No quiero aguar la fiesta

Agradezco la amable carta de José Luis Moreno Pestaña y sus colegas a propósito de mi artículo del 18 de noviembre pasado, Viejos y nuevos filósofos, en el cual, sin embargo, no criticaba el estalinismo, sino el neocomunismo vacuo y oportunista de algunos pensadores contemporáneos, entre los que citaba a Alain Badiou, cuyas opiniones sobre los jemeres rojos y sobre las relaciones entre ética y terrorismo de Estado seguro que conocen los firmantes de la carta. Confirmo que tenía un mal día cuando escribí el artículo, un mal día que ya me dura desde hace unas cuantas décadas, y que es el miserable origen de todo lo que escribo. Quizá por la ceguera que esto implica, y sin pedir permiso a Hannah Arendt, estoy empecinadamente convencido de que Ernesto Guevara y el mariscal Tito tuvieron algo que ver con el estalinismo y con el totalitarismo. Lamento haber aguado con ello alguna fiesta, cosa que no estaba en mi intención, y espero, como todos, la llegada de días mejores. Aprovecho, eso sí, para corregir una errata que debió deslizarse en la composición gráfica del texto: nunca llamé a los acampados de Wall Street brokers (como se publicó) sino brokens, para que se vea hasta qué punto no defendía paralelismo alguno entre las dos aceras. Dicho lo cual, que siga la fiesta.