'Thriller' metafórico
En El camp, el británico Martin Crimp (1956) ya usó una narrativa enigmática de raíces pinterianas y atmósfera inquietante, y ya diseccionaba con precisión y humor negro las relaciones de pareja. En La ciutat, vuelven la familia feliz y la introspección psicológica que distorsionan lo que en apariencia es un drama social, la historia de un matrimonio acomodado que ve como se tambalea su situación cuando el marido pierde su trabajo. El diálogo inicial entre Clair (Sílvia Bel), la mujer, y Christopher (Joan Carreras), el marido, da pistas de que algo se cuece por debajo de las palabras que intercambian.
Crimp crea dos ciudades: una física, con ruidos, casas y jardines, y otra mental, en concreto, en la cabeza de Clair, que se pone a escribir y se ve asaltada por sus personajes. La ciutat, pues, como metáfora del proceso creativo del artista, y el jardín vacío, donde los niños molestan a la vecina, como una de las grietas que resquebrajan la primera ciudad y nos conducen a la segunda. A esa conclusión no se llega hasta el final, cuando Clair se explica a través de su diario. Y habrá otras conclusiones posibles porque la sobria dirección de Víctor Muñoz i Calafell no aporta más pistas al carácter dual y abierto del texto de Crimp. Se limita a traspasar esa amplitud al espectador. Es el espacio escénico, a medio camino entre interior-salón y exterior-jardín, el que nos sugiere que los límites no son los que parecen. Todo recae en el trabajo de los intérpretes, magníficos, y en cómo hallan la manera de revelar esa nota disonante en su personaje. Engancha.
LA CIUTAT
De Martin Crimp. Intérpretes: Sílvia Bel, Joan Carreras. Sala Beckett. Barcelona, 17 de noviembre.
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