"Hay que aparcar la excusa del dinero y reiventarnos para salir del abismo"
El empresario y coleccionista de arte Luis Sirvent agita en Vigo el debate cultural
La historia de esta empresa familiar fundada en Vigo en 1940 es la de una transformación continua. De un pequeño local de venta y reparaciones de máquinas de escribir y mobiliario de oficina, situado en la calle Velázquez Moreno, en plena crisis de los años 80 dieron el salto a la venta de muebles para el hogar y objetos de decoración en la Gran Vía. Solo conservaron el nombre, Sirvent, el apellido de la saga, y se decantaron por los muebles de diseño, un terreno en el que ya se habían estrenado en su primer negocio con piezas a la venta de Le Corbusier. En la nueva dirección, los cinco hermanos Sirvent organizaron sus primeras exposiciones con firmas exclusivas, como Cassina, Zanotta y el diseñador y arquitecto italiano Tobia Scarpa. "Los precios eran desorbitados. Aún recuerdo las risotadas de algunos clientes ante los productos y sus precios", dice Luis Sirvent, uno de los continuadores de la segunda generación.
Su colección de arte contemporáneo es de las mejores de Galicia
Cree que la ciudad necesita un punto de encuentro serio para provocar diálogo
En 2004 se mudaron a un local al otro lado de la calle, pero ya no era un lugar cualquiera. Era el sitio que el arquitecto Alfonso Penela, autor del proyecto del futuro Parador de Muxía, convirtió en una nave futurista revestida de sencillas planchas de acero inoxidable. La explicación dada por Penela acerca del proceso de reforma de las instalaciones ocupó la primera sesión de Espacio Sirvent, el pasado mes de septiembre. La agenda cultural de este foro auspiciado por la empresa viguesa acaba de programar su segunda cita, esta vez, de la mano de los diseñadores Javier y José Luis Díez, del estudio díez+díez. Al hilo su intervención, centrada en la intersección entre arte y diseño, se inauguró la muestra Epigramas, que se puede visitar en la sede de Sirvent. El ciclo tendrá continuidad con colaboraciones como las del colectivo Sinsalaudio y el acordeonista Carlos Quintá.
"Vigo necesita un punto de encuentro serio y a mí me interesa generar un espacio donde se provoque el diálogo, el debate y el aprendizaje, y el arte y el diseño es donde yo puedo aportar algo", explica Sirvent, entusiasmado con su faceta de promotor cultural. "En un momento como este, todos tenemos que buscar nuevas salidas y aparcar la excusa de que no hay dinero. Para salir de este abismo, tenemos que reinventarnos y hay que empezar por uno mismo y animar a otra gente, con más posibilidades que nosotros, para que lo haga". Otro atractivo que llena de público sus coloquios es la continuidad del debate entre espectadores heterogéneos en el ambigú de la planta baja: "Se trata de convocar un encuentro y presentar a personas que no se conocen".
Claro que Sirvent es un dinamizador inquieto que, en este campo, juega con ventaja. Desde que, a los 18 años, hizo su primera adquisición hasta la actualidad, a lo largo de su vida ha constituido una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importantes de Galicia. No está formalmente expuesta, aunque en ocasiones, entre los objetos a la venta en su tienda, se cuela una instalación de Manuel Caeiro, un dibujo de Ignacio Pérez-Jofre o una intervención de Jorge Perianes. Desde Vigo han partido piezas hacia otros lugares de España, Brasil, Egipto o República Checa, cedidas para exposiciones temporales. Y Sirvent medita la posibilidad de sacarla de los almacenes y hacerla pública. "Quizá acabe yendo fuera de Vigo o de Galicia", revela apresadumbrado. Cuenta que su gusto es "personal y autodidacta" y que lo ha ido configurando a través de su curiosidad y de fomentar el trato directo con artistas, comisarios. "No salgo a buscar una obra determinada, sino que actúo fuera de programa, me fijo en lo que está a mi alcance, también económico, y sigo mis impulsos si la calidad, la producción y el diseño son buenos... No tengo un gusto prefijado, es algo que no puedo explicar y que creo que ningún coleccionista puede explicar".
Puede que el único denominador común de la sensibilidad que gobierna su colección sea su interés por los jóvenes valores: "Es una apuesta y una ayuda, porque yo, a mi edad, sigo comenzando y me gusta que me ayuden. Que nos ayudemos todos me parece lo más natural y, sin embargo, se ha perdido".
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