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Presión internacional para que Rajoy avance sus planes mientras él espera

El líder está en su despacho organizando su Gobierno y hablando con banqueros

Carlos E. Cué

Todo el mundo en el PP sabía que no iba a ser fácil. Pero nadie imaginó que la Bolsa y la prima de riesgo darían tan mal recibimiento a la aplastante victoria de Mariano Rajoy el domingo. Dos días han pasado, y ambos han sido muy malos. El líder del PP pidió el viernes un mensaje "a los de la prima de riesgo" en forma de votos. Y llegaron, pero el mensaje no parece haber calado. En ese ambiente de gran preocupación, Rajoy decidió por segundo día no tener ningún tipo de comparecencia pública y se mantuvo encerrado en su despacho.

Sin embargo, ese tipo de actitud, esos silencios de Rajoy, habituales en estos años de oposición cada vez que tenía una situación complicada o debía tomar decisiones clave -escándalos de corrupción, elaboración de listas- se encontraron con una novedad: ya no es solo la prensa española o algunos dirigentes en privado quienes los destacan. Ayer arreció la presión internacional para que Rajoy empiece a dar gestos claros y avanzar ya sus planes.

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Hubo dos mensajes clarísimos. Uno, de un interlocutor clave de los mercados -aunque cada vez más desacreditado por sus continuos errores- como las agencias de calificación. Fitch dijo que el triunfo de Rajoy "ofrece una ventana de oportunidad", pero señaló que el líder del PP "debe sorprender positivamente a los inversores con un ambicioso y radical programa de reformas estructurales y fiscales" y pidió "medidas adicionales", esto es, que presente ya sus planes. La situación del mercado de la deuda se complicó de nuevo ayer y en las subastas que se realizaron el Tesoro tuvo que ofrecer más intereses de los que paga Grecia.

El otro gran mensaje, esta vez político, llegó de Angela Merkel. Ella le envió un telegrama, que hizo público el Gobierno alemán -el PP mantiene su silencio total-, en el que claramente le mete prisa al decir que Rajoy tiene "un mandato claro en estos momentos difíciles para España y Europa para decidir e implementar rápidamente las reformas necesarias".

Según señalan en su entorno, que justifica que Rajoy no tenga ningún tipo de agenda pública, el líder del PP tiene todo medido y previsto, sabe que hay unos plazos legales que cumplir antes de llegar a La Moncloa y no quiere precipitarse. Está dedicando estos días a hablar con dirigentes internacionales, con todas las personas claves en España -banqueros y empresarios, sobre todo- y con gente de su entorno para preparar tanto su Gobierno, del que no quiere soltar prenda, como sus primeras decisiones, además del debate de investidura.

Le ha llegado la presión para que al menos dé a conocer quién será su vicepresidente económico -siguen en liza los nombres habituales de Luis de Guindos, Josep Piqué, Manuel Pizarro y otros más técnicos como Jaime Caruana o José Manuel González Páramo, aunque mucha gente en el partido apuesta por la confirmación de Cristóbal Montoro-, pero él insiste en que no piensa decir nada de su Gobierno hasta que toque, esto es, después de la investidura. Rajoy, un registrador de la propiedad hijo de juez, tiene siempre una gran obsesión por respetar los trámites, y quiere esperar.

Ni siquiera parece que el equipo que diseñará Soraya Sáenz de Santamaría para el traspaso de poderes vaya a dar muchas claves, ya que serán muy probablemente personas de su confianza pero no de primera línea de ministrables y menos de posibles vicepresidentes económicos.

De momento, lo único seguro en su agenda, aunque oficialmente el PP no informa de nada, es una inminente reunión, esta misma semana, con José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos llevan meses hablando con mucha frecuencia y en ocasiones Rajoy ha acudido a La Moncloa sin que se informara de esas citas. Pero ahora han intensificado su relación. Zapatero está dispuesto a facilitar al máximo el traspaso de poderes y Rajoy quiere consensuar con el presidente en funciones las decisiones de las próximas semanas. En especial una muy importante: la posición de España en la cumbre europea del 9 de diciembre. Un día antes, en Marsella, Rajoy se verá con Nicolas Sarkozy y Angela Merkel en una reunión del PPE. Allí les explicará sus planes de recortes y reformas, que conocerán probablemente con mucho más detalle y antes que los españoles, ya que Rajoy no los aclarará hasta la sesión de investidura.

Aunque en su entorno insiste en mantener una discreción total, la cita en La Moncloa con Zapatero podría ser el momento para lanzar ese mensaje claro que los mercados y algunos dirigentes parecen reclamar. Su equipo dice que Rajoy ya lo hizo la noche electoral, ya que prometió cumplir los compromisos de reducción del déficit -lo que implica recortes profundos- y hacer reformas. Sin embargo, parece que lo que se le está reclamando es algo mucho más concreto. Sobre todo que responda a la nueva e imprevista situación, esto es, que pese a su aplastante victoria, la bolsa sigue cayendo y la prima de riesgo subiendo.

La canciller alemana, Angela Merkel, ayer durante una reunión del Bundestag.
La canciller alemana, Angela Merkel, ayer durante una reunión del Bundestag.MARKUS SCHREIBER (AP)

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