Brillante presente, oscuro futuro
Pese a su quinta Copa Davis, España falla en la cantera, no aprovecha a sus extenistas como técnicos y depende ahora del liderazgo de Almagro, que lamenta la falta de confianza
Cuando Rafael Nadal, David Ferrer, Fernando Verdasco y Feliciano López, los cuatro magníficos, se fotografían el domingo con la quinta Copa Davis de España no solo sonríen en presente, sino también en pasado: acaban de dar prácticamente por cerrada su trayectoria como equipo en una competición que fue el norte inalcanzable del tenis español y que ahora, como tantas otras que se consideraron inaccesibles, es feliz costumbre.
Desde 2000, cuando se ganó la primera Ensaladera, el tenis masculino ha celebrado más de 130 títulos, 12 de ellos grandes, y se ha impuesto en todas las superficies y condiciones de juego. En 2011, tres españoles (Nadal, Ferrer y Nicolás Almagro) terminaron la temporada entre los 10 mejores del mundo, como en 2010 (Nadal, Ferrer y Verdasco), 2007 (Nadal, Ferrer y Tommy Robredo) y 2002 (Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyà y Albert Costa). Hay 13 miembros de La Armada entre los 100 mejores y, sin embargo, los brillos del presente esconden las oscuridades del futuro.
No hay ningún español menor de 23 años entre los 130 mejores del mundo
Primero está la renuncia de la generación actual, en la que pesa su enfrentamiento con la federación internacional por el formato de la Davis, que querrían bienal. Luego, las dudas de Almagro, el número 10, que reflexiona sobre si liderar o no la renovación del equipo: "Durante estos últimos años mi confianza ha sido minada de tal manera que tengo serias dudas de que pudiera ser convocado incluso renunciando las 400 primeras raquetas nacionales", explicó ayer en su twitter recordando sus desencuentros con el núcleo duro de la selección desde que abandonó por propia voluntad la concentración en los cuartos de final de 2009 tras perder su puesto en favor de Ferrero; "por eso todos parecen tenerlo claro menos yo".
Finalmente, está la crisis de la cantera, que empieza en los clubes familiares, donde el pádel se come las pistas de tenis, y culmina en los profesionales: Pablo Carreño tiene ya 20 años y es el número 136. Por encima de él en el escalafón no hay menores españoles de 23. Javier Martí, tercero de su edad (19), aún busca dar el salto (número 185).
Los federativos trabajan en el asunto desde 2009, cuando Jordi Arrese, plata en los Juegos Olímpicos de 1992, dio la voz de alarma: "Después de esto viene una sequía. Hay que mover ficha ya". Recuerdan, también que la media de edad para entrar en el top 100 está en 23 años o que cuesta entre 60.000 y 80.000 euros anuales que un chaval empiece a competir. Hay un síntoma de que algo falla: el torrente de exjugadores que están implantando el sistema español en academias privadas u otras canteras porque no tienen sitio en la federación.
"En España hay un relevo generacional entre los técnicos, pero una mayoría, no todos, son más funcionarios y les faltan inquietudes", opina Antonio Martínez Cascales, entrenador de Ferrero. Pese a ello, un nutrido grupo de extenistas ha encontrado su lugar en el extranjero: Félix Mantilla y Conchita Martínez (han trabajado para Australia), Àlex Corretja (tuteló al británico Andy Murray), Galo Blanco y Fernando Vicente (ambos en Canadá) han seguido el ejemplo de José Higueras (EE UU). Los españoles gozan de prestigio mundial, pero algunos solo encuentran trabajo fuera, tantos como son y tan pocos fondos como hay: Ricardo Sánchez entrenará a la danesa Caroline Wozniacki, la número uno. ¿Qué ocurre?
"Habría que preguntar a los dirigentes. Yo trabajo donde me dan una oportunidad", contesta Blanco, tutor de la revelación de 2011, el canadiense Milos Raonic, y también implicado en la academia 4Slam Tennis. "Los elementos que definen a la escuela española se empezaron a trabajar a conciencia hace ya muchos años, en la época de Emilio Sánchez, Sergi Bruguera, Carlos Costa y muchos más. La mayoría destaca por un juego agresivo y sólido desde el fondo, por su mentalidad luchadora y ganadora y por su persistencia en tratar de conseguir lo que se proponen. Aquellos jugadores nos enseñaron cómo llegar, el camino", añade sin olvidar "la calidad" de los técnicos de entonces. "Muchos de los entrenadores que nosotros tuvimos siguen en el circuito y no se trabaja con la misma intensidad. La gente está más acomodada. Puede ser que se piense que lo que se está consiguiendo es algo sencillo, pero es irrepetible. Auguro un pequeño vacío en los próximos años", cierra.
"Me encantaría ver a exjugadores manejando el tenis nacional, apoyados en grandes profesionales, que en este país hay muchos", reflexiona Moyà, exnúmero uno. "Me consta que la federación está trabajando en ello, aunque no es fácil", sigue el mallorquín, que aplica sus ideas en la SD Tennis Academy; "echo en falta a más exjugadores jóvenes teniendo importancia y relevancia..., pero el talento individual también cuenta, por lo que puede ser que haya generaciones mejores que otras".
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