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Reportaje:

Un siglo en Medina Azahara

El conjunto arqueológico comenzó a recuperarse en 1911 con Velázquez Bosco

Hace justo un siglo, el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco se encontraba realizando una de sus obras más complejas: la restauración de la Mezquita de Córdoba. El templo había sufrido todo tipo de intervenciones y alteraciones desde que en 1236 se convirtiese en catedral cristiana. Así que su afán por recuperar la esencia histórica del edificio chocaba con la falta de referencias artísticas que le orientasen sobre el arte de los omeyas de Al-Andalus. Y decidió buscarlas allí donde todavía podían quedar restos: en la vecina ciudad palaciega de Medina Azahara, a las faldas de Sierra Morena.

Medina había sido construida en el siglo X, bajo el gobierno del primer califa de Córdoba, Abderramán III. La ciudad era un enorme y lujoso complejo palaciego que aglutinaba su poder político y administrativo. Menos de un siglo después, en medio de las guerras civiles que romperían el Estado en una miríada de taifas, las instalaciones se abandonan y terminan sirviendo de cantera para nuevas construcciones de los cordobeses.

La ciudad se tornó en mito y su ubicación se olvidó. Pero sus restos siempre permanecieron allí. Eran conocidos, aunque nadie los identificaba con la ciudad de Abderramán. Hasta que en la primera mitad del siglo XIX, el artista e historiador Juan Agustín Ceán Bermúdez apuntó a que aquello era Medina Azahara. "De hecho, se intentó una primera excavación en 1859, pero fracasó", recuerda Antonio Vallejo, director del yacimiento y el museo de Medina Azahara.

Tras aquel intento abortado, es Velázquez Bosco el que retoma con más fuerza la intención de recuperar Medina. En 1911 comienzan unas excavaciones que continúan hoy. Para conmemorar el centenario, la Junta de Andalucía y Casa Árabe celebraron ayer y el viernes unas jornadas bajo el epígrafe Una joven ciudad milenaria, que ha reunido a expertos en el palacio califal.

Las primeras excavaciones estuvieron muy condicionadas por la arqueología filológica, que buscaba justificar las fuentes escritas. "Sobre todo, las del compilador Al-Maqqari que en el siglo XVII recogió todas las descripciones idealizadas de la ciudad palatina", recuerda el director de Medina Azahara.

Pero los logros del arquitecto y restaurador, convertido en arqueólogo, son muchos. "Para empezar, confirma definitivamente que aquel es el asiento de Medina Azahara. Consigue evidencias de cómo era en realidad la arquitectura califal. Evidencia la extraordinaria importancia del ataurique, la decoración que define al periodo y al edificio", continúa Antonio Vallejo.

"Y por último, Velázquez Bosco comienza a entender la conexión de los elementos externos, caminos, canteras y acueductos como el de Valdepuentes, que abastecen la ciudad", añade. Fruto de su trabajo, en 1923 se declaró al yacimiento Monumento Artístico Nacional. Ese mismo año murió el primer responsable de las excavaciones.

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