El 'Tío Vania' de Donin y el Maly lleva a Girona el mejor teatro ruso
El clásico de la literatura rusa Tío Vania, de Anton Chéjov, llega a Girona de mano del Maly Drama Teatr de San Petersbugo, una compañía conocida por el mimo y la dedicación con la que trabaja sus obras. La estabilidad del teatro y su escaso sometimiento al yugo de la inmediatez hacen del Maly Teatr un raro ejemplo en el panorama internacional. Su director, Lev Donin, ha trabajado durante años con los actores que interpretarán hoy y mañana Tío Vania en el Teatro Municipal de Girona. El espectáculo se representa en ruso con subtítulos en catalán y forma parte del festival Temporada Alta.
Lev Donin no es amante de localismos. El teatro bueno es una forma de poner de relieve las similitudes entre los hombres, opina. Tío Vania se entiende igual en Japón que en San Petersburgo o Girona. "Sobreestimamos las diferencias entre las personas. Los seres humanos somos mucho más similares de lo que pensamos", dice Dodin, Premio Europa de Teatro 2009.
El director y los 62 actores de la compañía se conocen bien. Antes de entrar en el Maly, la mayoría pasan por la escuela del Instituto de Teatro de San Petersburgo, donde Dodin es profesor. La compañía tiene un amplio repertorio y ha protagonizado numerosas giras fuera de Rusia.
Tío Vania habla de la benevolencia con la que se contempla el pasado en la vejez, de "los fantasmas de la otra vida, aquella que no llegamos a vivir, en la que se satisface cada deseo, cada esperanza se realiza y las más dulces fantasías toman cuerpo", resume el director. Son las contradicciones del ser humano que reflejó un moribundo Chéjov en 1897. Pero siempre hay tiempo de asumir las propias decisiones, la única opción que tenemos si no queremos renunciar a vivir, opina Dodin, nacido en Siberia en 1967.
La trama arranca cuando la tranquila existencia del tío Vania y de su sobrina Sonja se revoluciona con la llegada del profesor Serebriakov -viudo de la hermana de Vania y padre de Sonja- con su joven y atractiva mujer, Elena. El resentimiento por toda una vida dedicada a trabajar en la finca de Serebriakov surge en Vania y desencadena un conflicto que no desemboca en tragedia, sino en el retorno a la monotonía.
La última vez que Dodin recaló en España fue en los noventa, cuando llevó al Mercat de les Flors de Barcelona sus creaciones Txevengur y Gaudeamus.
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