...y Ramalho debutó

En el minuto 87, Jonás Ramalho debutó oficialmente en el Athletic. Había jugado un amistoso con 14 años frente al Amorebieta, impulsado por Caparrós, que causó un cierto conflicto con la Ley vasca del Deporte. Después fue convocado con 16 años frente al Werder Bremen en la Liga Europa y finalmente se alineó, como suplente, frente a la selección de Paraguay en un amistoso en San Mamés. Le faltaba el bautismo oficial, que quizás había aplazado por una inoportuna lesión de espalda que frenó su inmaculada progresión.

Ramalho nació como central en Lezama, a donde llegó con 10 años. Su supremacía en categorías inferiores era tan grande que los técnicos rojiblancos decidieron dos cosas, enfrentarle a categorías superiores, como es habitual en el club rojiblanco, y, sobre todo, alinearle como lateral para que se viera más exigido en un espacio más estrecho, con más exigencia de ida y vuelta. "De central, por superioridad, se hubiera acomodado con mucha facilidad", repetían en Lezama. Y como lateral lo entendió Caparrós cuando apostó por él a tan temprana edad.

El salto definitivo lo ha dado con Marcelo Bielsa, obligado por las circunstancias de la plantilla, por lesiones y sanciones. Ayer la lesión de Iñigo Pérez, otro cachorro, le dió la oportunidad de tener cinco minutos con el equipo de su vida. Tuvo una arrancada por la banda derecha en la que alcanzó la línea de fondo sevillista. Luego se ubicó en el medio centro. ¿Y por qué hablar de Ramalho? Quizás porque es el primer vasco negro del Athletic que viene. El futuro.