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Reportaje:

El 'sprint' de Federer

El suizo, con 30 años el tenista más viejo de la Copa de Maestros, busca un sexto título de récord, su final número 100 y salvar su primer curso sin un grande desde 2003

Hasta los pasillos del O2 Arena llegan mordiscos de hielo, igual que si el frío que recorre el edificio se originara al Este del imponente estadio, en la isla de los perros. Roger Federer combate la gélida mañana con un chándal. Su cabeza no está para protocolos ni etiquetas. Mañana (15.00 horas, Teledeporte) el suizo abre ante el francés Jo-Wilfried Tsonga la Copa de Maestros, que reúne en Londres a los ocho mejores de 2011. Para el número cuatro no es poca cosa. Es la última oportunidad para salvar su primer curso sin ningún grande desde 2003. Es una semana para lograr su sexto título de maestro, rompiendo el récord (cinco) que comparte con el estadounidense Pete Sampras y el checo Ivan Lendl. Y son cinco encuentros para alcanzar su final 100, un registro sin parangón en el siglo XXI. Todo ello con 30 años y dos hijas. Federer es el más viejo de los participantes que tienen en su mayoría entre 24 y 26 años. Un tenista de otra generación que solo lleva tres títulos en 2011, su peor balance desde 2002.

"Nadie es eternamente perfecto", le defiende Rafael Nadal, que comparte grupo con él
"Jugar con los mejores desde el primer día hace que te hierva la sangre", dice Federer

"Nadie es eternamente perfecto", le defiende con ardor Rafael Nadal, que comparte el Grupo B con el suizo, Tsonga y el estadounidense Mardy Fish, rival del mallorquín el domingo (21.00, Tdp). "Tarde o temprano, todos terminamos bajando. A Federer, mentalmente, como a mí en determinados momentos de este año, también le ha pasado. Pero estamos hablando de un jugador que este año ha hecho semifinales del Abierto de Australia, final de Roland Garros, cuartos de Wimbledon con mala suerte y unas semifinales del Abierto de EE UU en las que todos vimos lo que pasó [perdió contra el serbio Djokovic tras tener dos puntos de partido]. Esos resultados dicen que su nivel sigue estando muy alto. ¿Que mentalmente puede tener alguna laguna más que antes? Pues sí. Depende de su motivación y de lo preparado que esté para seguir teniendo ambición", cierra Nadal, que mirará de reojo los resultados del Grupo A, en el que se alinean Djokovic, el británico Murray, Ferrer y el checo Berdych.

Sentado bajo una luz mortecina, Federer se asienta sobre un sofá de cuero viejo. Podría ser una escena sacada del salón de un club de gentlemen's si no fuera por el pantalón del chándal y la pléyade de periodistas que le rodean. La conversación está llena de recuerdos. Los dos títulos conquistados en las últimas semanas en Basilea y París. Su triunfo en la Copa de 2010. Otro objetivo de récord: ganar invicto la de 2011 e igualar así la mejor marca de victorias (39, de Lendl). ¿Por qué tantos éxitos en la cita de los ocho mejores?

"La actitud mental que tengo frente a este torneo es distinta a la que tengo en el resto", avisa. "En la Copa de Maestros tienes que jugar contra otro tenista de los 10 mejores ya desde el primer día. Eso hace que te hierva la sangre", continúa. "He ganado cinco Copas, así que está claro que sé cómo se gana este trofeo", cierra el campeón, que gana el 83% de sus encuentros en la competición, más que ningún otro tenista en activo.

Federer es puro tacto. Disfruta describiendo el juego desde las emociones y los sentimientos. Su dominio en los torneos de cemento bajo techo, sin embargo, tiene una motivación puramente técnica. ¿Por qué cinco de sus últimos seis triunfos pertenecen a esa modalidad? Cuestión de estrategia, que dice Toni Nadal, tío y entrenador del número dos del mundo. "Aquí, Federer lo tiene todo controlado, y eso le da una ventaja: entre el saque y la derecha, que le va muy bien en estas condiciones, es muy difícil que su rival le encuentre el revés tan fácilmente como al aire libre. Se te gira rápidamente con la derecha".

Son días de radiales, martillos y albañiles en el estadio. Mientras los operarios se afanan con los preparativos, gigantescos guardaespaldas protegen a los tenistas y se encienden estufas eléctricas para calentar los entrenamientos. A Federer no le importa nada de eso. A él, que esprinta para salvar el curso, lo que le interesa es el techo: un escudo con el que defenderse del paso del tiempo.

Federer, flanqueado por Murray y Nadal, en la cena previa a la Copa de Maestros.
Federer, flanqueado por Murray y Nadal, en la cena previa a la Copa de Maestros.DAVE M. BENNET (GETTY)

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