El día después
El candidato del PP, Mariano Rajoy, acabó la campaña electoral pidiendo a los mercados un margen que no se ha ganado. "Los que ganen tienen derecho a un mínimo margen para afrontar la situación económica, que debe ser de algo más de media hora", alegó mientras la prima de riesgo de la deuda española era sacudida en Europa por vientos huracanados. Pero los mercados, como los electores, tenían derecho a saber algo más, bastante más, de sus propuestas y sus compromisos para hacer frente a la crisis económica. Ganarse el favor de un pasaje asustado denostando los errores del timonel que se bate en cubierta contra la galerna era la parte más fácil de la aventura. Una vez a la intemperie, con el timón entre las manos y toda la responsabilidad sobre los hombros, empieza lo más duro. Y ahí fuera, en medio del temporal europeo, la furia de los elementos no admite tregua.
Escribe el exministro socialista Jordi Sevilla en su libro Para desbloquear España que "hay cosas que sólo pueden hacer los políticos a través de las instituciones públicas" y que "estamos muy cerca de experimentar un bloqueo político institucional que estaría afectando de manera negativa a nuestras perspectivas de crecimiento, creación de empleo y bienestar colectivo". Sevilla trata en su libro de convencer al nuevo presidente del Gobierno de España de que la reforma más urgente atañe a la manera de hacer política. "No hablo de una cuestión que pueda resolverse mediante un cambio de Gobierno o, incluso, de partido en el Gobierno, sino de problemas varados por la contradicción entre un sistema constitucional diseñado para el acuerdo sobre cuestiones básicas y una lógica partidista -en ambos grandes partidos- que fundamenta sus expectativas electorales en abrir abismos de confrontación sistemática, a menudo más ficticios que reales".
Los llamamientos a que "entre todos" tenemos que buscar una salida y a la "unidad" en torno a la idea motriz del cambio a favor del PP han proliferado en boca de Rajoy y los suyos en los últimos compases de la campaña. Cuesta recordar cuándo se ha producido a lo largo de la presidencia de Rodríguez Zapatero esa unidad, en qué momento pudo prescindir el PP del enfrentamiento estridente y frontal por la ley del aborto, el Estatut de Cataluña, la ley de matrimonios homosexuales, la ley del tabaco, la tregua de ETA, el derogado trasvase del Ebro y tantos otros motivos. Lo que ha dejado entender Rajoy de sus intenciones hasta ahora es poco preciso, aunque la música suena a una especie de tratamiento de choque de inspiración neoliberal. Conseguir que sectores decisivos del electorado apuntalen tu éxito impelidos por una sorda desesperación ante el drama del paro es una cosa. Tener éxito el día después en el combate de la crisis, otra muy distinta. La papeleta no es apta para pusilánimes.
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