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ELECCIONES 2011 | Un mapa político monocolor
Columna
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Duros ajustes por delante

La lectura en clave gallega de las elecciones generales puede conducir a lo más fácil -constatar que arrasa el PP y que el BNG no aprovecha el desgaste del PSOE- pero quizá sea más práctico y de interés general ir construyendo un discurso gallego ante la gestión de la crisis que hará el conservador Mariano Rajoy, máxime cuando el triunfo abrumador del PP, el hundimiento del PSOE y la parálisis del BNG desatan las especulaciones sobre un posible adelanto de los comicios autonómicos previstos para 2013. Esto es como lo de los mercados, que no van a dejar de recibir a Rajoy con subidas de la prima de riesgo y caídas en Bolsa por arte de magia, sino cuando vean medidas financieras, laborales y presupuestarias. Toca hacer deberes.

Feijóo ya tiene hechos en el PPdeG todos los deberes que han de afrontar PSdeG y BNG

Parece evidente que cuanto más tarden en celebrarse las elecciones gallegas mayor será el tiempo de exposición del PP y de Feijóo a una dura política de ajustes que no portarán precisamente los Reyes Magos. La solución europea, si llega, será posterior al ajuste español, que, dado el calado de las medidas necesarias, probablemente requiera dos años muy duros. Es verdad que, tras el 20-N, el PP de Galicia parte de una gran ventaja y que podría despreocuparse de un análisis tan interesado, pero no lo es menos que el clima político de los populares puede empeorar con la crisis, además de tratarse de elecciones de distinta naturaleza. En buena lógica, PSdeG y BNG deberían ir preparándose a fondo para otras elecciones el año que viene. Por si acaso.

A todo esto, el pretendido desgaste del Gobierno de Feijóo, forzado a algunos recortes y con luces y sombras en su gestión, no detuvo el imparable avance del PP en Galicia. Al contrario, su porcentaje de votos mejoró de manera considerable la media de Rajoy en España -52,5% frente al 44,6%-, si bien este dato no es nuevo: ya en las generales del 2000 los populares habían alcanzado con Aznar proporciones que hasta entonces solo estaban al alcance de Fraga en las elecciones autonómicas de los años noventa, por encima del 53% de los votos. Feijóo demuestra así que no es un líder pasajero, sino que es el gestor de aspecto moderno de un gran proyecto político de amplia base popular. Digamos que Feijóo tiene hechos los deberes que socialistas y nacionalistas aún deben hacer con el tiempo contado y que, además, goza del plus que, hoy por hoy, supone tener como primo de Zumosol a "un señor de Pontevedra", según la evocadora definición que hizo Xosé Hermida de Rajoy.

Los perjudicados por esta situación son el PSdeG y el BNG, que apenas suman el 39% de las papeletas, frente a un PP que fue la lista más votada en 307 de los 315 ayuntamientos de Galicia. Peor aún, socialistas y nacionalistas ni siquiera se trasvasan votos cuando los pierden. Así, el descalabro del PSOE en 2000 le había permitido subir a los nacionalistas del 12% al 19% de los votos emitidos con respecto a 1996, lo cual ahora no se ha dado, al quedarse en el 11,25%. Y si el análisis lo hacemos en cifras absolutas vemos que el número de sufragios -306.268 en 2000 frente a 183.279 en 2011- queda por debajo, en casi 125.000 votos, de la cota alcanzada por los nacionalistas en los tiempos de Aznar. En 2000 Beiras había bromeado con una frase -"menos mal que nos queda Portugal"- que ahora, viendo el lamentable estado del país vecino, ya ni sirve para Guillerme Vázquez.

Los socialistas gallegos quedan a la espera de su congreso federal en febrero, al que acudirán con un caudal de votos similar a la media, es decir, por debajo del 30%. Hay quien compara estos niveles con el PSOE del 77, pero al menos entonces el partido socialista tenía un líder carismático que se veía que iba a más, Felipe González, y un programa socialdemócrata que el propio González reajustó en la clave europea de su época. Hoy da la impresión de que ni hay líder ni programa, pero por la misma razón cuesta pensar que algo vaya a ir a peor en un partido de su dimensión histórica y política. Si de aquí a las elecciones gallegas el PSOE endereza su rumbo, el PSdeG también podrá subirse a esa ola. De lo contrario, más le vale construir una alternativa propia, pegada al país. La falta de realismo y de rigor atribuida al derrotado Zapatero no debería formar parte de la agenda de un político experimentado y curtido en mil batallas como Pachi Vázquez.

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@J_L_Gomez

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