"Mi viaje no ha sido solo geográfico, sino también intelectual"

Baudouin Jurdant nació en Lieja (Bélgica) pero se mudó a los ocho años a Estrasburgo (Francia). Su padre, un escritor de novelas policiacas sin mucho éxito comercial -"jamás pudo vivir de la pluma"- comenzó a trabajar en el Consejo de Europa un año después de su formación. "Era un poeta, no un tecnócrata, pero creía en la idea de Europa", comenta.

Mantiene con su ciudad natal una relación extraña, instintiva y primordial. "Me gusta volver al barrio de la infancia, a los olores de las calles, lo necesito, un poco como los salmones que vuelven cada año a los orígenes. Pero eso no quiere decir que me molestara sentirme desarraigado en Estrasburgo. Nunca me molestó, en realidad". De hecho, confiesa que jamás se sintió enteramente belga. Y aunque se naturalizó francés con los años, sostiene que defendería incluso con las armas algunos valores franceses, pero no la idea de Francia en sí. Tal vez eso explique el afán viajero y emigrante del alma de Baudouin. Vivió, entre otras ciudades, en París y York (Reino Unido). Trabajó de periodista y de profesor de muchas disciplinas: sociología, psicología, ciencias de la información... "Mi viaje no ha sido solo geográfico, sino también, por así decirlo, intelectual", explica.

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Ahora, a sus 69 años, jubilado, ha vuelto a hacer las maletas y se ha mudado, con la familia, a Lisboa, la ciudad natal de su segunda mujer, Isabel. "Europa es, sobre todo, la oportunidad de moverse", explica. Lleva aquí menos de tres meses. Asegura que le atrae, sobre todo, la luz especial de esta ciudad y esa combinación de gente del sur influida por los británicos. "Es una mezcla perfecta de gentileza y de rigor que me gusta. Los portugueses son más reservados que los italianos y los españoles, creo. Y eso también me gusta". Trata de adaptarse, aunque a veces comete errores de novato: a pesar de la topografía imposible de una ciudad levantada sobre siete colinas empinadísimas, trata alguna mañana de ir a buscar a su hija de 10 años al colegio en bicicleta.

Cuando se le pregunta a este hombre que vivió en la mismísima Estrasburgo qué piensa de la Europa de hoy atosigada por las turbulencias del euro, el ataque de los mercados y la amenaza de división, tuerce el gesto y su rostro se ensombrece. "La Europa de la política se ha dejado invadir por la Europa de la economía". Defiende lo local -con su espíritu de salmón que regresa cada año-, pero desconfía del poder disgregador de los nacionalismos. "En una Europa global se podrá ser más local, en una Europa unida los bretones podrán ser más bretones, los corsos más corsos. Mucho más que en Francia".

Con respecto a Francia, su país a pesar de todo, Jurdant, lo tiene claro: "Francia es del norte y del sur. Pertenece a ambos mundos. Por eso, ahora que se habla de una Europa de dos velocidades, Francia tiene un enorme papel que jugar. Si se quiere, un papel incluso cultural, primordial, de bisagra, que no puede ni debe olvidar jamás".