claro. La obra es tan divertida como crítica, y tan comprensible como rica en significados. Así es que lo mejor que puede hacer con ella un director de escena es no poner añadidos que insulten a la inteligencia del espectador. Un vestuario adecuado, unos cuantos muebles y una iluminación correcta bastaron y convencieron. Lo menos conseguido fue el seto del jardín en el cuarto acto donde -ahí sí- la economía de medios se reveló como excesiva. La faceta de actores de los cantantes estuvo bien trabajada, aunque los aspectos cómicos de las situaciones se hicieron más presentes que la compleja psicología de los personajes, complejidad que tampoco acabó de desvelarse en el canto.
LAS BODAS DE FÍGARO
De Mozart. Solistas vocales: Andrea Mastroni, Helen Kearns, Isaac Galán, Diana Mian, Alessia Nadin, Adriana Di Paola, Leonard Bernad, Mario Cerdá, Jesús Álvarez, Brigitta Simon y Daniele Piscopo, entre otros. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Coro del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. Dirección musical: Andrea Battistoni. Director de escena y maestro de interpretación: Ruggero Raimondi. Palau de les Arts. Valencia, 5 de diciembre de 2011.
Cierto es que Mozart exige, para los principales papeles de esta ópera, una tremenda sutileza en el uso de los recursos vocales, y ello no siempre está al alcance de cantantes noveles. En cualquier caso, todos los roles estuvieron cumplidamente servidos. La batuta, en manos de Andrea Battistoni, consiguió ajustar casi siempre foso y escena, y le dio a la partitura el color y el nervio requerido. El público, que abarrotaba la sala, disfrutó y aplaudió con ganas el espectáculo, a pesar de la modesta escenografía. Las mayores ovaciones se las llevaron Diana Mian (Condesa), Alessia Nadin (Cherubino) y, cómo no, Ruggero Raimondi, actual responsable del Centro Plácido Domingo.
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